5. Comentario del poema 5.1. TEMA El tema del poema es la religiosidad del campesino español. El autor refleja la hipocresía de los habitantes, de cómo se dejan llevar dependiendo de cómo les va en la vida. Lo cual lo refleja con los frutos de la cosecha, una de las preocupaciones principales del pueblo, ya que de ello dependía su supervivencia a lo largo del año. En el caso de tener buena cosecha y ser afortunado, el supuesto creyente alaba a Dios, si decimos supuesto es porque de lo contrario en vez de alabarlo hará todo lo contrario. Hay una oración, que tiene doble intención. Al terminar la oración el poeta vuelve a, preguntarse por qué el mismo hombre que ayer alababa a Dios, hoy lo insulta.Machado critica esta mentalidad, esta forma de actuar del hombre. Además al final del poema deja reflejada su esperanza por que esta forma de ser cambie, y que se vuelva a ver a Dios como un dios austero y no según los intereses de cada uno. La intención del autor en este poema es conseguir convencer al hombre ibero para que se forje su destino.
5.2.ESTRUCTURA INTERNA En cuanto a la estructura interna el poema se puede dividir en tres partes diferentes: 1-8: una primera parte el la que el autor introduce al personaje, el hombre ibero en sus relaciones con Dios 9-38: una segunda parte que incluye una oración de un campesino en la que se distingue la hipocresía hacia la religión. 39-50: al terminar la oración el poeta vuelve a preguntarse porque el mismo hombre que ayer alababa a dios hoy lo insulta. 51-63: se trata de convencer al hombre ibero para que forje su destino (lleve el las riendas de su propio destino) ya que el provenir no esta escrito, y que el hombre ibero cambie su concepto de divinidad y dirija sus plegarias a un verdadero dios y no a un dios caprichoso como lo hacia antes. En las primeras ocho estrofas el poeta se introduce la prestación del personaje, campesinos que blasfeman y bendicen a un dios caprichoso. Lo mismo sucede con un tahúr que aun haciendo trampas pierde la partida y culpa al cielo. Cabe destacar la presencia de una oración en boca de un campesino (estrofas 2-7) donde se aprecian dos
comportamientos completamente diferentes, por un lado se enfrenta a él con “una saeta” y por otro lo alaba “un gloria a ti”, es decir que por una parte alaba a Dios y por otra muy distinta se produce una rebelión (estructura binaria que aparece a lo largo de todo el poema). Cabe destacar que la doble cara del Dios corresponde con la doble cara del hombre ibero que a la vez alaba y a la vez blasfema.
En la primera parte de la oración, hasta el verso 26 destacan por la alabanza a dios, ensalzamiento y reconocimiento de superioridad, lo cual constituye la parte principal de la oración del hombre ibero. En los versos 27-38 el autor introduce una crítica contra el dios que deja como fortuna de los pobres “su fatiga y su esperanza” y que beneficia a los ricos. Con ello machado critica la forma de religiosidad, una religiosidad que favorece a los privilegiados, una religiosidad institucionalizada en la que los pobres viven de la esperanza. Todo esto se puede preciar en los versos 27-30 y en los siguientes, esto e reafirmado. En la segunda parte del poema, el autor continua con la comparación entre el hombre que ayer alababa al dios hoy lo insulta. Con este juego de oposiciones el poema adquiere mayor complejidad y riqueza. Y con ello se puede entender el carácter complejo y a veces contradictorio del hombre ibero. En la última parte Antonio Machado intenta convencernos de que no importa ni el pasado ni el futuro, sino que hay que vivir el presente, y con este presente se forja lo demás, y así el provenir de España y con ello reinterpretar el pasado y reconstruir el futuro (versos 59-62). Intenta convencer al hombre español de que dirija sus oraciones hacia un dios austero y no hacia uno caprichoso. ¿Quién ha visto la faz al Dios hispano? Mi corazón aguarda al hombre ibero de la recia mano, que tallará en el roble castellano el Dios adusto de la tierra parda. EXTERNA (RIMA Y MÉTRICA)La estructura externa del poema esta
compuesta en su mayoría por cuartetos a excepción de la primera estrofa compuesta por ocho versos y dos mas las cuales están compuestas por uno y dos versos respectivamente. Se trata de una combinación de versos heptasílabos y endecasílabos (con predominio de los versos endecasílabos) con rima consonante, los cuales riman de la siguiente manera siguiendo una estructura arbitraria (recibe le nombre de estrofa Machadita): Este tipo de versos es lo que le crea a machado un estilo inconfundible. Además, esta combinación de versos le implanta un gran ritmo y musicalidad natural y espontáneo al poema.
