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La Verdad Acerca del Diezmo Por Art Braidic y David Rothwell

Publicado por La Iglesia de Dios Eterna

Traducción: David Sainoz

Este folleto es publicado por La Iglesia de Dios Eterna con el permiso de los autores. Este folleto no es para la venta y es provisto gratuitamente al público como un servicio educacional por los autores y el editor

©Derechos de autor 2005. La Iglesia de Dios Eterna. ® Todos los derechos reservados. Impreso en los EE.UU.

La Verdad Acerca del Diezmo ¿Robará el hombre a Dios? Pues ustedes Me están robando. Pero dicen: ¿En qué te hemos robado? En los diezmos y en las ofrendas. Malaquías 3:8

Vivimos en un mundo que está manejado por el dinero. No importa en que clase de sistema económico vivamos o trabajemos, ¡el dinero es lo importante! Todo el mundo se preocupa por el dinero. Aún algunos de nosotros que vivimos en el oeste de Europa o en los Estados Unidos, las sociedades más prósperas que hayan existido, parece que algunas veces batallamos para hacer que el dinero alcance. Pero, muy pocos en nuestro moderno y complejo mundo, se han detenido a considerar en que la verdadera respuesta a todos los problemas económicos del mundo se encuentra en la Biblia. Hace miles de años, Dios instituyó la ley del diezmo y con ella, una promesa. Si le obedecemos fielmente a Él en pagar los diezmos, nunca nos tendremos que preocupar en que el dinero alcance. Dios mismo promete derramar una bendición en aquéllos que lo honran al seguir Su simple sistema de diezmar La mayoría de las personas conoce el concepto del diezmo, pero aún muchos de los que profesan creer en Dios y la Biblia, se están ahora preguntando si el diezmo sigue siendo válido en nuestro mundo moderno. ¿La ley del diezmo se sigue aplicando en la actualidad? ¿Sigue Dios pidiendo a Su pueblo que diezme? ¿Seguirá Dios bendiciendo a aquéllos que lo hacen?

¿De Quién Es El Dinero? Por supuesto, Dios puede fácilmente cumplir Su promesa de bendecir a aquéllos que diezman. ¡De Él son todas las cosas que existen!, Pero a causa de nuestra condición humana, se nos olvida fácilmente este hecho. Nuestra tendencia humana es creer que todo por lo que hemos trabajado tan fuerte, es nuestro. Creemos que solamente nosotros podemos decidir en como se va a utilizar lo ganado. La verdad es que todo lo que producimos o ganamos, en realidad no es de nosotros. Nunca lo fue, y nunca lo va a ser. Todo le pertenece a Dios. Las gigantescas galaxias espirales del universo, le pertenecen a Dios. La tierra y todas las cosas que están en ella, son Suyas. Él es el poseedor de cada molécula, cada átomo y cada partícula subatómica que existe. Todas las fuerzas, toda la energía y todos los poderes en esta tierra, son de Él. Aún el proceso del pensamiento que utilizamos para generar nuestro bienestar, viene de Él. Nosotros solamente podemos crear los inventos y utilizar la tecnología que tenemos al usar los poderes que nuestro Creador nos ha dado. En muchas Escrituras, Dios lo hace muy claro, que Él es el dueño de todo: 1

Cuanto existe debajo de todo el cielo es Mío. (Job 41:11) Al SEÑOR tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que en ella hay. (Deuteronomio 10:14) … Porque Mía es toda la tierra. (Éxodo 19:5) Porque Mío es todo animal del bosque, y el ganado sobre mil colinas. Conozco a todas las aves de los montes, y Mío es todo lo que en el campo se mueve. Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; Porque Mío es el mundo y todo lo que en él hay. (Salmo 50: 10-12) ‘Mía es la plata y Mío es el oro,’ declara el SEÑOR de los ejércitos. (Hageo 2: 8)

Un Reclamo Anterior Las Escrituras declaran que el Creador es el poseedor de todas las cosas. Él ha dado gentilmente la tierra al hombre para que la use (Salmo 115:16) Como sea, desde el tiempo en que el hombre fue echado del huerto del Edén, hasta el regreso de Cristo para establecer Su reino, los gobiernos civiles de este mundo han ejercido control sobre las naciones. Como la autoridad constituida, ellos ejercitan su derecho a exigir una porción de los ingresos de cada persona. En consecuencia, la mayoría de todos nosotros pagamos del 20 al 30 por ciento en impuestos, mientras que en las naciones socialistas, se paga un mayor porcentaje. La mayoría de la gente reconoce que los gobiernos humanos, tienen el legítimo derecho de recaudar impuestos y que tales impuestos, son un costo inevitable por vivir en la tierra. Sin embargo, lo que la vasta mayoría de gente no se ha dado cuenta, es que hay otro reclamo anterior de nuestros ingresos. Debido a que Dios ha creado al mundo, todo lo que el hombre recibe de la tierra, por derecho pertenece a Dios. Como restitución por el uso de Su creación, Él solamente pide una pequeña porción como pago – una décima parte; el diezmo. La palabra “diezmo” es una palabra muy antigua del castellano. Se ha hecho popular en la actualidad, gracias a la Biblia Reina-Valera, donde la palabra hebrea “ma’asrah”, “décimo” o “décima parte”, es traducida como “diezmo”. La palabra simplemente significa diez por ciento, y desde el principio de los tiempos, los fieles a Dios, le han retribuido a Él, una décima parte de su incremento o ingreso. La mayoría de los estudiantes de la Biblia, están familiarizados con la práctica del diezmo que fue guardada por la nación de Israel durante la istración de Dios bajo el Antiguo Pacto. Bajo esa disposición, el diezmo fue dado a los sacerdotes levitas. Pero, ¿Qué en la actualidad?, ¿Se espera que los cristianos diezmen bajo el nuevo pacto?, Si es así, ¿Porqué? Sin un sacerdocio levítico que apoyar, ¿Cuál es el propósito de diezmar ahora?

Desde el Principio Mientras que la Biblia no tiene registrado un mandamiento directo de diezmar hasta el tiempo de Moisés, es evidente que el sistema de Dios fue entendido y practicado desde los primeros tiempos. Dios le dio al hombre Sus leyes desde el mismo principio. Por ejemplo, Caín y Abel, se reunieron con el propósito de ofrecer sus primeros frutos. Esta no fue una reunión casual. No fue un tiempo en que los dos hombres habían quedado de acuerdo. Era una reunión para celebrar una de las Fiestas anuales de Dios. Las Escrituras revelan: 2

Y el hombre conoció a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido varón con la ayuda del SEÑOR. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció que al transcurrir el tiempo, Caín trajo al SEÑOR una ofrenda del fruto de la tierra. También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y a su ofrenda. (Génesis 4:1-4)

Estos dos hermanos llegaron juntos con el propósito de presentar sus primeros frutos a Dios. Uno dio de los frutos de la tierra, y el otro los primogénitos del ganado. Las Escrituras establecen que ellos trajeron sus ofrendas en el “transcurrir del tiempo”. A primera vista, estas palabras hacen parecer como si ellos simplemente trajeron sus ofrendas después de un periodo de tiempo no específico. Sin embargo, la traducción literal de la frase original en hebreo es: “al final de los días” Las Escrituras establecen que estos hombres vinieron a dar sus ofrendas “¡al final de los días!” ¿Qué días fueron estos? Estos fueron los cincuenta días que llevan al Día Santo anual que es observado al final de la cuenta de siete semanas. ¡Los dos hermanos estaban observando la Fiesta de las Semanas! Ellos trajeron sus primeros frutos como una ofrenda en lo que sería llamado después como el Día de Pentecostés –el mismo día, cuando el Espíritu Santo fue dado al hombre miles de años después. Aunque estas escrituras no se refieren directamente al diezmo, estas demuestran que Dios había dado Su ley a Su pueblo desde el principio. Él había instruido a Adán, a Eva y a sus hijos, en la manera apropiada de adorarlo a Él, incluyendo el guardar Sus Días Santos, el dar las ofrendas y pagar el diezmo. Esto está más ampliamente demostrado en el ejemplo de Abraham con Melquisedec, donde la palabra “diezmo” es utilizada por primera vez en la Biblia. La Biblia describe a un grupo de reyes que planearon invadir y conquistar las ciudades de Sodoma y Gomorra. El sobrino de Abraham, Lot, había escogido vivir en Sodoma y cuando estos reyes atacaron, él fue tomado cautivo por el rey Quedorlaomer. Cuando Abraham oyó de este ataque, inmediatamente armó a trescientos de sus siervos y atacó a los reyes invasores. Dios le dio la victoria y Abraham destruyó a todos los reyes que estaban con Quedorlaomer. Las Escrituras hablan del regreso victorioso de Abraham. Y recobró todos sus bienes, también a su sobrino Lot con sus posesiones, y también a las mujeres y a la demás gente. A su regreso después de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que estaban con él, salió a su encuentro el rey de Sodoma en el Valle de Save, es decir, el Valle del Rey. Y Melquisedec, rey de Salem (Jerusalén, Ciudad de Paz), sacó pan y vino; él era sacerdote del Dios Altísimo. Él lo bendijo, diciendo: "Bendito sea Abram del Dios Altísimo, Creador (Dueño) del cielo y de la tierra; Y bendito sea el Dios Altísimo que entregó a tus enemigos en tu mano." Y Abram le dio el diezmo de todo. (Génesis 14: 16-20)

Abraham le dio a Dios un décimo del botín (Hebreos 7: 4) La palabra griega para “botín” significa “lo principal de lo apilado”. Abraham, no sólo dio el diez por ciento, ¡le dio a Dios lo mejor! Otro punto importante a considerar, es que, cuando Melquisedec vino para reunirse con Abraham, él dijo: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador (Dueño) del cielo y de la 3

tierra” Cuando el Sumo Sacerdote fue a recibir el diezmo del patriarca, Él le recordó esta importantísima verdad –es Dios el poseedor del cielo, la tierra y de todo lo que existe. El simple hecho que Abraham supiera acerca del diezmo, hace el argumento de más peso. La mayoría de la gente ha sido enseñada, que Dios dio Su ley solamente para la antigua Israel, y que Sus leyes no existían sino hasta después del éxodo. Sin embargo, el ejemplo de Abraham muestra otra cosa. Moisés escribe lo que Dios dice: … Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré contigo el juramento que juré a tu padre Abraham. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. En tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra. (Génesis 26:3-4)

Dios prometió que bendeciría a Abraham con abundancia y con un hijo. ¿Por qué?, ¿Por qué Dios bendeciría a este hombre sobre todos los demás? Dios lo explica con estas profundas palabras: Porque Abraham Me obedeció, y guardó Mi ordenanza, Mis mandamientos, Mis estatutos y Mis leyes. (Génesis 26:5)

Abraham guardó los Diez Mandamientos, también guardó los estatutos de Dios, un término traducido en otras partes como “tiempos señalados” –mo’edim-, por lo tanto, es claro que el patriarca celebró los Días Santos de Dios. Además, Abraham también observó “la ley” de Dios. En el versículo de arriba, la palabra “ley” es “Towrah”, como su contraparte “Toráh”, y quiere decir el código de la ley mosaica. Las Escrituras entonces revelan que Abraham guardó los Diez Mandamientos, los Días Santos y otras leyes tales como el diezmo, las cuales fueron luego grabadas en el Pentateuco. El siguiente ejemplo del diezmo, se encuentra en la narrativa de Jacob, cuyo nombre fue luego cambiado al de Israel. Él le había hecho trampa a su hermano con la bendición de la primogenitura, y como resultado, tuvo que huir de su hermano, temiendo por su vida. En su huida, él paró en Bet-el, donde se durmió con una piedra como almohada. Esa noche, Dios vino a él en un sueño, prometiéndole un increíble destino. Al despertarse, Jacob hizo un pacto con Dios, diciendo: Entonces Jacob hizo un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este camino en que voy, y me da alimento para comer y ropa para vestir, y vuelvo sano y salvo (en paz) a casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal será casa de Dios; Y de todo lo que me des, te daré el diezmo. (Génesis 28:2022)

Dios había instruido a Adán y Eva, Caín y Abel, Abraham y luego a Jacob en Su camino de vida, el cuál incluía: Su ley, los Días Santos y el diezmo. Todas estas cosas eran conocidas y practicadas mucho tiempo antes de Moisés. Todos estos héroes de la fe, entendieron el principio del diezmo. Ellos se dieron cuenta que todo lo que ellos poseían había venido del Eterno. Aún sus propias vidas dependían de Su favor. Por lo tanto, ellos estaban más que dispuestos dar a Dios lo que era de ÉL.

