FORMULACIÓN DE UNA HIPÓTESIS DIAGNÓSTICA Objetivos: Presentar una estrategia para plantear las hipótesis diagnósticas más probables en un paciente. Cómo surgen los diagnósticos. Es muy posible que los alumnos que están comenzando su práctica clínica queden asombrados cómo sus docentes se orientan rápidamente y con unas cuantas preguntas logran formarse una idea de lo que le ocurre al paciente. Ellos, en cambio, sienten que deben recorrer una larga lista de preguntas que los hace saltar de un tema u otro, sin que les quede muy claro qué es lo más importante. La diferencia está en los conocimientos sobre cómo se presentan las distintas enfermedades y cuáles son las manifestaciones principales o más importantes. Dentro de esta ordenación juegan un papel importante los siguientes aspectos: a. Conocer las posibles causas de los distintos síntomas y signos. b. Saber agrupar los síntomas y signos. Al poder plantear las posibles causas de un determinado síntoma o signo, automáticamente se van esbozando algunas hipótesis diagnósticas. Por ejemplo, si se toma el síntoma disnea, se plantea si el paciente tiene una afección respiratoria o cardíaca. Si es por la primera causa, interesará conocer si existen antecedentes de tabaquismo, tuberculosis, asma, etc., o si junto a la disnea se presenta tos, expectoración, fiebre o dolor costal sugerente de una puntada de costado. Si la causa es cardíaca, también se revisan los antecedentes buscando una cardiopatía previa y se investiga si la disnea es de esfuerzo, se asocia a ortopnea, disnea paroxística nocturna o edema vespertino de extremidades inferiores. La conversación con el paciente no es recorrer una lista de preguntas de acuerdo a un esquema que aparezca en un libro, sino que es un proceso activo en el cual, en relación a cada respuesta, se analiza en qué medida se han aclarado las dudas y qué nuevas interrogantes han surgido. De esta forma las distintas hipótesis diagnósticas se van reafirmando o descartando, quedando al final sólo las más probables. Esta dinámica implica que, aunque en clase se les enseña a los alumnos revisar primero la anamnesis próxima, y luego los antecedentes mórbidos, o familiares, o sus hábitos, o los medicamentos que ingiere, a lo largo de la conversación las preguntas apuntan en una
u otra dirección, según lo que en cada momento parece más adecuado preguntar. Cuando llega el momento de presentar la información o escribir la ficha clínica, los datos se presentan de acuerdo a un orden establecido y usando los términos que correspondan. A veces, con dos o tres preguntas basta para lograr una orientación bastante precisa y el resto de la conversación se orienta a completar la información para corroborar la impresión inicial. En otras ocasiones, el problema es más difícil, y es posible que incluso habiendo llegado al final del examen físico, todavía no sea posible saber bien qué está pasando. En estos casos será necesario efectuar algunos exámenes de laboratorio complementarios para ampliar la información. En general un síntoma o un signo no es un diagnóstico. Decir que una persona tiene tos, es decir poco. O que presenta fiebre, o que tiene ascitis, no permite explicar lo que realmente está pasando. Más que un diagnóstico, son problemas de salud. Cuando no se tiene idea del diagnóstico, por lo menos es un buen comienzo poder identificar cuáles son los problemas. La siguiente aproximación será intentar plantear cuál o cuáles síndromes son los más probables. La precisión será mayor una vez que se logre identificar las enfermedades que afectan al paciente. El enfrentamiento "plano" versus la investigación con una orientación determinada. La complejidad de las personas puede obligar a tratar de identificar la prioridad de los problemas para "no perderse en el bosque". En todo momento es muy conveniente tener claro qué es lo más importante, qué es lo que tiene un riesgo más vital, qué puede poner en peligro la vida del paciente, o qué le produce más molestias o lo limita más. Incluso es aceptable que exista un esfuerzo mayor para descubrir diagnósticos que son tratables y que tienen buenos resultados terapéuticos, ya que el no haber precisado diagnósticos que no tienen tratamiento no tendrá la misma implicancia para el enfermo. Esta misma necesidad de fijar prioridades puede determinar que el tiempo que se tiene disponible para atender al paciente se dedique de preferencia en atender aquellos problemas más importantes o más urgentes. Si es necesario, se puede planificar otra reunión. La aproximación al paciente no puede ser "plana", o sea, siguiendo un esquema fijo. Si el problema es respiratorio, habrá una mayor concentración en el sistema respiratorio; si es cardiológico, nefrológico, neurológico, etc., la dedicación se orientará en el sentido que corresponda. Esto no debe significar que se deje de efectuar una revisión general, aunque sea somera. Cuando no se sabe lo que al paciente le ocurre, la revisión debe ser muy completa tratando de encontrar una veta que permita llegar al diagnóstico correcto. A los alumnos se les trata de enseñar todo el universo en el cual pueden encontrar información útil. Tienen que ser capaces de revisar la anamnesis actual, los distintos
antecedentes, hacer el examen físico general, el segmentario y exámenes específicos. Efectuar todo esto en cada paciente puede tomar una gran cantidad de tiempo. Es necesario balancear la problemática del enfermo, la necesidad de concentrarse en los problemas más importantes y el tiempo del cual se dispone en un momento dado. Mientras más experiencia se tiene, se gana en velocidad, se es más eficiente, se sabe seleccionar mejor las preguntas, y por lo tanto, en tiempos muy razonables se puede llegar a conocer al paciente en forma muy completa. Esto hace que los alumnos dispongan de tiempos casi ilimitados en sus primeras aproximaciones a los pacientes y a medida que avanzan a cursos superiores, deben aumentar su eficiencia. Aunque al paciente se le mire bajo la perspectiva de las enfermedades que lo aquejan, no se debe dejar de captarlo y verlo como una persona, con su personalidad, sus fortalezas, sus debilidades, su entorno y sus preocupaciones.
Preguntas: 1. ¿Cuál es la diferencia de plantear diagnósticos como "problemas", síndromes o enfermedades? 2. En el enfrentamiento diagnóstico, ¿cuál es la metódica más adecuada para llegar a conocer lo que el paciente tiene?
JHRG-2013