5.3. FIGURAS LITERARIAS En cuanto a las figuras literarias se puede destacar el uso de la anáfora, en varios casos a lo largo de todo el poema, como por ejemplo la repetición de la palabra “señor” al comienzo de gran parte de las estrofas entre la 2 y las 7. Además de la repetición de la estrofa número 9 de “mas allá de…” en repetidas ocasiones. Junto con las anáforas, también se utiliza personificaciones, es decir, la atribución a seres inanimados cualidades humanas, como es el caso de “mi corazón aguarda” o “un corazón blasfemo”. También recurre al uso de epíteto, es decir, colocar el adjetivo antes del sustantivo con fines meramente estéticos, como ocurre en “verde oliva” o “rubio grano”. El uso de interrogaciones retóricas es otra de las figuras literarias utilizadas en este poemas: “¿no es el quien puso a dios... de la muerte? O también “¿no dio la encina ibera… en pura llama?”. Junto con ello, el uso de exclamaciones a lo largo de todo el poema (sobre todo cabe destacar la parte de la oración), como es el caso de “¡Oh dueño de fortuna y de pobreza…su fatiga y su esperanza!” Por ultimo, la mayor parte de las obras de Machado están marcadas por el tiempo que pasa y, aunque en esta obra esta obra no se ve tanto como en otras, no deja de ser importante. Así, las palabras “hoy, mañana, ayer” pueden actuar como deícticos temporales y en el poema que estamos analizando aparecen actuando como una antitesis a partir de el verso 59 “no esta el mañana ni el ayer escrito”, con ello consigue expresar la relación pasado-presente-futuro.
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto al mañana, mañana al infinito, hombres de España, ni el pasado ha muerto, no está el mañana -ni el ayer- escrito. Por otro lado aunque no aparece con intención que acabamos de nombrar relacionada con el paso del tiempo tenemos antitesis expresando otro tipo de contraste por ejemplo cuando menciona el “seco otoño” y poco después el “campo verde”. Otro ejemplo de antitesis es “ventura y malandanza”.
5.4. ESTILO El estilo de Machado se resume en el uso de formas fáciles y sencillas que hace que el poema sea un poema ágil de leer gracias al uso de frases breves y estructuras sencillas. Uso de figuras literarias como hemos visto con anterioridad, como la adjetivación con el uso de epítetos, elemento que se repite mucho en sus obras. También algo al destacar es el uso con bastante frecuencia de las antitesis. En conclusión el estilo de Machado es un estilo sencillo debido a que da mas importancia al contenido que a la forma, es decir, la forma es la que se tiene que adaptar al pensamiento y no al contrario.
(Estructura de la obra) Los poemas se pueden agrupar en dos grandes bloques según los temas de que se ocupan: 1. El problema de España.El paisaje de Castilla como símbolo de España. Este paisaje castellano será contemplado de dos formas diferentes. En un primer momento de una manera objetiva, describiendo su dureza, su sequedad, su fealdad . En un segundo momento, Machado contemplará el paisaje de Castilla de una forma subjetiva, expresando lo que supone para él, no lo que es. Las gentes de Castilla y de España (Por (Por tierras de España, España, Del pasado efímero y La tierra de Alvargonzález). Alvargonzález). La denuncia política (Una (Una España joven). joven).
2. El problema existencial.El amor y la muerte de Leonor (todos los poemas dedicados a Leonor en Campos de Castilla). La religión (El (El Dios Íbero y La saeta). saeta). Lo proverbial: muchos poemas del libro encierran un proverbio o un pequeño pensamiento sobre temas variados: política, religión, literatura, autobiográficos, etc... (Los Proverbios y Cantares). Cantares).
1.
El paisaje en Campos de Castilla.