Un Cambio en la istración 4

Durante el tiempo del sistema patriarcal, el diezmo era dado a Melquisedec –un sacerdote sin principio de días, ni fin de vida (Hebreos 7: 3) Pero con la nación de Israel, Dios instituyó un cambio en la istración del diezmo. Como Dios había revelado, los hijos de Abraham, los israelitas, estuvieron en Egipto, donde ellos fueron afligidos por cuatrocientos años (Génesis 15:13) Durante este tiempo, llegaron a ser grande en número, pero como esclavos de los egipcios. Ellos se olvidaron de la ley de Dios. Como un ejemplo para la Iglesia al fin de la era, Dios llamó a Moisés para traer esta gran multitud fuera de Egipto (1 Corintios 10: 11) Ya que ellos habían olvidado mucho de Su ley, Dios volvió a proclamar la ley a los israelitas en el monte Sinaí, después que los había liberado de Egipto. Como tampoco ya estaban bajo un sistema patriarcal, también hubo necesidad de un cambio en la istración de la ley. Así es que Dios instituyó algo nuevo –el sacerdocio levítico. Como parte de esta nueva istración, Dios adaptó el sistema existente del diezmo, para que fuera apropiado para toda la sociedad –para toda la nación. Primero, Dios se aseguró que Israel entendiera que el diezmo no era algo que ellos pudieran manejar. Este pertenecía a Dios, y como tal, era santo. El Todo Poderoso lo explicó: Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es del SEÑOR; es cosa consagrada al SEÑOR. Y si un hombre quiere redimir parte de su diezmo, le añadirá la quinta parte. Todo diezmo del ganado o del rebaño, o sea, de todo lo que pasa debajo del cayado, la décima cabeza será cosa consagrada al SEÑOR. No debe considerar si es bueno o malo, tampoco lo cambiará; si lo cambia, tanto el animal como su sustituto serán sagrados. No podrán ser redimidos. Estos son los mandamientos que el SEÑOR ordenó a Moisés para los hijos de Israel en el monte Sinaí. (Levítico 27: 30-34)

El Eterno enseñó a Israel que el diezmo era santo. No era para ser usado en cualquier otra manera que la gente quisiera. Estaba santificado –apartado para uso especial de Dios. Él señaló que el diezmo ya no iría a Melquisedec, sino que sería utilizado para sustentar o apoyar el nuevo sacerdocio levítico. Y mientras Israel permaneciera como una nación bajo el gobierno de Dios, el diezmo sería de los levitas. Como Dios señaló: Y he aquí que yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, a cambio de su ministerio en el cual sirven, el ministerio del tabernáculo de reunión. (Números 18: 21)

Se sobreentendía que todos tenían que diezmar a los levitas. No había excepciones. Aún los sacerdotes, que recibían el diezmo, tenían que diezmar. Dios le dijo a Moisés: También hablarás a los levitas y les dirás: Cuando recibáis de los hijos de Israel los diezmos que de ellos os he dado por vuestra heredad, ofreceréis de ello una ofrenda al SEÑOR, el diezmo de los diezmos. (Números 18:26)

Este era el plan del sistema de Dios, acerca del diezmo con respecto a los líderes religiosos bajo el Antiguo Pacto. El diezmo pertenece a Dios solamente. Este era Suyo, pero Él lo dirigió para ser usado en apoyar a Sus representantes humanos sobre la tierra –los sacerdotes y los levitas, quienes realizaban el trabajo del templo.

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¿El Diezmo Termina con el Nuevo Pacto? Claramente el diezmo fue el sistema de Dios en la Israel Antigua, pero, ¿Qué en la actualidad?, ¿Los Cristianos siguen bajo la obligación del diezmo? En la actualidad, muchos líderes religiosos enseñan que el diezmo ya no es necesario. No es inusual oírlos proclamar que el diezmo fue ordenado a Israel solamente. Ellos dicen que cuando Jesús murió, el Antiguo Pacto terminó, y que con su desaparición, también terminó el diezmo. Ellos dicen que no hay un mandamiento específico de Dios para diezmar en el Nuevo Pacto. Aunque es verdad que los cristianos no están más bajo el Antiguo Pacto, no es verdad que la práctica del diezmo fue descontinuada bajo el Nuevo Pacto. Primero, considere la validez del argumento que no hay un mandamiento directo de diezmar en el Nuevo Testamento. ¿Qué necesidad habría para que Cristo o los apóstoles mandaran al pueblo hacer lo que ya estaban haciendo? Como será demostrado más adelante, la Iglesia del Nuevo Testamento diezmaba. Aún después que el templo fue destruido en el año 70 d C., la Iglesia continuó con la práctica del diezmo, aunque hubo un cambio que se hizo de quién iba a recibir el diezmo (Hebreos 7: 12) Los que se oponen al diezmo, buscan un mandamiento directo de Dios en el Nuevo Testamento que les diga que deben de diezmar, pero, ¿No deberían estar buscando lo contrario? ¿No deberían estar buscando un mandamiento -si es que hay alguno-, que les diga que PAREN de diezmar? Los mandamientos de Dios están activos hasta que Él nos da instrucciones de lo contrario. Por ejemplo, cuando los apóstoles fueron guiados por Dios para que entendieran que a los gentiles no les era requerido que se circuncidaran, ellos tuvieron mucho cuidado de escribir cartas explicando esta decisión. Por lo tanto, no existe en lo absoluto una sola palabra en el Nuevo Testamento que nos diga que ¡NO tenemos que diezmar! Finalmente, nos tenemos que dar cuenta que no había un mandamiento escrito en el Antiguo Testamento con respecto al diezmo durante el tiempo de Abraham o Jacob. Sin embargo, ellos sabían que estaban obligados a diezmar. El diezmo ha sido entendido y practicado desde el mismo principio de la historia humana por todos aquéllos que adoran al verdadero Dios. La Iglesia primitiva continuó con la práctica del diezmo porque las Escrituras que ellos leían les ordenaban que así hicieran. Ellos leían el Antiguo Testamento. Las escrituras del Antiguo Testamento eran la autoridad bíblica para Jesús y la Iglesia primitiva, y estas nos deben guiar en la actualidad también. Veamos algunos ejemplos de cómo veía Cristo al Antiguo Testamento. En Juan 17:17, Él dijo: “Tu palabra es verdadera” Al decir esto, Jesús se refería a las escrituras del Antiguo Testamento. Él confiaba en esas palabras, y nosotros podemos confiar en ellas también. En otro caso, cuando fue tentado por el diablo, Jesús dijo que deberíamos de vivir por cada palabra de Dios (Mateo 4:4) Otra vez, Él habló de las escrituras del Antiguo Testamento las cuales también incluyen las instrucciones para diezmar (Deuteronomio 8:3, 14:22). Mucho después de la muerte de Jesús, el apóstol Pablo también continuaba dando validez a las Escrituras en la Ley, los profetas y los escritos. Por ejemplo, el apóstol de Dios les escribió a los gentiles Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar,

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para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra (2 Timoteo 3:13-17)

No existía el Nuevo Testamento cuando Timoteo era joven, y siguió sin existir durante la vida de Pablo. Aquí Pablo está hablando del Antiguo Testamento, le dice a Timoteo que continúe en lo que había aprendido de las Escrituras durante su niñez. El apóstol le recordó al joven evangelista y nos recuerda a nosotros en la actualidad –que el Antiguo Testamento fue inspirado por Dios y que ¡es provechoso para toda doctrina! Esas escrituras que Pablo y Timoteo leyeron, claramente declaran que la tierra y todas las cosas que hay en ella, son de Dios, que el diezmo es santo y que este le pertenece a Él. Como Pablo profetizó, los hombres malvados se han envilecido más, engañando y siendo engañados. Falsos maestros continúan engañando a la gente con respecto a la verdad de Dios, que incluye la verdad del diezmo entre muchas otras cosas. Aquéllos que enseñan que el diezmo ya es obsoleto, deberían notar bien lo que Jesús claramente estableció con respecto al poder de la ley que perdura mucho después de Su muerte y resurrección. Nuestro salvador dijo que la ley de Dios continuaría siendo válida mientras ¡que el cielo y la tierra existieran! Jesús dijo: No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 5:17-20)

Nuestro salvador les dijo a los líderes religiosos de Sus días, que Él no había venido a quitar la ley. De hecho, Él puso en claro que cualquiera que enseñara a otros a romper o quebrantar aún el más pequeño de los mandamientos, sería llamado pequeño en el Reino. De estas palabras solamente, existe una sola conclusión posible. Aquéllos que enseñan que el Nuevo Pacto quitó el diezmo, no están diciendo la verdad. En la declaración anterior, Jesús también dice que nuestra justicia debe ser más grande que la de los escribas y la de los fariseos. Los escribas y los fariseos practicaban el sistema de Dios del diezmo, y Jesús nunca dijo que los fariseos NO debían dezmar. La verdad es que las palabras de Cristo establecen lo contrario: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: La justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas (Mateo 23:23)

Jesús censuró a estos líderes religiosos por ser muy exigentes con respecto asuntos de menor importancia, mientras que se ignoraba asuntos importantes. Mientras que corregía a estos líderes religiosos, este hubiera sido el tiempo perfecto para Cristo que les revelara que ya no había necesidad de pagar el diezmo, pero ¡Él no lo hizo! Sin embargo, unos pocos días antes de Su crucifixión, Jesús dio una validez directa y pública de la práctica del diezmo.

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Mientras estuvo en la tierra, Jesús aclaró que Él esperaba que la gente diezmara. En una ocasión, cuando los líderes religiosos trataron de acorralarlo, le preguntaron si el pueblo de Dios estaba obligado a pagar impuestos a Cesar. Jesús respondió: Pero Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me ponéis a prueba, hipócritas? Mostre la moneda que se usa para pagar ese impuesto. Y le trajeron un denario. Y Él les dijo*: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Ellos le dijeron*: Del César. Entonces Él les dijo*: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. (Mateo 22: 18-21)

Cristo dijo que éstos líderes religiosos tenían que pagar lo que debían a Cesar, pero que también tenían que dar a Dios lo que era de Él. El asunto de esto, era ciertamente el dinero, y Jesús se estaba refiriendo al diezmo. El diezmo es de Dios y Jesús claramente dijo que tenemos que dar a Dios lo que es de Él. Ya que el Nuevo Testamento hace claro que la circuncisión, las leyes ceremoniales y las leyes de los sacrificios ya no son aplicables, éste nunca sugiere que tenemos que abandonar el resto de las leyes de Dios. De hecho, la Biblia muestra que los cristianos tienen que guardar la ley en su intención espiritual. Es la mente no convertida la que rechaza la ley de Dios. Pablo escribió: ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo (Romanos 8:7)

Este versículo deja en claro que la mente de una persona convertida y que ha entrado en el Nuevo Pacto, está sujeta a la ley de Dios. El libro de Hebreos establece: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días –dice YHWH: Pondré mis leyes en su corazón y en su mente las escribiré (Hebreos 10:16)

Obviamente, el Nuevo Pacto no quitó la ley de Dios. En su lugar, a través del Espíritu de Dios, Su ley llega a ser una parte integral de nuestros pensamientos y acciones. Su Espíritu nos permite ver el valor de la ley. La valoramos como una luz que guía nuestras vidas en un mundo de oscuridad. Entendemos que las palabras que Jesús dijo a los fariseos cerca de dos mil años atrás, siguen siendo absolutamente verdaderas en la actualidad. No tenemos que dejar de diezmar.

La Iglesia Primitiva La Iglesia del primer siglo, entendió el lugar de la ley de Dios en la vida cristiana. Ellos creían y practicaban la ley de Dios –incluyendo el sistema del diezmo. Casi todos los eruditos e historiadores están de acuerdo que hasta el año 70 d. C., cuando el templo fue destruido, los cristianos diezmaban para apoyar a los levitas y el templo. Los judíos convertidos al cristianismo, simplemente continuaron con su práctica de toda la vida de diezmar a los levitas. Es muy probable que el apoyo para el ministerio en la Iglesia primitiva, viniera principalmente de las ofrendas voluntarias. Aunque las Escrituras nunca abolieron la práctica del diezmo, Dios hizo otro cambio en la manera en que este tendría que ser istrado. Como va a ser demostrado más adelante, fue poco antes de la destrucción del templo que este cambio istrativo de la ley del diezmo, fue 8

hecho para apoyar el ministerio de Cristo. Antes de este cambio en la istración, la práctica del diezmo continuó con los judíos, así como con los gentiles convertidos. Este hecho se ve ilustrado por la famosa conferencia en Jerusalén, cuando el asunto de la circuncisión fue debatido. Durante la conferencia, la Iglesia juzgó que los gentiles que se convertían a Cristo, no les era requerido, que primero llegaran a ser judíos. Esto quiere decir que los hombres gentiles no tenían que pasar por el doloroso rito de la circuncisión, como requisito para llegar a ser cristiano. El apóstol Santiago, enlistó cuatro cosas que eran requeridas a los gentiles: Por tanto, yo opino que no molestemos a los que de entre los gentiles se convierten a Dios, sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre ( Hechos 15: 19-20)

¿Fueron éstas cuatro cosas, todo lo que se esperaba de los gentiles que se convirtieron a Cristo?, O ¿Dios pide más?, ¿Los gentiles ya no tenían que observar otros aspectos de la ley, excepto los que se encuentran aquí?, O ¿Hay más de esta historia? Algunos claman que estas cuatro cosas que Santiago pidió de los gentiles, anulaban el resto de la ley de Dios para ellos. En ningún momento Santiago sugirió esto, y no dice en alguna parte, que los gentiles no estaban obligados a guardar los Diez Mandamientos de Dios. Solamente abstenerse de la contaminación de ídolos, fornicación y comer carne que fue estrangulada u ofrecida a los ídolos, ¡no les daba el derecho de robar, mentir o matar! Como pastor de la Iglesia de Jerusalén, Santiago simplemente enlistó aquéllos problemas que eran problemas comunes de los gentiles que venían de adoración a ídolos, a una comunidad de judíos en la comunidad cristiana. La razón por la que él no instruyó a la Iglesia a escribir, más de esas cuatro reglas, se establece en el siguiente versículo: Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los días de reposo es leído en las sinagogas (Hechos 15:21)