El paisaje descrito es el castellano, concretamente los alrededores de Soria, a donde se va en 1907. El paisaje de las tierras de Soria causa una profunda impresión que quedará profundamente grabada en el alma del poeta. En la 2ª edición (1917) añade composiciones que escribe durante su estancia en Baeza, ciudad en donde se refugiará tras la muerte de su esposa;
aparece
de
nuevo
el
paisaje
andaluz
generalmente
en
contraposición al recuerdo del anterior. En la obra se pueden apreciar tres modos de enfocar el paisaje castellano: algunas composiciones responden al simple amor a la naturaleza, “visión objetiva del paisaje”; en otras, el paisaje se convierte en símbolo del pasado histórico de Castilla; por último, hay poemas en los que los elementos del paisaje se convierten en símbolo de realidades íntimas. Estos tres modos tendrán su exacto equivalente respecto al paisaje andaluz en los poemas escritos para la 2ª edición, durante su estancia en Baeza. Esa “visión objetiva del paisaje” e identificación simbólica del paisaje con el pasado histórico de Castilla: El tema de España (ver “A orillas del Duero”). El paisaje castellano será contemplado de una manera objetiva, describiendo su dureza y su aridez y resaltando su pobreza, mediante referencias a lo humilde; pero también de una forma subjetiva, el poeta no se limita a “señalar” un preciso paisaje que está ante sus ojos: “Colinas plateadas/ grises alcores...”, una mirada más detenida descubre unos inequívocos componentes subjetivos en la descripción.
Se hace presente metafóricamente en los elementos del paisaje el pasado histórico a través de imágenes guerreras, en las que insiste hasta que estas quedan convertidas en elementos esenciales que identifican el paisaje (ej.: loma=recamado escudo; meandro del Duero=curva de ballesta; Castilla, mística y guerrera,…). La preocupación patriótica le inspira poemas sobre el pasado, el presente o el futuro de España. Cuando se marcha a Baeza, esta ciudad y sus campos también recordarán su pasado histórico, relacionado con la época de la dominación musulmana (Baeza= ciudad moruna; Guadalquivir=alfanje roto y disperso) –
Identificación simbólica del alma con los elementos del paisaje.
–
- El paisaje castellano: No se trata ya de la descripción objetiva del
paisaje, ni de este como reflejo de una historia pasada común sino de cómo el poeta proyecta en diversos elementos (ríos, árboles, atardeceres,…) su propia realidad íntima. Esta nueva visión es consecuencia lógica de su concepto del tiempo como fluir interior. El poeta entra en diálogo con el mundo y consigo mismo, en íntima comunión con el paisaje que describe y canta. En su paso por el tiempo, el poeta se relaciona con las cosas, y adquieren un sentido nuevo, personal, en relación con la experiencia vivida en torno a ellas. Se transfiguran en espejo que refleja los estados del alma. En este sentido es singularmente destacado el proceso que “sufre” el olmo. Las primeras referencias –antes de la muerte de su esposa- a este árbol son meramente denotativas de su presencia en los parques. En el poema “A un olmo seco” (CXV) –escrito durante la enfermedad de Leonor- se inicia el proceso de identificación de su alma con dicho árbol, que continuará de forma más o menos implícita en otros poemas (CXVI, CXXVII) cuando, tras la muerte de su esposa, se convierte en el recuerdo de una esperanza inútil.cialmente -El paisaje andaluz Por contraste con la aridez y humildad del paisaje castellano, se destacan los tonos luminosos, verdes, fértiles (ver “Recuerdos”); el poeta se queja de que el paisaje de su tierra, el de su infancia, a pesar de su belleza, no haya penetrado todavía en su alma.
Todos los poemas dedicados a Leonor los escribe en Baeza, por ello, en algunos poemas de esta serie el paisaje andaluz, alegre en otras ocasiones, se carga de connotaciones de tristeza (Ver “Caminos”), indicando el cansancio espiritual y la profunda melancolía del poeta. Frente a esto el paisaje soriano se carga de connotaciones positivas (ver “A José María Palacio” en el que se recuerda a la amada muerta)
2.
Principales símbolos machadianos en Campos de
Castilla. Antonio Machado se vale de símbolos para comunicar determinados temas presentes en sus obras. Los trataremos en relación a los dos grandes ejes temáticos. 2.1. El problema existencial: El paso del tiempo. La muerte. Algunos de los símbolos que hacen referencia al paso tiempo, ya presentes en su 1ª obra,
son:
EL AGUA Este símbolo es quizá el que con mayor insistencia y también con mayor hondura vivencial reitera a lo largo de su obra. El agua del río, de la fuente, de la lluvia… su fluir casi imperceptible, constante, se hace símbolo del fluir temporal y, por ello, de la vida interior; puede representar la muerte, quieta en la taza de la fuente o, en la inmensidad del mar al que confluyen todas las aguas. (Ver poema CXXVIII) 2.1.