Este versículo hace claro que los apóstoles esperaban de los gentiles, que asistieran a las sinagogas todos los Sabbaths, donde ellos podrían oír todo acerca de la ley. Allí ellos tendrían la explicación de los Diez Mandamientos, y entre otras muchas cosas, aprender acerca del diezmo. La historia también declara el hecho que la Iglesia practicaba el guardar los Diez Mandamientos de Dios y también observaba el diezmo. A causa de sus creencias y prácticas, la Iglesia cristiana primitiva, era considerada originalmente, como solamente otra secta del judaísmo. Los escritos seculares, muestras que después de la destrucción del templo, los cristianos en Jerusalén emigraron para Pela. La Historia de la Iglesia Primitiva, nos dice: Antes del sitio, los cristianos dejaron la ciudad: Por una profecía que había sido revelada a los líderes de la Iglesia de Jerusalén. Los fieles fueron amonestados a dejar la ciudad antes de la guerra, e ir a vivir en un pueblito en Perea llamado Pela; ellos allí se recluirían pacíficamente, y por lo tanto, la metrópolis de los judíos y toda la tierra de Judea, fue abandonada por los santos (p.306)

En Pela, estos cristianos primitivos, fueron llamados nazarenos. La Enciclopedia Británica, ex

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Ellos fechan su asentamiento en Pela desde el tiempo de la salida de los judíos cristianos de Jerusalén, inmediatamente antes del sitio en el año 70 a. C…. Ellos reconocen el Nuevo Pacto, así como el Antiguo, y creían en la resurrección, y en un Dios y Su hijo Jesucristo. Ellos utilizaban la versión aramea del Evangelio según Mateo, el cuál ellos llaman el Evangelio a los Hebreos, pero que se adherían, lo más posible al sistema mosaico con respecto a la circuncisión, Sabbaths, leyes de alimentación y a todo lo demás, ellos no se negaban a reconocer el apostolado de Pablo y los derechos de los cristianos paganos (Onceava Edición, p 319)

Estos primeros cristianos del primer siglo, continuaron practicando estas mismas creencias, mientras vivieron en esta localidad por muchas décadas. Ellos creían en Jesús y guardaron todas las cosas del Antiguo Pacto, con excepción de las ceremonias levíticas y los sacrificios. Claramente, los primeros cristianos creían y practicaban el diezmo. Sin embargo, hasta alrededor del tiempo de la destrucción del templo, ellos diezmaban a los levitas, como las Escrituras lo ordenaban. Los apóstoles y el ministerio de la Iglesia, no eran necesariamente levitas, y por lo tanto, la obra de la Iglesia era apoyada por las ofrendas voluntarias. Dios después hizo un cambio en la istración del diezmo, pero antes de eso, el ministerio cristiano fue sustentado por los de la Iglesia.

¿Cómo fue Sustentado el Ministerio Antiguo? Aquellos que fueron enviados a trabajar al servicio de Cristo, no se les dio una gran cantidad de dinero o suplementos para sustentarlos. Se esperaba que viajaran a otras ciudades, para predicar el Evangelio ahí, y no llevaban dinero o vestidos con ellos. Las instrucciones de Jesús a Sus discípulos fueron: Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; Y a nadie saluden por el camino. En cualquier casa que entren, primero digan: 'Paz a esta casa. Y si hay allí un hijo de paz, la paz de ustedes reposará sobre él; Pero si no, se volverá a ustedes. Permanezcan entonces en esa casa, comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero es digno de su salario. No se pasen de casa en casa (Lucas 10:3-7)

El Mesías envió a Sus discípulos, esperando que fueran sustentados por aquellos que aceptaran lo que se les enseñaba. Y al hacerlo así, Él les recordó que “el trabajador es digno de su paga”. Esto simplemente quiere decir que ellos eran merecedores de recibir un salario por sus servicios. Pablo reitera este mismo principio en su carta a la Iglesia de Galacia: Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña. No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos (No desmayemos) de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos. Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:6-10)

Pablo establece que aquellos que han sido enseñados, “compartan” con aquellos que les enseñan. Esta palabra “compartir” no quiere decir, tener una conversación con la persona. La 10

palabra “compartir” es “Koinoneo” en griego, y significa “tener un compañerismo con,” llegar a “compartir con” o “distribuir” Esta misma palabra es usada en Romanos 12:13 donde dice que los hermanos romanos tenían que contribuir para las necesidades de los santos. En otras palabras, Pablo les estaba diciendo a los de la Iglesia que tenían que apoyar a aquéllos que les enseñaban. Adam Clarke escribe en su comentario, que los cristianos debían: Contribuir a la manutención del hombre quien se ha consagrado a la obra del ministerio, y quien rinde su tiempo y su vida para predicar el evangelio. Pareciera que algunos de los creyentes en Galacia, recibieron al ministerio cristiano, sin contribuir para su manutención. Esto es ingratitud y es básico. Nosotros no esperamos que un maestro de escuela, de su tiempo para enseñar a nuestros niños el alfabeto, sin que sea remunerado por esto. ¿Podríamos suponer que es justo para la persona que se sienta a enseñar el evangelio, para que podamos crecer en sabiduría para la salvación y no contribuir en el apoyo del maestro espiritual? Esto sería injusto (Comentario del Nuevo Testamento de Adam Clarke)

En otro caso, el apóstol Pablo, escribió al joven evangelista Timoteo, aconsejándole de su ministerio. Después, instruyéndole que la Iglesia debe honrar a las viudas. Pablo le dice a Timoteo que ciertos ancianos son dignos de doble honor. Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Porque la Escritura dice: NO PONDRÁS BOZAL AL BUEY CUANDO TRILLA, y: El obrero es digno de su salario (1 Timoteo 5:17-18)

¿Qué quiere decir Pablo cuando escribió que los ministros que son efectivos en su servicio merecen “doble honor?” En su comentario bíblico, Adam Clarke, explica el significado de estas dos palabras: “doble honor” (“diplhv timh” en griego): Casi todos los críticos iten que “timh” aquí, significa recompensa, estipendio, salario (y en)…versículo 18, las Escrituras dicen, no le pondrás bozal al buey – esta es una prueba manifiesta que al decir “timh”, en el verso anterior, el apóstol se refería a un salario, a una ganancia … un salario más grande que el de las viudas oficiales mencionadas antes… (Comentario de Adam Clarke del Nuevo Testamento)

Después, en un caso posterior, Pablo escribió que él tenía el derecho de ser sustentado por los de la Iglesia. En su carta a la Iglesia de Corinto, Pablo defiende su posición como apóstol, haciendo claro que él hubiera podido requerir apoyo financiero de los hermanos: ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber? ¿Acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una esposa creyente, así como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas? ¿O acaso sólo Bernabé y yo no tenemos el derecho a no trabajar? ¿Quién ha servido alguna vez como soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿O quién cuida un rebaño y no bebe de la leche del rebaño? ¿Acaso digo esto según el juicio humano? ¿No dice también la ley esto mismo? Pues en la ley de Moisés está escrito: NO PONDRÁS BOZAL AL BUEY CUANDO TRILLA. ¿Acaso le preocupan a Dios los bueyes? ¿O lo dice especialmente por nosotros? Sí, se escribió por nosotros, porque el que ara debe arar con esperanza, y el que trilla debe trillar con la

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esperanza de recibir de la cosecha. Si en vosotros sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de vosotros cosechemos lo material? Si otros tienen este derecho sobre vosotros, ¿no lo tenemos aún más nosotros? Sin embargo, no hemos usado este derecho, sino que sufrimos todo para no causar estorbo al evangelio de Cristo. ¿No sabéis que los que desempeñan los servicios sagrados comen la comida del templo, y los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parte? (1 Corintios 9:4-13)

Como estos versículos muestran, Pablo creía que él tenía el derecho de ser sustentado por los de la Iglesia. Lo que dice en el versículo 13, “Los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parte,” es una referencia a los sacerdotes, que comen de las ofrendas que fueron llevadas al altar. Claramente Pablo está igualando su servicio con aquél de los sacerdotes. Pablo escribió: Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio, vivan del evangelio. (1 Corintios 9:14)

No hay duda que Pablo creyó y enseñó que el ministerio tiene que recibir una paga, y que los siervos de Dios, tenían el derecho de ser sustentados por la gente que recibía las enseñanzas de Cristo a través de ellos. Sin embargo, Pablo no siempre escogió ejercer este derecho. Por ejemplo, él no tomó dinero de las Iglesias gentiles cuando las acababa de establecer. Esto fue, porque no quería ser una carga para los nuevos cristianos gentiles que estaban a su cuidado. Esto no quería decir que él no tuviera el derecho de ser sustentado por ellos. Tampoco quiere decir, como algunos piensan, que él no creía en el diezmo. Cuando fue confrontado por Félix, y sus creencias fueron cuestionadas. Pablo habló estas significativas palabras al gobernador romano: Pero esto ito ante ti, que según el Camino que ellos llaman secta, yo sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que es conforme a la ley y que está escrito en los profetas (Hechos 24:14)

El apóstol Pablo creyó en la ley y los profetas. Él creía en el diezmo. Por consiguiente, tenía que haber enseñado el diezmar, y tenía que haber diezmado del salario o ganancias que él obtenía de hacer tiendas. Pero, él tenía que haber diezmado a los levitas, no a la Iglesia. Mientras que el templo estuvo en pie, los levitas recibían el diezmo, no los ministros de la Iglesia. La nueva Iglesia cristiana y sus ministros eran apoyados por medio de las ofrendas. Pero, mientras el año 70 d. C. se acercaba y con la destrucción del templo, todo esto cambió pronto.

Otro Cambio en la istración El diezmo, fue el sistema del pueblo de Dios que siempre entendió y practicó desde el principio. Nunca fue abolido, pero la istración de éste, fue cambiada. Con la destrucción del templo y el subsecuente fin del sacerdocio, Dios hizo un cambio en quién debía recibir los diezmos. De la misma manera que hubo un cambio en la istración del diezmo de Dios, del tiempo de los patriarcas al tiempo de los levitas, también hubo otro cambio en la istración del diezmo con el nacimiento del Nuevo Pacto. Este cambio se ve claramente en el libro de Hebreos. Escrito aproximadamente 64 d. C., poco antes de la destrucción del templo y la disolución del sacerdocio. Este libro fue hecho para informar a los hebreos que es lo que permanecería. 12

Con la destrucción del templo, el sacerdocio fue disperso, su ministerio se terminó, y con este, los lavados ceremoniales, los sacrificios se acabaron. Pero, ¿Qué remplazaría ese sistema? Jesús había dicho que la ley continuaría hasta que los cielos y la tierra dejaran de existir. ¿Qué pasó con la ley del diezmo? Con la ascensión de Jesucristo a los cielos como nuestro Sumo Sacerdote, hubo muchos cambios. El al Padre en el lugar santísimo dejó de ser negado a todos excepto al sumo sacerdote. Ahora estaba accesible a todos aquéllos que se reconciliaban con Dios a través de Cristo (Hebreos 2: 17-18; 9:1-8) Las leyes ceremoniales fueron como maestros de escuela, para traer gente a Cristo. Ahora, ya no eran necesarias para aquéllas personas que creyeron (Hebreos 9:1-14) Cristo había venido, y estas leyes eran ahora una distracción de la realidad. Sin embargo, el autor deja bien claro que el Sabbath permanecía. Como la traducción literal más tradicional de la Versión Estándar Revisada establece: Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las suyas (Hebreos 4: 910, VER)

Las Escrituras lo hacen claro, que el Sabbath permanecería, pero ¿Qué pasa con el diezmo? ¿También permanecería? El autor de Hebreos provee una explicación, antecediendo su respuesta con el hecho que Jesús y Melquisedec son uno y el mismo. El autor de Hebreos escribe: La cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre. Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salió al encuentro de Abraham cuando éste regresaba de la matanza de los reyes, y lo bendijo. Abraham le entregó el diezmo de todos los despojos, cuyo nombre significa primeramente rey de justicia, y luego también rey de Salem, esto es, rey de paz, sin padre, sin madre, sin genealogía, no teniendo principio de días ni fin de vida, siendo hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote a perpetuidad (Hebreos 6:19-20; 7:1-3)

Jesucristo, quien apareció a Abraham como el sacerdote Melquisedec, es ahora nuestro Sumo Sacerdote para siempre. El diezmo siempre ha pertenecido a Él. Como el autor escribió, Melquisedec tomó el diezmo directamente de Abraham: Considerad, pues, la grandeza de este hombre a quien Abraham, el patriarca, dio el diezmo de lo mejor del botín. Y en verdad los de los hijos de Leví que reciben el oficio de sacerdote, tienen mandamiento en la ley de recoger el diezmo del pueblo, es decir, de sus hermanos, aunque éstos son descendientes de Abraham. Pero aquél cuya genealogía no viene de ellos, recibió el diezmo de Abraham y bendijo al que tenía las promesas (Hebreos 7:4-6)