LA TARDE
Suele expresar el sentimiento melancólico de la vejez espiritual. Por esto, los adjetivos referidos a colores que acompañan a la tarde y a los elementos del paisaje en esa hora (rojos, cárdenos, violetas…) se cargan por contagio semántico de estas connotaciones de melancolía y tristeza. (Ver poema CXVIII) 2.2.
LOS CAMINOS
Los caminos están presentes en la poesía de Antonio Machado desde sus primeras composiciones. El caminar errante, sin meta prefijada, es ante todo un sentimiento de pesar sin consuelo, una nostalgia de la vida que se va dejando y que también anticipa el horror de llegar. Los caminos son frecuentemente símbolos de la vida o bien aparecen asociados con ésta. Cuando esto ocurre en el poema, el camino real se
difumina, se borra hacia la lejanía, hacia el futuro, del que nada podemos decir; y, al mismo tiempo, se convierte en motivo de melancolía, de ensueño que trae recuerdos (Ver poema Caminos). La idea de que el camino no está hecho, sino que se hace a la vez que el acto que lo realiza (“se hace camino al andar”) se ve reforzada por otras imágenes. (Ver Proverbios y cantares CXXXVI-XXIX] 2.3.
LOS ELEMENTOS DEL PAISAJE Y EL TIEMPO VIVIDO
En el proceso de identificación del alma con las cosas del mundo adquieren especial relevancia los elementos de la naturaleza (los ríos, los atardeceres, los árboles,…). En Campos de Castilla entre los elementos configuradores del paisaje a los que el poeta dota de significación simbólica en relación con el paso del tiempo están los ríos – en especial el río Duero- (A orillas del Duero: “como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar”)- y los árboles -en especial el olmo, árbol de la infancia en algunas composiciones y de la madurez, la vejez en otras (“¿Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas?”). El poeta parece haber escogido el árbol para sintetizar no sólo su predisposición anímica ante el paisaje, sino también el correlato con el tiempo. La diversidad arbórea del poemario sirve de vehículo para expresar tanto la emoción que siente el poeta contemplando los campos de Castilla como la fugacidad de la vida (los chopos, los álamos,.., -asociados a la frescura y el resurgir–, representan, además, una visión idílica de Castilla; incluso en la robustez y fortaleza del roble, se percibe el paso inevitable del tiempo, que se lleva tras de sí todo lo que encuentra en el camino…; las encinas, las hayas, los limoneros,…). Del paisaje, Machado seleccionará preferentemente todo cuanto sugiere soledad, decadencia, fugacidad... Sus reflexiones sobre la muerte son una consecuencia lógica de la preocupación por el paso del tiempo. La muerte se manifiesta de formas diferentes: la brevedad e inconsistencia de la vida, la decadencia del hombre y de las cosas, de los elementos de la naturaleza,… Los símbolos con los que se alude a la muerte son numerosos: el mar (ver serie Proverbios y cantares, CXXXVI-XLV), el ocaso, el otoño, la sombra, la luna,… El mar simboliza con frecuencia la ciega inmensidad de la muerte, lugar al que confluyen todos los ríos, siguiendo la alegoría de Jorge Manrique. Cada ser, como una ínfima gota, se pierde y desaparece en la inmensidad del mar-muerte (“Morir ¿Caer como gota / de mar en el mar inmenso?”, Proverbios y Cantares). Su actitud vital ante la muerte es variada: desde la angustia personal (ver “Es una tarde
cenicienta y mustia”), a la melancolía, a la rebeldía, que se manifiesta sobre todo en los poemas que tratan sobre la muerte de Leonor. En éstos, el recuerdo de su mujer se asocia al paisaje de Soria, evocado desde una lejanía espacial y temporal que contribuye a vivificarlo. El paisaje soriano trae connotaciones de ausencia, recuerdo, soledad… incluso, esperanza.
2.2. El tema de España En Campos de Castilla el paisaje –castellano y andaluz- se convierte en símbolo de España, en imagen de su pasado histórico que se hace presente a través del lenguaje figurado; esta identificación de los elementos del paisaje con el pasado da pie a reflexiones en las que se contrasta el pasado glorioso con el mezquino presente. Ante el paisaje castellano Machado realiza una selección que apuntará a destacar también el “alma” de Castilla vista desde su peculiar sensibilidad. Así, recoge, sobre todo, lo que va en dos direcciones: de una parte, lo pobre, lo adusto, lo austero (“yermos”, “páramos”, “pegujales”, etc.); de otra, lo recio, lo duro, lo fuerte (“alcores”, “roquedas”, “arnés de guerra”, “yelmo”,…). En suma, lo ascético y lo épico. Es, en palabras suyas, la “Soria, mística y guerrera”. El "descubrimiento" de Castilla, la apreciación de la belleza del paisaje castellano, mezclada con ciertas consideraciones y sentimientos sobre el pasado, presente y porvenir de España, sobre la decadencia, virtudes y defectos de la raza, etc. es algo propio de la generación del 98. También son características de este movimiento las dos formas de mirarla: desde un punto de vista lírico y desde un punto de vista crítico. Llamamos visión lírica a una emocionada captación de la belleza o la majestad del paisaje castellano, fruto de aquel “amor a la Naturaleza” o de esa fusión de paisaje y alma (Ver Campos de Soria CXIII “Hoy siento por vosotros, en el fondo / del corazón, tristeza, / tristeza que es amor...”). Y esa tristeza, esa melancolía nos lleva a lo que hemos llamado visión crítica, que nace además de aquella “preocupación patriótica” de que hablaba Machado (Ver la segunda mitad del poema “A orillas del Duero” XCVIII, “Por tierras de España” XCIX: En ellos aparece un poeta que da testimonio de la miseria y la decadencia de Castilla: frente a esplendores pasados, alude al despoblamiento, la desertización, la dureza de la vida, la necesidad de emigrar, las ruinas de los
pueblos...; y habla de la apatía de las gentes o de sus miserias morales. No aborda Machado, en estos poemas, las causas históricas y sociales de tal estado de cosas, ni toma posturas ante ellas. De momento, es sólo una “amarga toma de conciencia sobre una situación de marasmo nacional”). De esta visión crítica será también buen ejemplo el poema “El Dios ibero” CI: en él se insiste sobre el marasmo (desnutrición) y la miseria del campo castellano y se añade una meditación sobre cierta religiosidad tradicional. Por lo demás, su penúltima estrofa contiene una apretada meditación sobre el pasado, el presente y el futuro de España y parece anunciar la necesidad de comprometerse para “reescribir” el pasado y construir una España mejor. Se trata de aspectos que alcanzarán mayor desarrollo en los poemas escritos en Baeza. Del pasado, Machado denuncia aquellos aspectos negativos que son un peso muerto sobre el presente o incluso sobre un futuro próximo. Y parece como si no tuviera grandes esperanzas en el mañana inmediato, sino en un “pasado mañana”, en una generación posterior.
3.- Principales rasgos formales en la obra Campos de Castilla Antonio Machado somete desde sus inicios poéticos su estilo a un proceso de depuración en busca de la esencialidad, hecho que explica que partiendo del Modernismo esteticista llegue a una poesía sencilla, breve y concisa. Son numerosas las declaraciones del autor que afirman su gusto por la sencillez, la naturalidad, la expresión directa y no alambicada; declaraciones donde se observa una clara voluntad
antirretórica.
3.1. EL LÉXICO Machado tiene, evidentemente, un vocabulario predilecto. Puede agruparse en torno a
algunos
temas,
algunos
sentimientos,
algunas
percepciones.
Además de los símbolos examinados en el apartado anterior (el agua, el mar, el camino, los árboles…), toda la obra poética de Machado está marcada por el empleo de un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y de las estaciones, la caducidad de las cosas. En este sentido, hay que señalar un vocabulario referido a lo que él mismo llamaba “signos del tiempo”. Siendo el tiempo el tema vertebrador de su obra, las palabras que pueden funcionar como deícticos temporales (adverbios —hoy, mañana, ayer, todavía, nunca, ya, aún…, demostrativos
—estos, aquellos…—) aparecen de continuo en sus poemas. Estos deícticos no suelen aparecer solos, sino que se combinan en antítesis temporales para expresar vivencialmente la relación pasado-presente-futuro (ver “El dios ibero” CI). Los adverbios de lugar (aquí, allá…) y los demostrativos (estos, aquellos…) tienen también este valor deíctico; y sus antítesis espacio-temporales señalan también antítesis correspondientes a estados de ánimo (CXXI) En oposición a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un vocabulario abstracto para referirse a lo que define como “revelaciones del ser en la conciencia humana” relacionados con los universales del sentimiento: sueño, mágico, alma, ilusión, encanto,
armonía…
Una de las características más señaladas entre los escritores de la llamada generación del ’98 es el uso —incluso la recuperación— del léxico arcaico y/o rural: tahúr, albur, sayal, juglar…arcadores, perailes, chicarreros… En Campos de Castilla es frecuente el uso de sustantivos y adjetivos que evocan la rudeza o la pobreza de esas tierras, junto con nombres seguidos de complementos nominales formados con la preposición sin, indicando dicha pobreza. (A orillas del Duero XCVIII) movimiento: “Se vio a la lechuza / volar y volar”. O trata de reflejar una emoción tan fuerte que resulta
indecible:
“¡Oh,
fría,
fría,
fría,
fría,
fría!”