Con la introducción del sacerdocio levítico, hubo la necesidad de hacer un cambio en la istración de la ley del diezmo. A los levitas se les dio el mandamiento de Dios de recibir Sus diezmos por Él. Y con la ascensión de Cristo al trono de Dios como nuestro Sumo

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Sacerdote, seguido por la destrucción del templo y la abolición del sacerdocio físico, hubo otro cambio necesario en la istración de la ley. El autor de Hebreos establece: Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley (Hebreos 7:12)

¿De qué ley se está hablando? ¡De la ley del diezmo!, Pero, ¿Qué ha cambiado? ¿La ley del diezmo ha sido abolida?, ¿Ya no se tiene que aplicar? No, la ley del diezmo no ha sido abolida. El diezmo sigue perteneciendo a Melquisedec, pero ya no es pagado a los levitas. Es istrado en la actualidad por Sus verdaderos ministros para la obra de la predicación del evangelio. Cuando Cristo regrese a esta tierra, Él hará nuevamente un cambio en la istración del diezmo. Cristo restaurará nuevamente a los levitas en sus puestos de servicio en Su ministerio. Dios lo declaró: 'Y los levitas que se alejaron de mí cuando Israel se descarriaba, que se alejaron de mí tras sus ídolos, llevarán el castigo por su iniquidad. 'Serán servidores en mi santuario, encargados de las puertas del templo y servidores en el templo; ofrecerán el holocausto y el sacrificio para el pueblo, y estarán delante de ellos para servirles (Ezequiel 44:10-11)

En este tiempo futuro, los sacerdotes nuevamente serán apoyados con el diezmo. El diezmo seguirá perteneciendo a Melquisedec, pero será nuevamente istrado por los levitas. El libro de Hebreos nos deja claro que Dios sigue esperando que Su pueblo diezme en la actualidad. En el reino milenial, el diezmo irá a los sacerdotes, quienes servirán en el templo, pero en la actualidad, es dirigido a los ministros de la Iglesia de Dios.

¿Por qué Debe Usted Diezmar? El modelo de diezmo siempre ha sido seguido por el pueblo de Dios desde el principio, y este continuará después del regreso de Cristo. Pero, ¿Qué si no diezmamos?, ¿Es un pecado? La mayoría de nosotros, nunca pensaríamos en robar cualquier cosa de alguna persona. Nosotros, ciertamente no consideraríamos robar al gran Dios. Sin embargo, el Eterno nos advierte que cuando no diezmamos, le estamos robando a Él. Las palabras del Todo Poderoso, grabadas hace muchos siglos, resuenan en nuestros oídos con la siguiente pregunta y su profunda respuesta. ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando. Pero decís: ¿En qué te hemos robado? En los diezmos y en las ofrendas (Malaquías 3:8)

Dios dice que si nosotros retenemos el diezmo de Él, ¡lo estamos robando! Estamos tomando lo que le pertenece a Él. Reteniendo el diezmo viola el octavo mandamiento –“no robarás.” Fallar en el diezmo es robar – ¡un pecado directo en contra de Dios mismo! Algunos dirán que este es un versículo del Antiguo Testamento, que ya no aplica a aquellos que están bajo el Nuevo Pacto. Pero veamos el contexto de este versículo. El libro de Malaquías no fue escrito principalmente para los judíos que vivían en su tiempo. Este está dirigido principalmente al pueblo de Dios, ahora viviendo en los últimos días. Malaquías escribió:

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He aquí, yo envío a mi mensajero, y él preparará el camino delante de mí. Y vendrá de repente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el mensajero del pacto en quien vosotros os complacéis, he aquí, viene -- dice el SEÑOR de los ejércitos (Malaquías 3:1)

Esta profecía es dual en naturaleza, esta habla no sólo de Juan el Bautista, quien preparó el camino para Jesucristo en Su primera venida (Mateo 15:9-10), sino que también avisa de la segunda venida de Cristo. Habla de un mensajero al final de los tiempos, que anunciará la segunda venida de Cristo y con esta, El Día del Señor. Este hecho llega a ser absolutamente claro cuando leemos los siguientes versículos. Malaquías continúa: ¿Pero quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando Él aparezca? Porque Él es como fuego de fundidor y como jabón de lavanderos. Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al SEÑOR. Entonces será grata al SEÑOR la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días de antaño y como en los años pasados. Y me acercaré a vosotros para el juicio, y seré un testigo veloz contra los hechiceros, contra los adúlteros, contra los que juran en falso y contra los que oprimen al jornalero en su salario, a la viuda y al huérfano, contra los que niegan el derecho del extranjero y los que no me temen— dice el SEÑOR de los ejércitos (Malaquías 3:2-5)

Jesús no cumplió con estos versículos en Su primera venida. Estos versículos hablan de la segunda venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores. En este regreso triunfante, Él restaurará y purificará el sacerdocio levítico. Entonces, los sacerdotes harán sacrificios en Jerusalén –el futuro cuartel general mundial del gobierno de Dios. El contexto aquí, claramente muestra que la acusación en contra de los hombres que roban a Dios, está dirigida a nosotros en la actualidad. Aún aparte de este contexto, estas palabras aplican a nosotros. Veamos esta poderosa declaración en el versículo seis: Porque yo, el SEÑOR, no cambio… (Malaquías 3:6)

Jesucristo no ha cambiado. Él es el mismo ayer, hoy y para siempre (Hebreos 13:8) Como Él dijo, tenemos que vivir por cada palabra de Dios (Mateo 4:4). Todas las Escrituras – incluyendo el Antiguo Testamento – son inspiradas por Dios y útiles para enseñar la doctrina (2 Timoteo 3:16) Jesús, hablando de la atención que los fariseos ponían en los detalles al diezmar en la menta, el anís y el comino –las hierbas más pequeñas —dijo que era algo que ellos tenían que hacer (Mateo 23:23) Él no había abolido Su ley. Con la destrucción temporal del templo y el sacerdocio, el diezmo es istrado de diferente manera, pero es la misma ley del diezmo. El diezmo sigue perteneciendo a Dios. Por supuesto, la razón más importante de porque usted, como cristiano debe diezmar, es simplemente que nuestro Creador nos ordena que así lo hagamos. Pero aparte del hecho que Dios nos manda que diezmemos, existe otra razón vital para nosotros para hacerlo.

Las Grandes Comisiones Antes de Su crucifixión, Jesús habló a Sus discípulos en el Monte de los Olivos, donde Él explicó las varias señales que ocurrirían antes de Su triunfante retorno a la tierra y el establecimiento del Reino de Dios. Durante este tiempo, Él también reveló que habría una gran 15

comisión para sus seguidores. Él explicó que la Iglesia debería predicar las buenas noticias –el mensaje del Reino—al mundo entero, como testigo a todas las naciones antes del fin (Mateo 24:14) Después de Su crucifixión y resurrección, Jesús visitó a los mismos seguidores numerosas veces. Durante la última vez, Él habló de esta gran obra en la cuál los apóstoles jugaban un papel de vital importancia. Mateo escribió Sus palabras: Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:18-20)

Sigue existiendo hasta nuestros días esta obra santa para ser cumplida. Sigue habiendo una comisión de Dios para Su pueblo. Tenemos que predicar el evangelio de Su Reino venidero y alertar a la humanidad al arrepentimiento. Esta es la primera y gran comisión. Este no es el único trabajo de la Iglesia. Existe otra parte de la obra de Dios que tiene que ser realizada en nuestra época. La Iglesia tiene que realizar una tarea igualmente importante al cuidar de aquellos que Dios ha llamado a ser compañeros en el trabajo. Cristo enfatizó la importancia de esta segunda comisión, en una de Sus visitas a la tierra, cuando Él realizó el milagro de llenar las redes de los discípulos, un día cuando ellos estaban pescando. Después, Él cenó con ellos y reveló la razón de Su visita. Hablando al apóstol Pedro, Jesús dijo: Entonces, cuando habían acabado de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis corderos. Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: ¿Me quieres? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas (Juan 21:15-17)

Muchos creen que Jesús repitió la frase “apacienta a mis ovejas” tres veces, para reflejar el número de veces que Pedro lo había negado. Como sea, no hay duda que estas palabras, representan una segunda e igualmente importante comisión dada a la Iglesia. Además de predicar el evangelio del Reino de Dios al mundo, la Iglesia tiene que alimentar espiritualmente al pueblo de Dios. Esta es una de las razones por la que Cristo les dio a los de la Iglesia varios talentos. Dentro de la Iglesia ha habido apóstoles, evangelistas, pastores y maestros a quienes Dios les ha dado dones “para la perfección de los santos, para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12) En nuestra época moderna, esta doble comisión significa que debe haber literatura escrita e impresa, tiempo que puede ser comprado para programas de radio y televisión, grabaciones y folletos tienen que ser enviados por correo, debe haber gente trabajando para hacer estas cosas. Además, hay salones para rentar, equipo de sonido que comprar. Hay costos para “apartar” y conducción de los lugares de la Fiesta. Como Salomón dijo, el dinero es la respuesta para todo (Eclesiastés 10:19) 16

Dios usa Su ley del diezmo, para proveer el financiamiento necesario para apoyar la obra que Él hace a través de Sus siervos. Esta es la segunda razón, por la que usted como cristiano debe diezmar. Pero, existe todavía otra razón para diezmar.

Una Promesa de Dios Es trágico que alguna gente no entienda el valor del diezmo. Como un dicho dice, “Cuando es tiempo de dar, alguna gente para en la nada.” Con tal política, ellos pierden un beneficio mayor de lo que ellos pudieran imaginar. Mientras que Dios ordena a Su pueblo diezmar, y hay una gran obra por hacer, el Todo Poderoso también promete dar una gran bendición a aquéllos que lo honran con su diezmo. Al diezmar, le mostramos a Dios que creemos que Él es real y que Él recompensa a aquéllos que lo obedecen (Hebreos 11:6) Él nos recompensará por la obediencia a Su estatuto del diezmo. El Dios que nunca cambia bendecirá a Su pueblo por la obediencia. Él también nos advierte que hay una maldición por la desobediencia. Por medio de nuestro diezmo, demostramos que creemos que Dios es el Rey del universo, que Él es el poseedor de todas las cosas y que Él proveerá para nosotros y nos protegerá. Como Malaquías escribió: Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto--dice el SEÑOR de los ejércitos-- si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde (Malaquías 3:10)

Dios le promete a cada uno de nosotros que si le diezmamos a Él, Él derramará una bendición. Sin embargo, en nuestra moderna y materialista época, la gente es apasionadamente manejada por su deseo de tener el máximo de dinero posible. Jesús nos advierte: Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24)

En otras versiones de la Biblia, dice que no se puede servir a Dios y a Mammón, donde Mammón, es el dios ficticio del dinero. En la actual sociedad materialista, la gente adora este falso dios indiscriminadamente. Nosotros no podemos permitirnos ser atrapados por ese espíritu de codicia. No podemos pensar que servimos al verdadero Dios y al mismo tiempo retener Su diezmo. Debemos buscar lo que es eterno. Como Jesús dijo: No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; Sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón (Mateo 6:19-21)

Dios nos bendecirá con todo lo que necesitemos si confiamos en Él. Tal vez, esta es una de las más grandes bendiciones que resultan de diezmar. Aprendemos a confiar en el gran Dios. A través del diezmo, llegamos a ver las riquezas por lo que en realidad son. El efecto adverso de la presión constante que nuestra sociedad ejerce sobre nosotros por hacer dinero, es removido. No tenemos que batallar con la ansiedad que plaga millones de consumidores en el mundo actual. Tenemos la confianza que Dios proveerá para nosotros. Como nuestro Salvador explica, aquéllos que diezman fielmente, no tienen de que preocuparse. Jesús lo explica:

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A Sus discípulos Jesús les dijo: Por eso les digo que no se preocupen por su vida, qué comerán; Ni por su cuerpo, qué vestirán. Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que la ropa. Consideren los cuervos, que ni siembran ni siegan; No tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! ¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Si ustedes, pues, no pueden hacer algo tan pequeño, ¿por qué se preocupan por lo demás? Consideren los lirios, cómo crecen; No trabajan ni hilan. Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! Ustedes, pues no busquen qué han de comer, ni qué han de beber, y no estén preocupados. Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; Pero el Padre de ustedes sabe que necesitan estas cosas. Pero busquen Su reino, y estas cosas les serán añadidas (Lucas 12:22-31)

Esta es una maravillosa promesa del poderoso Dios. Si lo vamos a honrar a Él con nuestras ganancias, Él promete que nos bendecirá con esas cosas físicas que necesitamos (Proverbios 3:9-10) La práctica del diezmo, nos libra de las preocupaciones y la ansiedad, porque estamos viviendo a la manera de Dios del dar, en lugar del camino de la codicia –constantemente luchando por lograr todo lo que podamos para nosotros mismos. Nuestro mundo moderno parece impulsado hacia delante por su dedicación a la codicia. Sus sistemas económicos, están construidos sobre la filosofía del obtener más y más para sí mismos. Tal pareciera que hemos construido una sociedad entera, que está motivada en qué tanto podemos tomar de los demás. Estafas y trampas parecen estar impresos de manera sutil en cada negocio financiero y encontramos que necesitamos abogados para casi todo acuerdo que hacemos. El camino de vida de Dios, es exactamente lo opuesto de lo que somos testigos en este mundo. El camino que lleva a Su Reino, viviendo con Él por la eternidad, y experimentando la manera en que Él vive, es un camino que muestra amor por los otros, así como de uno mismo. El camino de Dios es de “dar”, no de “obtener”. Jesucristo describe al Padre como alguien que vive una vida de dar. Él nos dice: Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda. Ustedes han oído que se dijo: 'AMARÁS A TU PRÓJIMO y odiarás a tu enemigo.' Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos; porque Él hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen más que otros? ¿No hacen también lo mismo los Gentiles (los paganos)? Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto (Mateo 5:42-48)

Al diezmar, recibimos lo que sería el más grande beneficio imaginable. Aprendemos a vivir como lo hace el Padre –a ser como Él. Nos libra de la avaricia y la codicia, por lo tanto, llegamos a ser gente que nos damos sin egoísmos. De esta manera, el diezmar nos prepara para vivir de la misma manera que Dios vive. Al diezmar, también hacemos a Dios nuestro compañero de finanzas, y como tal, no existe manera que perdamos. Dios es un ser que da, no retiene nada que sea bueno para nosotros.

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Sus bendiciones en esta vida y aquellas que se recibirán en el Reino, serán más maravillosas de lo que jamás podamos ser capaces de comprender. En ese contexto, el Todo Poderoso promete que a Su mano derecha hay placeres esperando por nosotros, las cuales durarán para siempre (Salmo 16:11) Él, algún día nos dará la tierra entera (Mateo 5:5). Éste gran Ser que nos da sin egoísmos, también hace la siguiente promesa: Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir. (Lucas 6:38)

Dios es un Ser de enorme amor. Él creó el universo, esta tierra, las hermosas montañas, los árboles y flores para nosotros. Él creó el alimento que sabe tan bien. Él nos dio la capacidad de componer y oír hermosa música. Él nos diseñó con la capacidad de disfrutar las vistas marinas, paisajes, y los atardeceres. Él nos dio la capacidad de conocerlo a Él, compartir en una relación de amor íntima. Y aún nos dio a su amado Hijo, para que pudiéramos vivir para siempre. Todo lo que Él nos da en este mundo físico, no es sino una sombra de lo que Él nos dará en el Reino. Dios nunca termina de dar. Él está creando en estos momentos, un lugar glorioso para nosotros en la hermosa Nueva Jerusalén. Cuando diezmamos, aprendemos a entender, tanto Su plan para la humanidad, así como Su camino de vida.

Un Segundo Diezmo Es claro que Dios espera que Su pueblo diezme para apoyar al ministerio. Sin embargo, Dios también desea que Su pueblo guarde Sus fiestas anuales. Por lo tanto, Él instruye a Su pueblo a que guarde un segundo diezmo. Cuando la nación de Israel entró a la tierra prometida, se le dio instrucciones de cómo y cuando guardar las fiestas. Tres veces cada año, ellos tenían que viajar al lugar donde Dios había puesto su nombre y ahí celebrar los Días de Panes sin Levadura, Pentecostés, y la Fiesta de Tabernáculos. El pueblo tenía que regocijarse en estas fiestas y comer de los sacrificios y adorar al gran Dios del universo. Dios proveyó un diezmo adicional que permitiera a Su pueblo celebrar estos Días Santos. Fielmente diezmarás todo el producto de tu siembra, lo que rinda tu campo cada año. Comerás en la presencia del SEÑOR tu Dios, en el lugar que Él escoja para poner allí Su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino nuevo y de tu aceite, y los primogénitos de tus vacas y de tus ovejas, para que aprendas a temer siempre al SEÑOR tu Dios. Pero si el camino es tan largo para ti, que no seas capaz de llevar el diezmo por estar lejos el lugar donde el SEÑOR tu Dios escoja para poner allí Su nombre, cuando el SEÑOR tu Dios te haya bendecido, entonces lo cambiarás por dinero, y atarás el dinero en tu mano e irás al lugar que el SEÑOR tu Dios escoja. Podrás gastar el dinero en todo lo que tu corazón apetezca: en vacas u ovejas, en vino o sidra, o en cualquier otra cosa que tu corazón desee; Allí comerás en presencia del SEÑOR tu Dios, y te alegrarás tú y tu casa. Tampoco desampararás al Levita que habite en tus ciudades, porque él no tiene parte ni heredad contigo (Deuteronomio 14:22-27)

Es evidente de los versos arriba mencionados, que este diezmo es diferente de aquél que era dedicado a los levitas. El gran Dios dador, provee este diezmo adicional, para que Su pueblo pudiera profundamente regocijarse adorándolo. Recolectado y guardado por las personas, este diezmo era usado con el expreso propósito de regocijarse en las fiestas de Dios. Este puede ser 19

utilizado en cualquier cosa que el individuo o su familia pudiera desear. También tenía que ser compartido con los levitas, quienes no poseían tierra. Dios tenía planeado un ciclo de obediencia, de dar y bendecir. Él bendeciría a Su pueblo por su obediencia a Su ley. Ellos recogerían Sus bendiciones de abundante cosecha, y ellos gastarían su dinero y se regocijarían –aún se mimarían así mismos--, durante los especiales Días Santos de Dios.

Un Tercer Diezmo para Israel Cada sociedad tiene sus pobres, sus oprimidos, sus huérfanos y casos donde por causas ajenas, los individuos experimentan problemas financieros. Así como Dios es un Ser de enorme misericordia y gentileza, Él proveyó para tales casos con todavía otro diezmo –un tercer diezmo. Este tercer diezmo era sólo requerido el tercer y sexto año de cada siete años. Note las instrucciones de Dios concerniente a este diezmo: Al fin de cada tercer año, sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año y lo depositarás en tus ciudades. Y vendrá el Levita, que no tiene parte ni herencia contigo, también el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en tus ciudades, y comerán y se saciarán, para que el SEÑOR tu Dios te bendiga en toda obra que tu mano haga (Deuteronomio 14:28-29)

El primer diezmo era dedicado a los levitas, y traído al tesoro del templo (Malaquías 3:10) El segundo diezmo era guardado por las personas en sus casas, y luego utilizado en lo que ellos desearan mientras celebraban las fiestas de Dios. El tercer diezmo era dedicado al apoyo de los extranjeros, de los huérfanos, las viudas y para el levita. Como Dios lo explica: Cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos en el tercer año, el año del diezmo, entonces se lo darás al Levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que puedan comer en tus ciudades y sean saciados (Deuteronomio 26:12)

Dios ama a cada uno de los seres humanos, ya sea que éstos sean ricos o pobres. Dios espera que Su pueblo también tenga un lugar en su corazón para aquellos que están en necesidad. Él nos dice: El que da al pobre no pasará necesidad, Pero el que cierra sus ojos tendrá muchas maldiciones (Proverbios 28:27)

Ya que Dios también ama al pobre, Su sistema económico proveyó un tercer diezmo para aquéllos que estaban en necesidad. Sin embargo, algunas autoridades enseñan que en realidad no hay tal tercer diezmo.

¿Dios Ordenó Tres Diezmos? Un gran debate se ha desarrollado con respecto a si hay o no, tres diezmos ordenados por Dios. Algunos enseñan que no existe un tal tercer diezmo en lo absoluto. Otros sostienen que hay un diezmo en el tercer año, pero que es solamente una extensión, ya sea del primer o del segundo (festivo) diezmo. Mientras que algunos discuten que Dios pide más de un diezmo o no, tenemos que reconocer el hecho de que el plural de la palabra, “diezmos”, es utilizada veintiún veces en la 20

Biblia. Parece ser que este diezmo de cada “tercer año” era diferente del primer diezmo. Dios establece que el primer diezmo es dedicado a los levitas. El diezmo que es ordenado traer “al final del tercer año”, es también para “el extranjero, para el huérfano y la viuda” (Deuteronomio 14:28-29) Mucho de este debate concerniente al tercer diezmo, se centra alrededor de un argumento propuesto por un erudito judío del doceavo siglo llamado Maimónides. Él hizo el reclamo que el diezmo para los pobres, en realidad consistía en el diezmo del festival. Su propuesta fue que el segundo diezmo tenía que ser distribuido entre los pobres, las viudas y el extranjero cada tercer año durante la Fiesta de Tabernáculos. Este rabino del siglo XII escribió: En el tercer y sexto año, después del año sabático, después que se haya separado el primer diezmo, se debe separar de lo que sobre, otro diezmo, y darlo a los pobres, y es llamado el diezmo de los pobres; pero no en los dos años anteriores del segundo diezmo, sino hasta el tercero, es el diezmo de los pobres. (Maimónides Mattanot Annayim, c. 6, secc. 4)

El argumento de Maimónides es cuestionable por muchas razones. Primero, lo que dice Maimónides, contradice escritos judíos anteriores acerca de las prácticas del diezmo. Maimónides escribió más de once siglos después de la destrucción de Jerusalén. Durante su vida, ya no estaba el templo, ni había sacerdocio, y el pueblo judío ya no viajaba a tierra santa para guardar los festivales. Por lo tanto, él no pudo haber escrito esto con conocimiento de primera mano de la práctica común durante esos años. Su punto de vista es más una especulación personal. Segundo, consideremos que si la intención de Dios para Su pueblo era sustituir el diezmo del festival en el tercer año, habría instrucciones para ese caso en las Escrituras. Cuando Dios hace sustituciones en la observancia de cualquier mandamiento, Él ha hecho muy claro como debe ser hecho. Por ejemplo, Él declaró como un sustituto de sacrificio tenía que ser dado por un niño primogénito (Éxodo 13:13) En otra parte, Él da instrucciones para redimir los diezmos (Levítico 27:31) Sin embargo, Dios nunca habla de la sustitución del diezmo del festival. Tercero, Dios ordenó que todos los varones debieran de presentarse ante Él, durante tres festividades de peregrinaje cada año. Si el diezmo del festival era para usarse para los pobres en el tercer año, entonces, ¿Cómo se iba a financiar el pueblo los tres peregrinajes ese año? La práctica de sustituir el diezmo del festival el tercer año, se pone en conflicto con el mandamiento directo de Dios de aparecer ante Él –y no aparecer delante de Él con las manos vacías (Deuteronomio 16:16) En respuesta a las dificultades presentadas arriba, ha sido sugerido que los israelitas pudieron haber usado su dinero personal durante el tercer año para asistir a los festivales. Pero si la fiesta era observada con dinero personal, tal práctica está en oposición directa a las Escrituras que hablan de tomar el diezmo y usarlo para viajar a la fiesta y gastarlo en lo que la persona o familia desee. No existe ninguna disposición que establezca que los que asisten a la fiesta debían de usar algún otro dinero aparte del diezmo para el festival para este propósito. A primera vista, la declaración de Maimónides de que el diezmo del festival tenía que usarse para los pobres en el tercer año, sonaría plausible. Sin embargo, las Escrituras y la historia apoyan la perspectiva, que el tercer diezmo y el segundo diezmo (del festival) son separados, son diezmos individuales y ninguna sustitución tomaba lugar.