- El uso de símbolos, que se convertirán en el universo imaginario de Machado: el agua, la fuente, el camino, el mar… Toda la poesía de Machado está recorrida por estas intuiciones vivas y frágiles que revelan que la realidad, por la metáfora, la imagen o la comparación, debe ser una conquista del lenguaje. - Dos aspectos manifiestan su deseo de comunión íntima con lo que le rodea; primero, se observa en la frecuente humanización de las cosas, de los objetos, de los paisajes: el agua clara que reía; cárdenos nublados congojosos; Hierve y ríe el mar… En segundo lugar en el empleo de la exclamación, uno de los rasgos más peculiares de este poeta que no abandonará jamás, puesto que le permite traducir su emoción ante los objetos, los seres humanos o los acontecimientos: ¡Hermosa tierra de España!; ¡Oh, flor de fuego!; ¡Tierras de la luna!... Con este gusto persistente por la exclamación, se puede relacionar también el uso frecuentísimo de la interrogación, que
da
a
sus
versos
un
tono
personal.
3.3 LA MÉTRICA La métrica merece también una atención especial en la caracterización del lenguaje
poético de Machado: variedad extraordinaria de metros y estrofas y, al mismo tiempo, naturalidad y espontaneidad; armonía intensa de los poemas, acentuada a veces por rimas internas; armonías vocálicas; mezcla, muy sorprendente, de tradición y modernidad, de ecos clásicos y populares. En Antonio Machado se cumple la vieja aspiración
poética
de
la
difícil
sencillez.
a) En cuanto a los metros, los versos preferidos en Campos de castilla son los clásicos de la tradición española: el octosílabo, de tradición popular, y el endecasílabo, de tradición culta. En numerosas ocasiones, el endecasílabo aparece combinado con el heptasílabo. En menor medida utiliza el alejandrino, que había sido uno
de
los
preferidos
en
la
obra
anterior.
b) En cuanto a las estrofas, encontramos gran variedad: estrofas con versos de arte menor: romances {- a – a – a – a – a – a…}: el más significativo es la larga composición La tierra de Alvargonzález; cuartetas {abab}: CXXXVI-XIX, XXI, XXVII; redondillas {abba}: CXXXVI-XIII; coplas {—a—a}: CXXXVIII, IV, VI, VIII…; décimas {aabccbdeed}: CIII, CXXVII, CXXVIII, CXXXII, CXXXIII, CXXXVI-XXXV, XXXIX y CXXXVII-VII, VIII) - Una de las estrofas preferida es la silva, combinación libre de un número indeterminado de versos endecasílabos y heptasílabos, cuya rima también se distribuye libremente; en especial abunda la silva arromanzada: serie libre de endecasílabos y heptasílabos que riman como en el romance {por ejemplo: 7—7a7— 11A11—11A11—7a11—7a11—11a7—, 11ª}: CXIII-VII, VIII y IX, CXVIII, CXXVI y CXXXIX,… –
- Estrofas en alejandrinos: pareados: en series más o menos extensas:
XCVIII, CXXXVI-VII, XIV, XV, XVI, XVII… y serventesios {ABAB}: XCVII, XCIX, C, CXVI, CXLIV… –
- Combinaciones de pareados y serventesios: CXXXVI-XI. CXLVI.