La Voz de los Eruditos y la Historia 21

Las evidencias de las Escrituras y la literaria, indican que había tres diezmos separados en la nación de Israel. El pueblo tenía que diezmar para apoyar al liderazgo religioso. Ellos diezmaban para permitirse regocijar en las fiestas de Dios, y en el tercer y sexto año de cada siete, ellos daban un décimo para apoyar a los pobres en la tierra. Muchos eruditos e historiadores verifican esta práctica. Por ejemplo, la Enciclopedia Eerdmans de la Biblia establece: Cada año, un diezmo era dado a Dios para mantenimiento de los sacerdotes. Un segundo impuesto era usado para los alimentos sacrificados, en el cual, el adorador y su familia lo compartían durante el festival. Un tercer impuesto era usado para socorrer al pobre (p. 147)

Flavio Josefo, fue un famoso general judío, que peleó en contra de Roma en la guerra que finalmente culminó en la destrucción del templo en el año 70 d. C. Josefo fue capturado por el general romano Vespasiano, y durante su encarcelamiento en Roma, Josefo enfocó su atención en escribir la historia del pueblo judío. Con respecto a las prácticas del diezmo de su pueblo, Josefo escribió: Moisés, de acuerdo a la voluntad de Dios, señaló que el pueblo debería pagar el diezmo del producto anual de los frutos de la tierra tanto a los levitas, así como a los sacerdotes (Antigüedades de los Judíos, Libro IV, capítulo IV, sección 3 y 4)

Josefo simplemente vuelve a decir el mandamiento bíblico de Dios. El primer diezmo era dedicado a los levitas. Cuatro capítulos después, el historiador continúa hablando de los diezmos en detalle. Ahí él escribe: Debe ser tomado de tus frutos un décimo, aparte del cual tú has separado para dar a los sacerdotes y a los levitas. Este debe ser de hecho, vendido en el país, pero debe ser usado en aquéllas fiestas y sacrificios que tienen que ser celebrados en la ciudad santa: porque este es un deber que te goces con los frutos de la tierra, los cuales Dios te ha dado que poseas, así que este debe ser el honor del donante (Antigüedades de los Judíos, Libro IV, capítulo VIII, sección 8)

Aquí, Josefo confirma la práctica de ahorrar un segundo diezmo para su uso durante las fiestas. Luego, algunos párrafos más adelante, él habla de la obligación de un tercer diezmo: Aparte de estos dos diezmos, los cuales ya he mencionado que se deben pagar cada año, el primero para los levitas, el segundo para los festivales. Aparte tienes que traer cada tercer año, un tercer diezmo para ser distribuido con aquéllos que lo necesitan, también para las mujeres que son viudas y con los niños que son huérfanos (Antigüedades de los Judíos, Libro IV, capítulo VIII, sección 22)

Claramente, Josefo entendía que el tercer diezmo era aparte de, y además del diezmo del festival. Existe aún una fuente más antigua que la de Josefo, que confirma la práctica israelita de ahorrar un tercer diezmo adicional, que era distribuido a los pobres. El libro de Tobías, es una novela histórica fechada por los historiadores, cercana al año 200 a. C. y supuestamente escrita por un israelita. En la novela, uno de los personajes explica que el tercer diezmo era aparte de los otros dos. 22

Tomando los primeros frutos y los diezmos de mi producción y los primeros cortes, tengo que dar esto a los sacerdotes, los hijos de Aarón, en el altar. De toda mi producción tengo que dar un décimo a los hijos de Leví, que ministran en Jerusalén; un segundo décimo, voy a vender, y voy a ir y gastar la ganancia de esto cada año en Jerusalén; el tercer décimo, lo voy a dar a aquéllos con los que tengo obligación (Tobías 1:6-7)

Otro escritor judío que avala la existencia de un tercer diezmo es Aben Ezra, un rabí, nacido en Toledo, España en el año 1092. Es contemporáneo de Maimónides. Ezra era muy conocido por mantener fielmente las tradiciones judías. Hablando del diezmo de los pobres, él escribió: Este era un tercer diezmo, y este no excusaba el segundo diezmo (Comentario Expositorio de toda la Biblia de John Gill, Deuteronomio 14:28)

John Crisóstomo, nació en el año 347 d. C., y es considerado uno de los mejores doctores de la iglesia romana. En uno de sus sermones él dijo acerca de los diezmos que el pueblo judío pagaba: ¿Por qué no hicieron lo que los antiguos hicieron? Dieron diezmos, y diezmos otra vez sobre diezmos, para los huérfanos, viudas y extranjeros (Homilía IV)

Es obvio que por las Escrituras, por la historia judía, la literatura judía, y otros escritos antiguos, que Dios le dio a Israel un sistema de diezmar, que incluían tres diezmos. Dios se preocupa profundamente por los pobres, por los necesitados y aún por los extranjeros que viven entre Su pueblo. Además de los tres diezmos, el sistema económico de Dios incluía un año de liberación y el jubileo.

El Año de Dispensación y el Jubileo La evidencia indica que cuando Dios habla del tercer año, como el “año del diezmo”, Él se está refiriendo a un diezmo adicional para ser dado a los pobres y a los necesitados, este es, en el tercer y el sexto año de un ciclo de siete años. El sistema económico de Dios incluía un ciclo de siete años que finalizaba en lo que es llamado el año de la dispensación, liberación o perdón. Dios ordena: Al cabo de cada siete años harás remisión (perdón) de deudas. Así se hará la remisión (el perdón): todo acreedor hará remisión de lo que haya prestado a su prójimo; no lo exigirá de su prójimo ni de su hermano, porque se ha proclamado la remisión del SEÑOR. De un extranjero lo puedes exigir, pero tu mano perdonará cualquier cosa tuya que tu hermano tenga. Sin embargo, no habrá menesteroso entre ustedes, ya que el SEÑOR de cierto te bendecirá en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad para poseerla, si sólo escuchas fielmente la voz del SEÑOR tu Dios, para guardar cuidadosamente todo este mandamiento que te ordeno hoy (Deuteronomio 15:1-5)

En este séptimo año, el granjero no tenía que plantar y no podía cosechar. Tenía que comer de lo que creciera por sí mismo. Dios dice:

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Habla a los Israelitas, y diles: 'Cuando entren a la tierra que Yo les daré, la tierra guardará reposo para el SEÑOR. 'Seis años sembrarás la tierra, seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos, pero el séptimo año la tierra tendrá completo descanso, un reposo para el SEÑOR; No sembrarás tu campo ni podarás tu viña. 'Lo que nazca espontáneamente después de tu cosecha no lo segarás, y no recogerás las uvas de los sarmientos de tu viñedo; La tierra tendrá un año de reposo. 'Y el fruto del reposo de la tierra les servirá de alimento: a ti, a tus siervos, a tus siervas, a tu jornalero y al extranjero, a los que residen contigo. 'También a tu ganado y a los animales que están en tu tierra, todas sus cosechas les servirán de alimento (Levítico 25:2-7)

Este año Sabático para la tierra, le da tiempo para que se rejuvenezca y se fortalezca, de esta manera, los frutos del fiel puedan ser sanos y abundantes. Al obedecer este mandamiento en particular, el pueblo se aseguraba de prosperidad. Dios también instruyó guardar un jubileo cada 50 años, después de siete de estos años Sabáticos para la tierra. Moisés escribió explicando la ley con respecto a esta observancia: Contarás también siete semanas de años para ti, siete veces siete años, para que tengas el tiempo de siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años. 'Entonces tocarás fuertemente el cuerno de carnero el décimo día del séptimo mes; en el día de la expiación ustedes tocarán el cuerno por toda la tierra. 'Así consagrarán el quincuagésimo año y proclamarán libertad en la tierra para todos sus habitantes. Será de jubileo para ustedes, y cada uno de ustedes volverá a su posesión, y cada uno de ustedes volverá a su familia (Levítico 25:8-10)

Los tres diezmos, el año de dispensación y el jubileo, eran componentes del sistema económico de Israel de una gran magnitud. Diseñado por Dios, para que fuera un sistema que nunca fallara, hubiera sido una gran bendición para todos. Si tan sólo los israelitas hubieran observado fielmente el camino de Dios, hubieran vivido en una sociedad próspera, donde las necesidades de toda la gente hubieran sido satisfechas.

Un Acto de Adoración Aunque el camino de Dios lleva a la prosperidad, debemos entender que el diezmar no es un plan de inversión financiera para esta vida. La idea de diezmar para obtener más, viola el propósito divino de Dios de instituir la ley del diezmo. Pocos realmente entienden completamente, el diezmar a la luz de la intención de Dios. De hecho, muchos han llegado a hastiarse del constante bombardeo de falsos valores materiales, de la sociedad secular en que vivimos. Como consecuencia, algunos han llegado a ver a la Iglesia como un negocio que provee bienes y servicios religiosos. Para esta gente, los de la Iglesia son poco más que consumidores, y el pastor, simplemente un hombre que está haciendo su trabajo. Nosotros nunca debemos ver la Iglesia, o la contribución con la que la apoyamos, de esta manera. Debemos siempre recordar, que el diezmo no es un gasto, no es una obligación financiera y no un recibo que tenemos que pagar, como el recibo de electricidad, del agua, o la renta. El diezmar es algo muy personal, es un acto íntimo de adoración. Pero, ¿Cómo es esto?, ¿Cómo es que el diezmo es un acto de adoración? La palabra “adoración”, significa que algo o alguien es digno de venerar, de amar, de exaltar, de reverenciar, de darle gracias. Solamente el Dios de la Biblia es merecedor de tal devoción, y ya que el diezmo es un acto voluntario e individual, al darle a Dios la cantidad que 24

Él ordena, nosotros mostramos reverencia, devoción y fe en Él. Es nuestro reconocimiento personal de que Él posee todas las cosas y que Él es la fuente de todas nuestras bendiciones. El hecho que nosotros paguemos el diezmo, muestra nuestra confianza en Él, pero la manera en que lo pagamos, refleja la real profundidad de la relación personal que compartimos con el Eterno. Por ejemplo, cuando Abraham fue ante el sacerdote y le dio el diezmo del botín, las Escrituras dicen que Él hizo “reverencia”. Él se inclinó en reverencia ante Dios mientras diezmaba. Debemos de imitar nuestra adoración con la de Abraham, el padre de la fe (Gálatas 2:29) El solo hecho de escribir un cheque a la organización de la Iglesia de su preferencia, no es lo que Dios desea. Al contrario, nos debemos inclinar reverentemente ante Él. Debemos escribir nuestro cheque con una actitud de reconocimiento, agradecimiento y humildad, orando mientras pagamos nuestro diezmo, dándonos cuenta que este acto de fe y obediencia tiene consecuencias eternas.

Almacenando nuestro Tesoro Dios nos da el don de la vida eterna gratuitamente. Es de tan enorme valor, que está absolutamente más allá de lo que cualquier persona pudiera pagar. Sin embargo, es un don que Dios dará solo a aquéllos que son fieles. Cuando pagamos nuestros diezmos a Dios, le estamos demostrando nuestra fe, y al hacerlo así, estamos también almacenando una recompensa futura. Una historia ilustra este punto. Había una vez un caballero anciano que asistía a la iglesia en el estado de Texas. A principios del siglo XX, se había convertido en un hombre muy rico, gracias a la industria del petróleo que estaba floreciendo ahí. Este hombre dio vastas sumas de dinero a su iglesia y a un colegio que educaba jóvenes cristianos. Esta persona aún financió al pastor un viaje a Europa para que predicara a los soldados americanos durante la primera guerra mundial. Pero en 1929, el mercado de acciones se vino abajo de repente y perdió todo su dinero. Un día, se encontró en la calle con un viejo amigo. Se podía percibir como este hombre vivía humildemente. Se acordaba de cuantas riquezas él alguna vez había tenido, y no pudo resistir la tentación de preguntarle, “ahora que te encuentras en esta posición, cuando piensas acerca de todo el dinero que diste a la iglesia en el pasado, ¿no te gustaría que te regresaran algo de ese dinero?” El hombre no dudó un instante al responder, él dijo: “No mi amigo, en mi mente, la única cosa que realmente he dejado, es lo que he dado.” Esta historia ilustra una profunda verdad en la vida. No nos llevaremos nada con nosotros. Sin embargo, existe el otro lado de la moneda de esta maravillosa verdad. Es posible invertir nuestro dinero en lo que es eterno –el Reino de Dios. El esfuerzo que hacemos para ser piadosos, el servicio dado hacia otros y los diezmos que pagamos, ¡se suman! El Todo Poderoso lleva un recuento de nuestras obras, y al pasar el tiempo, Él promete pagar a los que lo siguen fielmente. El pagar los diezmos, nos traerá dividendos por toda la eternidad. La ley del diezmo no es para el beneficio de Dios, es por nuestro beneficio. El diezmar no solo nos libera de la acusación que estamos robando a Dios, nos guarda de la envidia y la codicia que caracteriza esta época moderna. Nos libera de la esclavitud financiera del sistema económico en que vivimos. Nos libera de la ansiedad por el dinero. El diezmo es una ley eterna diseñada por nuestro Creador para nuestro beneficio. Al practicar el diezmo, aprendemos a vivir a la manera de Dios de dar. Participamos en el sistema de Dios de financiar Su obra y se provee para las necesidades de la Iglesia. Realizamos un acto personal e íntimo de adoración que nos promete un futuro con Jesucristo y el Padre –un futuro que excederá nuestras mayores esperanzas, sueños y expectaciones. 25

Honremos a Dios con Su diezmo

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Algunas Respuestas a Preguntas I. ¿Es solamente el diezmo tomado de los productos agrícolas? Ha sido enseñado por algunos, que el diezmo solamente aplica a los productos agrícolas. Los que apoyan esta doctrina, citan muchas escrituras en las cuales Dios habla del asunto del diezmo y menciona sólo productos agrícolas. Por ejemplo, en el libro de Levítico, Moisés escribió: Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es del SEÑOR; Es cosa consagrada al SEÑOR (Levítico 27:30) 'Todo diezmo del ganado o del rebaño, o sea, de todo lo que pasa debajo del cayado, la décima cabeza será cosa consagrada al SEÑOR (Levítico 27:32)

Al sólo considerar versículos como estos, algunos han concluido que el diezmo es requerido solamente de lo que crece de la tierra o del ganado. Sin embargo, las Escrituras revelan que el diezmo aplica a todos nuestros ingresos, ya sea que venga de los productos agrícolas, bienes producidos o salarios obtenidos. Consideremos al patriarca Abraham, que pagó el diezmo de todo el botín de guerra. Abraham salió a recibir al sacerdote Melquisedec, y le dio los “diezmos de todo” (Génesis 14:20) ¿De qué constaban estos diezmos?, ¿Fueron solamente de productos agrícolas? El autor de Hebreos explica: Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salió al encuentro de Abraham cuando éste regresaba de la matanza de los reyes, y lo bendijo. Abraham le entregó el diezmo de todos los despojos, cuyo nombre significa primeramente rey de justicia, y luego también rey de Salem, esto es, rey de paz, sin padre, sin madre, sin genealogía, no teniendo principio de días ni fin de vida, siendo hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote a perpetuidad. Considerad, pues, la grandeza de este hombre a quien Abraham, el patriarca, dio el diezmo de lo mejor del botín (Hebreos 7:1-4)

Abraham le dio a Dios una décima parte de lo mejor del botín de guerra. Estos bienes fueron espadas, vestidos, dinero, oro, plata y bronce. Es muy probable que hubiera muy poco de productos agrícolas en ese botín. Otras escrituras del Nuevo Testamento también indican que el diezmo no está limitado a los productos agrícolas. Jesús dijo la parábola de dos hombres, un publicano que fue justificado ante Dios, y un fariseo, quien a causa de su orgullo, no fue justificado. Jesús relata las palabras arrogantes del fariseo jactancioso en su oración de gratitud. Él dijo: Yo ayuno dos veces es por semana; Doy el diezmo de todo lo que gano. (Lucas 18:11-12)

Notemos que el fariseo diezmaba de todo lo que ganaba –de todas sus posesiones - no solamente de los productos agrícolas. Tal vez lo más importante es el hecho que éste fariseo nunca existió en realidad. Fue creado por Jesús con el propósito de decir una historia. Jesús describió un fariseo imaginario que estaba haciendo las cosas correctas –ayunar y diezmar -, pero ~ 51 ~

cuya motivación para hacerlas, estaba equivocada. Claramente en la mente de Jesucristo, el diezmo aplica a todo lo que poseemos. Proverbios, también verifican este principio: Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, porque largura de días y años de vida y paz te añadirán. La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así Hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres. Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas. No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal. Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos. Honra al SEÑOR con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos; (Proverbios 3:1-9)

Estos versículos son un poderoso recordatorio de la ley de Dios. Tenemos que confiar en la ley del Eterno y no confiar en nuestro propio entendimiento. En esta declaración, se nos ordena honrar a Dios con nuestros bienes. Esta palabra bienes, es vital para nuestro entendimiento. Ha sido traducida de la palabra hebrea “hon”, la cuál significa nuestra “riqueza” o en palabras sencillas, nuestro dinero. Notemos un ejemplo de esta palabra usada por el salmista: Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para siempre (Salmos 112:3)

La palabra “bienes”, es exactamente la misma palabra hebrea “hon” que se encuentra en Proverbios 3:9. Al usar esta palabra, Dios claramente nos está diciendo que tenemos que diezmar de todo lo que poseemos, no solamente de las ganancias de los productos agrícolas. La intención de Dios, es que Su pueblo diezme de todas sus ganancias, no importa en que consistan. Por lo tanto, tenemos que diezmar del dinero que ganamos. La razón por la que Dios habló principalmente de los productos agrícolas, al discutir la práctica del diezmo, debe ser obvia. La economía de la antigua Israel fue primordialmente agrícola. La gente negociaba una con otra, usando sus bienes agrícolas. Ellos no tenían papel moneda en ese entonces y por lo tanto, ellos aún pagaban salarios a sus empleados con productos agrícolas, en lugar de papel moneda - como lo hacemos en la actualidad. En este contexto, consideremos la historia de Jacob. Él prometió que pagaría el diezmo de todo lo que Dios le diera, cuando dijo: … Y de todo lo que me des, te daré el diezmo (Génesis 28:22)

Jacob entendió que tenía que darle a Dios un décimo de todo. En este contexto, es importante darnos cuenta que en este tiempo, Jacob no tenía tierra propia. Por lo tanto, sus comentarios deben ser entendidos, que él esperaba trabajar para alguien más, y pagar el diezmo del salario que él recibiera por su trabajo. Él llegó a trabajar para Labán, quien cambió su salario diez veces (Génesis 31:7) Jacob cumplió su promesa de diezmar de estas ganancias, y fue grandemente bendecido por esto. En su vida, la gente intercambiaba productos agrícolas por las cosas que ellos necesitaban, y estos productos funcionaban como dinero. Por lo tanto, el salario de Jacob era en ovejas. En la sociedad actual, se nos paga con pedazos de papel que tienen un número impreso que muestran su valor relativo. Debe ser entendido, por lo tanto, que no hay diferencia entre recibir un sueldo en ovejas o nuestra moneda actual, que puede ser utilizada para comprar ovejas. 52

Nosotros como Jacob, debemos de diezmar de nuestro salario, sin importar de que esté compuesto este. El argumento que dice que no tenemos que pagar los diezmos en dinero, o en otros productos que producimos, es falso. La verdad es que todo lo que ganamos viene de la tierra que pertenece a Dios. Todos nuestros ingresos provienen del Todo Poderoso, y tenemos que darle el diezmo. Consideremos que ocurriría si Dios sólo exigiera a los granjeros y a los rancheros el diezmar. Tal política daría una preferencia económica a aquéllos que trabajan en la industria de la manufactura o que trabajan por un sueldo. En muy poco tiempo, casi dejarían de existir las granjas y las rancherías y la economía de la nación, tarde o temprano se iría a la banca rota. Más aún, si tal política fuera verdadera, solamente los granjeros y los rancheros diezmarían, y solamente ellos pudieran asistir a la Fiesta. El diezmar solamente en productos agrícolas, no tiene base en las Escrituras, y no funcionaría en la vida real. II. ¿Es el diezmo calculado del ingreso bruto o neto? Algunas iglesias insisten que sus diezmen de su ingreso bruto, antes de los impuestos. Ellos enseñan que tenemos que dar primero a Dios lo que es de Él, antes de darle al gobierno civil la porción que le corresponde. En la superficie, esta enseñanza pudiera tener una apariencia de justa, pero, ¿Es esto lo que en realidad Dios quiere que hagamos? Cuando el Todo Poderoso señaló que debíamos de diezmar de nuestras ganancias, ¿Consideró el ingreso bruto de una persona como su ganancia? En una empresa comercial, esta pregunta es fácilmente entendida. Las corporaciones saben que la ganancia es el beneficio obtenido después de los gastos del mismo negocio. Antes que puedan contar cuanto han ganado, deben primero pagar gastos compuestos y variables, tales, como seguro, renta, impuestos, devaluación del equipo, interés pagado en préstamos, mantenimiento del edificio, gastos de oficina, salarios, pagos al gobierno, otros impuestos más. Los costos para mantener un negocio, se han incrementado hasta el punto, donde en nuestro mundo actual, las compañías son consideradas exitosas, si llegan a tener el diez por ciento de ganancia neta. Esto significa que el dueño de un negocio, tiene que tener un ingreso bruto de $250,000.00, para poder llevarse a casa escasamente $25,000.00. Si el dueño del negocio tuviera que pagar diezmos del ingreso bruto, tendría que pagar $25,000.00, para el primer diezmo y guardar una suma similar para el segundo diezmo. En consecuencia, se quedaría sin nada con que vivir y con $25,000.00, en números rojos. Por lo tanto, es muy claro que este hipotético dueño del negocio, debe pagar diezmos de la ganancia neta y no del ingreso bruto. De igual manera, los empleados que trabajan para otros, tienen un costo por el privilegio de trabajar en el país –y este es el ¡impuesto! En los Estados Unidos, el impuesto promedio pagado por la clase media es del 20%. En otros países, puede ser mucho mayor el porcentaje. Por ejemplo, en Dinamarca, puede ser hasta del 63%, para los que ganan mucho, y en Bélgica, puede alcanzar cerca del 60%. Consideremos a una persona que gana $50,000.00 al año en Bélgica, y que paga $5,000.00 del primer diezmo, y $5,000.00 por el diezmo de la Fiesta, incluyendo los impuestos, tal persona pagaría $41,500.00 en diezmos e impuestos. Sin este dinero, le quedaría solamente $8,500.00 para vivir. Esto sería absolutamente ridículo el sólo considerarlo, e imposible de llevarlo a cabo.

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Una solución que algunos han dado, es el proveer una estructura de diezmo de acuerdo al país en el cual el miembro de la Iglesia vive. Aquellos que residen en países socialistas, con un 50-60 % de impuestos, tienen que diezmar sobre la ganancia neta. En los Estados Unidos y otros países, con tasas de impuestos más bajas, los tienen que pagar sobre el ingreso bruto. Mientras que este sistema se ve más justo, para aquellos que viven en países con una alta tasa de impuestos, no sigue la ley de Dios que establece: Habrá una misma ley para vosotros; será tanto para el forastero como para el nativo; Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. (Levítico 24:22)

La ley de Dios no debe ser cambiada para aplicarla a un grupo de gente diferente de la otra. El principio encontrado en el versículo anterior, muestra que la ley de Dios debe ser aplicada a todos en la Iglesia donde quiera que vivan. Debe ser una sola ley para todos. Por lo tanto, si aquellos que viven en Dinamarca deben diezmar en el ingreso neto –su ganancia-, entonces nosotros, en otros países debemos diezmar en la ganancia neta. Las leyes de impuestos que aplican a nuestras ganancias, son un costo al que incurrimos y es el resultado de hacer negocios en nuestro país. Esto significa que, como el dueño del negocio, nosotros podemos deducir estos costos. Con respecto a los otros impuestos que aplican a las compras que hacemos, una distinción tiene que ser hecha. El dueño de un negocio que se le requiere pagar impuestos de venta en productos que son necesarios para mantener un negocio, pueden ser deducidos. Los impuestos que se hacen en cosas personales, no tienen nada que ver con las ganancias del ingreso personal del individuo. Estos impuestos no son deducibles cuando una persona gasta su ganancia que ha hecho. III. ¿Qué acerca de herencias, pensiones, seguros de desempleo, seguro social y

donaciones? Dios no demanda que un diezmo sea pagado en todas las cosas que recibimos. En cambio, el Todo Poderoso ordena que un diezmo sea pagado de lo que es producido a través del trabajo de cada individuo. Donaciones, herencias, seguros de desempleo, pensiones y algunos beneficios de discapacidad que son “recompensa”, no califican como una ganancia derivada de nuestro trabajo y no están sujetas al diezmo. Por otro lado, algunos planes de pensión, requieren la inversión de una parte del dinero que se ha ganando cada año como un salario. En tales casos, donde este dinero no está sujeto a impuestos o se ha diezmado, la pensión que se recibe al retiro, puede ser considerada como una ganancia, y como cualquier otra inversión, está sujeto a las leyes del diezmo.

IV.

¿Existe el diezmo del diezmo?

Las Escrituras hablan de un “diezmo de diezmos”, cuando habla a los sacerdotes. Esta era una referencia al hecho que los sacerdotes, quienes por ley, recibían el diezmo, también estaban sujetos a la ley. A ellos también se les exigía el diezmar. Dios señala: También hablarás a los levitas y les dirás: Cuando recibáis de los hijos de Israel los diezmos que de ellos os he dado por vuestra heredad, ofreceréis de ello una ofrenda al SEÑOR, el diezmo de los diezmos (Números 18:26)

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Los levitas recibían el diezmo, pero a ellos se les exigía que dieran el diez por ciento al Sumo Sacerdote. El Sumo Sacerdote, tenía que ser uno de los hijos de Aarón y como Nehemías explica: Y un sacerdote, hijo de Aarón, estará con los levitas cuando los levitas reciban los diezmos, y los levitas llevarán la décima parte de los diezmos a la casa de nuestro Dios, a las cámaras del almacén (Nehemías 10: 38)

El diezmo del diezmo iba al Sumo Sacerdote en el tiempo del Antiguo Pacto. En la actualidad, no hay un Sumo Sacerdote, y por lo tanto, no hay necesidad de istrar este diezmo. Algunas de las Iglesias que guardan las Fiestas de Dios, han instituido una política de solicitar un diezmo de los fondos personales para la Fiesta de sus , para que les ayuden a pagar los costos a que se incurren para conducir las festividades. La Iglesia de Dios Eterna, no cree que tengamos que hacer esto. El diezmo del diezmo salía de lo que había recibido el sacerdocio, del primer diezmo del pueblo. No venía de los fondos del festival, guardados por aquellos que asistían a las fiestas. Dios no ordena que Su pueblo tenga que dar dinero adicional para los costos de la fiesta. Además, las ofrendas que fueron ordenadas, no tenían que ser utilizadas para los salarios del sacerdocio en el Antiguo Pacto, y es nuestra convicción que no debe ser utilizadas para pagar salarios ministeriales en la actualidad. Las ofrendas dadas por el pueblo de Dios en las fiestas, eran dedicadas para el propósito específico de la celebración de la fiesta. Tenían que ser comidas por las personas que presentaban la ofrenda, el sacerdote y Dios mientras durara la Fiesta. Por lo tanto, la Iglesia de Dios Eterna está obligada por las Escrituras en utilizar esas ofrendas monetarias que se dan durante la Fiesta, estrictamente para la celebración de los Días Santos de Dios. Es nuestro juicio que al seguir este principio en la Biblia, no hay necesidad de dar un diezmo extra, sobre las tres ofrendas dadas durante las temporadas festivas. V. ¿Es correcto tomar prestado del segundo diezmo? Las Escrituras también hablan de una opción de redimir nuestro diezmo. ¿Esto significa que podemos utilizar dinero del diezmo que hemos ahorrado, para emergencias o propósitos de inversión y pagar en una fecha posterior? Las Escrituras declaran: Así pues, todo el diezmo de la tierra, de la semilla de la tierra o del fruto del árbol, es del SEÑOR; Es cosa consagrada al SEÑOR. Y si un hombre quiere redimir parte de su diezmo, le añadirá la quinta parte (Levítico 27:30-31)