4. Importancia de la obra en la poesía española anterior a la Guerra Civil Para algunos críticos, Campos de Castilla es la síntesis más representativa del pensamiento críticohistoricista del 98, un libro intensamente representativo de
aquella sincera preocupación por España y el ser del hombre; pero se puede decir que Machado no sólo asume el criticismo generacional a secas, sino que proyecta su lirismo sobre la esencia de los problemas, recreándolos. Aunque la obra machadiana gozó de gran respeto entre los poetas de la Generación del 27, a pesar de que la devoción del momento se orientaba hacia la poesía de J. R. Jiménez, fueron los poetas de posguerra los que realmente supieron valorarla. Después de la Guerra Civil, algunos poetas, como Blas de Otero, vuelven hacia Machado y lo convierten en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad. Precisamente un crítico del 27 como Dámaso Alonso dirá por entonces: “Era, ante todo, una lección de estética […]. Y era una lección de hombría, de austeridad, de honestidad sin disfraces ni relumbrones”. Si la denominada generación del 36 se había vuelto ya hacia Machado antes de la guerra, cuando después emerja de nuevo a la vida literaria, sabrá entonces con más ahincada conciencia cuáles han de ser sus guías. Y así se propondrá el reconocimiento y la exaltación de Antonio Machado, el poeta del tiempo y de la existencia, y el poeta en cuya doctrina estuvo siempre desterrada cualquier forma de virtuosismo verbal que impidiera la plasmación cálida de la vida. La presencia machadiana se percibe, sobre todo, en la poesía de Leopoldo Panero, seguidor entrañable de Machado en el tratamiento lírico del paisaje; y en la de Luis Rosales, especialmente en su poema-libro La casa encendida y en los Proverbios y cantares, continuación de los de Machado. Cabe destacar también su influencia en José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero. Los poetas de la llamada “segunda generación de posguerra” rescataron de Machado aquellos aspectos olvidados de su obra que, sólo en su absoluta interrelación de totalidad con el poeta cívico y el hombre comprometido que también hubo en él, nos han podido dar una imagen del Machado integral. Algunos de los autores más conocidos que mostraron afinidad o influencias evidentes de s poesía son: Ángel González, José Manuel Caballero Bonald y José Ángel Valente. También en Jaime Gil de Biedma se observan coincidencias de actitud con Machado, del mismo modo que no es infrecuente la mirada hacia Machado de Francisco Brines, Claudio Rodríguez y de José Agustín Goytisolo. Hacia 1970 surge una nueva promoción de poetas, los Novísimos. Machado
para ellos era un obstáculo, fundamentalmente por la prioridad que nuestro autor dio a las preocupaciones morales y, en general, humanas, por su obstinada defensa del habla natural en el verso, y por sus modos poéticos externos,
apenas
rebasadores
de
los
cauces.
Durante las décadas de los ochenta y los noventa, los poetas españoles jóvenes o no tan jóvenes volverán la mirada hacia la obra multiforme a integral de Antonio Machado; es el caso, por ejemplo, de Andrés Trapiello, José Mateos, y, especialmente, Luis García Montero. 1. EL PAISAJE EN CAMPOS DE CASTILLA En la primera edición describe los alrededores de Soria y en la segunda Baeza ( con el recuerdo de la muerte de su mujer).El paisaje aparece descrito de tres maneras, a saber: objetivamente (árido, y humilde), como símbolo del pasado histórico de Castilla (referencias a las guerras, metáforas bélicas como la de los meandros del Duero como las curvas de las ballestas que tratan el pasado glorioso de España) y como símbolo de las vivencias del autor proyectando su intimidad en elementos de la naturaleza como las montañas, los ríos, los árboles y el paisaje en general los cuales pasan a ser un espejo de su alma ( es famoso el poema “A un olmo seco” en el que él se identifica con el proceso de muerte de este árbol al conocer la noticia de la enfermedad y muerte de su esposa). Cuando describe Baeza, que identifica como “ciudad moruna” se retrotrae a la época de dominación musulmana que le inspira Andalucía. Este paisaje está dominado por tonos verdes y tierra fértil (en contraste con el anterior) pero el poeta se queja de que este entorno que vivió en su infancia no haya penetrado todavía en su alma (“Recuerdos” pone de relieve lo mencionado); esta fatalidad de no otorgarle un valor positivo al paisaje andaluz es lógica puesto que escribe los poemas dedicados a su esposa fallecida en Baeza lo cual es indicativo de que el paisaje – normalmente alegre – no lo sea en absoluto ( ejemplo de ello es “Caminos” donde queda expuesta la melancolía del poeta y su cansancio espiritual al tratar temas como la melancolía que le produce no poder desandar puesto que el pasado no vuelve, o la incertidumbre de un momento futuro que desconoce puesto que no ve el fin de ese camino que es la vida). Todo ello se opone al tratamiento del entorno soriano que siempre está cargado de connotaciones positivas. 