Estos versículos no nos dan permiso de tomar prestado de nuestro diezmo. NO debemos utilizar este dinero para cualquier otro propósito que no sea el de guardar las fiestas de Dios. Los versículos anteriores fue una provisión que Dios hizo para los agricultores. Si un agricultor creía que una cosecha era de valor para su uso en el futuro, Dios permitía que se comprara tal cosecha, reintegrando lo gastado en un 120 por ciento del valor original. Sin embargo, cuando se trata de ganado, no habría sustituto por el animal que iba a ser diezmado. El rebaño o manada, tenía que pasar bajo una barra de medición y cada décimo era marcado. Cualquier cambio en el animal que iba ser dado al Eterno era prohibido. Por ejemplo, la selección de animales inferiores era absolutamente prohibido (Levítico 27:33)

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VI. ¿Sigue teniendo validez el tercer diezmo en la actualidad? El tercer diezmo era pagado el tercer y sexto año, luego, había un año sabático que servía como un año de liberación, en el cual ninguna cosecha era sembrada y no había diezmo que pagar. El tercer diezmo era ahorrado por la persona y distribuido a los pobres y al levita que vivía en la comunidad local. No era pagado a los levitas como parte de su salario, como lo era el primer diezmo, y no estaba asociado con el templo o sus servicios. En este sentido, era lo que los judíos llamaron un impuesto para los pobres –y su propósito era más de función civil que de función religiosa. Este diezmo fue creado por Dios para que fuera aplicado al Israel nacional –ciudadanos de un gobierno teocrático. Aquellos que pagaban este diezmo, vivían bajo la ley y el gobierno de Dios. La nación entera participaba en este sistema, y el diezmo funcionaba como salvaguarda para los pobres y los de bajos recursos en el país. Actualmente, la Iglesia se ha expandido más allá de las fronteras de la nación de Israel para abarcar al mundo entero. En esta época moderna, hay muchos que viven en naciones que proveen a sus necesitados a través del sistema de impuestos. En tales casos, los gobiernos locales istran sus propios recursos del seguro social y del sistema de asistencia. Por ejemplo, en los Estados Unidos se aplican los impuestos a sus ciudadanos y son de aproximadamente el doce por ciento anual para este propósito. En tales casos donde el principio del tercer diezmo es istrado por el seguro social o el sistema de asistencia del gobierno civil, la Iglesia ha determinado que el individuo que vive en tales sistemas, no está obligado a pagar un diez por ciento adicional cada tercer año. A primera vista, algunos pudieran cuestionar la idea de un gobierno civil istrando el tercer diezmo de Dios que está designado para los pobres. Sin embargo, después de considerar la intención de Dios, tiene mucho sentido para nosotros que vivimos en diferentes naciones alrededor de la tierra. Consideremos la intención de Dios, el tercer diezmo fue diseñado para el propósito de apoyar al pobre en la sociedad. Siempre fue una función civil. Mientras que los primeros dos diezmos fueron dedicados a propósitos religiosos, el tercer diezmo fue en realidad diseñado para propósitos seculares –asistencia física para los necesitados. El gobierno civil istra esta función en la actualidad, y ahora pagamos impuestos en lugar de diezmo –con diferencia semántica solamente. En el antiguo Israel, este diezmo era istrado por el pueblo, no por los sacerdotes o los levitas. En la actualidad, el pueblo de Dios vive en diferentes países y Dios establece que líderes inconversos de estos gobiernos civiles son Sus instrumentos. Hablando de responsabilidades de los líderes civiles inconversos, el apóstol Pablo explica: Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo. Por tanto, es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto también pagáis impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados

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precisamente a esto. Pagad a todos lo que debáis: al que impuesto, impuesto; Al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor. (Romanos 13:1-7)

Por lo tanto, Dios hace claro que los oficiales en nuestro gobierno de esta vida física, también funcionan como Sus ministros. Ellos istran la ley de la tierra y cuidan del pobre. Por lo tanto, tenemos que pagarles nuestros impuestos a ellos, obedecer sus leyes y aceptar su istración de los fondos que les damos. Es importante entender el hecho de que el gobierno civil istre esta función en nuestra sociedad, esto no significa que nuestra obligación hacia los pobres, ha sido quitada. Jesús dijo que los pobres siempre estarían entre nosotros (Mateo 26:11) Más aún, siempre hay casos dentro de nuestro sistema, donde aquellos que no merecen asistencia, la reciben. Peor aún, aquellos que tienen necesidad y que merecen la ayuda, algunas veces se quedan sin ella. Ya sea que hayamos pagado el dinero para el sistema de asistencia o no, no podemos y no debemos cerrar nuestros ojos a las necesidades de aquellos alrededor de nosotros. Dios establece: Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás libremente tu mano, y con generosidad le prestarás lo que le haga falta para cubrir sus necesidades. Cuídate de que no haya pensamiento perverso en tu corazón, diciendo: El séptimo año, el año de remisión, está cerca, y mires con malos ojos a tu hermano pobre, y no le des nada; Porque él podrá clamar al SEÑOR contra ti, y esto te será pecado. Con generosidad le darás, y no te dolerá el corazón cuando le des, ya que el SEÑOR tu Dios te bendecirá por esto en todo tu trabajo y en todo lo que emprendas (Deuteronomio 15:7-10)

Basado en estos versículos, la Iglesia de Dios Eterna, cree que siempre tiene que ayudar al pobre y al necesitado. La Iglesia de Dios Eterna, también cree que si alguien desea contribuir con un tercer diezmo, se debe seguir las Escrituras y guardarlo dentro de sus puertas. Idealmente, debe ser istrado por el individuo y no por la Iglesia. Puede ser dado a cualquiera que esté en necesidad, pero como Pablo dice, de preferencia, debe ser dado a aquellos en la Iglesia de Dios (Gálatas 6:10) La Iglesia también reconoce que en la presente situación de dispersión, existen casos donde los individuos que desean ayudar a aquellos en necesidad, no conocen a alguien en esta circunstancia. Ya que la Iglesia tiene usualmente conocimiento de aquellos que sufren necesidad, entonces, esta puede dirigir a los hermanos a otros que pudieran ayudar, o acepta contribuciones y los distribuye entre aquellos que están en necesidad. VII.

¿Qué pasa si tengo deudas?

Cuando alguien es llamado por Dios por primera vez, y aprende acerca del diezmo de Dios, puede consternarse con el solo pensamiento de pagar dos diezmos. Alguien pudiera pensar que es imposible dar a la Iglesia y guardar además un diez por ciento adicional, para guardar las fiestas. Añadiendo a su ansiedad, puede ser el hecho que tenga deudas. Un vasto número de personas alrededor del mundo tiene deudas: La deuda ha llegado a ser parte de nuestra cultura, un producto de una sociedad inclinada hacia la auto-gratificación por lo que las generaciones de hoy y del futuro están condenadas. Como cualquier inclinación cultural, estamos constantemente atraídos y ser parte de esta. Desde las interminables ofertas de tarjetas de crédito pre-aprobadas, que

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llenan nuestros buzones, hasta los muestrarios de compra en casa, que tienen planes de apartado ‘sin dolor’ con deudas que son cada vez más fáciles de incurrir. El banco Wells Fargo, anuncia una tarjeta de crédito con una línea de “ fácil” sobre el valor de su casa, como una manera de ayudar a pagar “los gastos diarios, como gas, compras en el supermercado, la compra de ropa, etc.” Esto motivó a un reportero de la cadena noticiosa CNN, señalar que en la actualidad, es posible para los estadounidenses “comerse sus casas” De acuerdo con PBS, “en la actualidad” el llenado de solicitudes de banca rota personal se ha incrementado en 320 por ciento, entre 1980 y 2004. Mientras se escribe esto, un niño que ha nacido en Estados Unidos, debe $26,000.00 dólares, sobre la deuda nacional. Estudiantes que se gradúen hoy, tienen una deuda promedio de más de $20,000.00 dólares en préstamos al estudiante, y deudas de tarjetas de crédito, y aquellos que pidieron prestado para pagar por una maestría, salen de la escuela con una deuda regular de casi $46,000.00 dólares –con un aumento del 72 % desde 1997 (Joshua Holland, Alternet, 28 de junio, 2005)

Cuando los individuos viven en tal sociedad, y encuentran que Dios pide un diezmo, se enfrentan a algo que les parece como una tarea imposible. Ellos pueden pensar “no tengo los recursos para diezmar. No puedo pagarle a Dios si tengo deudas. Tengo que pagar mis deudas primero.” La verdad, es exactamente lo opuesto. No podemos darnos el lujo de no darle a Dios Su diezmo –aún si tenemos deudas. Dios es nuestro mayor acreedor. Él es el dueño de todo. Él es el dueño aún de nuestros acreedores. Nosotros y ellos somos solamente es de lo que le pertenece. Debemos de poner al Eterno Dios primero, pagando su diezmo primero, y después las otras deudas. El no diezmar a causa de las deudas, pudiera parecer bien a algunos, aunque ese es el camino del egoísmo, y este lleva a la destrucción (Proverbios 16:25) Aún más, no podemos realmente confiar en nuestros temores cuando se trata de asuntos espirituales. Por el contrario, debemos seguir lo que Dios dice (Proverbios 3:5) Poner a Dios sobre todas las cosas y darle el diezmo, antes de pagarle a nuestros acreedores, y al hacerlo así, se entiende esta verdad vital: Porque ninguna cosa es imposible para Dios (Lucas 1:37)

Si hacemos a Dios nuestro compañero financiero y vivimos Su camino de vida en lo mejor que podamos, Él nos bendecirá. No hay nada imposible para Él. Si le somos fieles, Él puede hacer que salgamos de nuestras deudas. Darle a Dios lo que es suyo y obedecerlo en lo que Él ordena, es la mejor inversión que una persona puede hacer. Debemos poner primero a Dios en nuestras vidas, y específicamente en nuestras finanzas.

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Citas “Nadie jamás se ha empobrecido por dar.” Anna Frank, (1929-45), escritora judío holandesa, que llevó un diario personal durante la ocupación nazi “Nunca hubiera podido diezmar el primer millón de dólares que hice, si no hubiera diezmado mi primer salario, el cuál fue de $1.50 dólares por semana.” John D. Rockefeller, Padre (1839-1937) “Cuando usted le da a Dios, usted descubre que Dios le da a usted.” Autor desconocido “No existe ninguna buena razón para ser el hombre más rico en el cementerio.” Coronel Sanders (1890-1980) “He observado 100,000 familias a través de los años de consejo en inversiones. Siempre vi más prosperidad y felicidad entre aquellas familias que diezmaban, que entre las que no diezmaban.” Sir John Templeton, presidente de la Financiera Templeton “Déle a Dios lo que es correcto – no lo que le sobre.” Autor desconocido “Algunas personas dicen, da hasta que duela, pero Dios recomienda que demos hasta que se sienta bien. ¡Dios ama al dador alegre!” Brian Kluth “El mar muerto es el mar muerto, porque continuamente recibe y nunca da.” Autor desconocido “El dar nos libra del territorio familiar de nuestras propias necesidades, al abrir nuestras mentes a los mundos inexplicables ocupados por las necesidades de otros.” Bárbara Bush -ex primera dama de Estados Unidos “Usted debe dar de acuerdo a sus ingresos, para que Dios no haga sus ingresos de acuerdo a lo que da.” Autor desconocido “Usted no ha vivido, hasta que haya hecho algo por alguien que no pueda pagar lo que usted ha hecho.” John Bunyan (1628-88) “Algunas personas dan a Dios un diez por ciento –un diez por ciento de lo que ellos deberían dar.” Autor desconocido “Usted puede dar sin amar. Pero, usted no puede amar sin dar.” 59

Amy Carmichael (1867-1951), misionera en la India “Vivimos por lo que obtenemos; forjamos una vida por lo que damos.” Winston Churchill (1874-1965) “Regocíjate en lo que das, no en lo que obtienes.” Autor desconocido “Nunca una persona ha sido honrada por lo que ha recibido. El honor ha sido la recompensa por lo que dio.” Calvin Coolidge (1872-1933) “No robes a Dios, ni al pobre, para que no te arruines a ti mismo; El águila arrebató brasas del altar, pero quemó su nido.” Benjamín Franklin (1706-1790) “La única inversión que he hecho y paga constantemente dividendos, es el dinero que le he dado al Señor.” James L. Kraft (1874-1953), presidente de Kraft – Phoenix Cheese Corp. “Piensa en dar no como una obligación, sino como un privilegio.” John D. Rockefeller, hijo (1874-1960) “Si existiera una medida verdadera de lo que el hombre hace, esta debería de ser, por lo que él da.” Robert South (1634-1716) “La medida de una vida no es su duración, sino su donación.” Peter Marshall “El dar es más que una responsabilidad –es un privilegio; más que un acto de obediencia –es evidencia de nuestra fe.” William Arthur Ward “El dar a Dios es una gracia –pero el no darle a Dios es una desgracia.” Autor desconocido

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