2.- PRINCIPALES SÍMBOLOS MACHADIANOS EN CAMPOS DE CASTILLA Se abordará la simbología en relación a los dos ejes temáticos: el problema existencial y el problema de España. En lo referente al primero cabe decir que son símbolos ya utilizados en Soledades y que hacen referencia a la angustia por la fugacidad del paso del tiempo ( tempus fugit). El agua es un elemento muy manido
por Machado para simbolizar el paso constante del tiempo y la muerte; el agua de los ríos (en especial el Duero), de la lluvia, de las fuentes o del mar (donde confluyen todas las gotas de agua que somos cada uno), son los elementos en los que se centra la metáfora. Si el agua está quieta, estancada, simboliza la muerte y si está en movimiento hace referencia al fluir continuo de esta que entronca con el paso inexorable del tiempo. La tarde simboliza la melancolía, el fin del día, en definitiva de la juventud; en este punto surge la descripción de un entorno con una variedad cromática que se relaciona con el interior del autor, así, los tonos ocres, rojos o violetas forman parte del sentimiento melancólico. Los caminos son símbolos de la vida. Por una parte simbolizan el caminar errante a un futuro incierto del que nada sabemos porque como dijo el autor “se hace camino al andar” y por otro lado Machado lo observa desde un punto de vista nostálgico puesto que a medida que andamos vamos dejando el camino ( metáfora de la vida), atrás. El olmo se relaciona con la infancia, la madurez y la vejez, dependiendo del momento tratado presentará hojas verdes, ocres o cayéndose y finalmente estará seco. Existe diversidad arbórea cuando describe Castilla de una manera idílica, chopos y álamos que son espejo del resurgir y el roble como exponente de la robustez aunque también en él se percibe el paso del tiempo. La muerte aparece retratada en las referencias a la Luna (noche), el ocaso, el otoño (que es el símbolo de la madurez). Los poemas que tratan la muerte de Leonor rezuman rebeldía y se evoca el paisaje soriano con connotaciones de recuerdo, soledad y también esperanza. En lo tocante al problema de España, Machado realiza un contraste entre el glorioso pasado de Castilla y Andalucía con el mezquino presente a través del lenguaje figurado. El alma de Castilla es austera (“parajes yermos”) y recia (“roquedas”, “yelmo”). La belleza del paisaje, las virtudes y defectos de los españoles son influencias del grupo del 98; se describe al país de manera lírica (que se expresa en “Campos de Soria” con la fusión de paisaje y alma) y crítica (“Por tierras de España” en el que alude a la desertización, el despoblamiento y la decadencia político-económica de un país que necesita emigrar). El autor describe, no toma postura pero sí habla de reescribir el pasado para mejorar la nación; esta mejora no se dará en un corto espacio de tiempo sino que el poeta se refiere a un “pasado mañana”, a una generación posterior que cambie el rumbo definitivamente. 3.- PRINCIPALES RASGOS FORMALES EN LA OBRA CAMPOS DE CASTILLA Machado es un poeta antirretórico que gusta de la sencillez y claridad expositiva. En lo referente al léxico machado posee un vocabulario predilecto. Además de los elementos naturales que se funden con su alma como los árboles, los ríos, el mar o los atardeceres, incorpora a su léxico los adverbios de tiempo y los demostrativos que funcionan como deícticos
temporales; los adverbios de lugar (“aquí”, “allá”) y los demostrativos (“estos”, “aquellos”), también sirven como marcadores temporales y todos ellos se combinan para crear antítesis espacio- temporales y de estados de ánimo, con el objetivo de contraponer presente, pasado y futuro. En contraposición a ellos surgen los sustantivos abstractos que son útiles para expresar los sentimientos universales del ser humano (“alma”, “armonía”, “sueño”); se da el léxico arcaico que simboliza la rudeza y el atraso de Castilla aparece en voces como “chicharrero”, “sayal” o “juglar”. Los procedimientos estilísticos machadianos buscan sorprender al lector y evitan la monotonía. Las reiteraciones léxicas indican encantamiento, obsesión, insistencia o emociones fuertes (“olivares y olivares”, “ se vio a la lechuza/volar y volar”). Dos aspectos de la estilística revelan el deseo del autor por fundirse con la naturaleza. Uno es el uso de la personificación de los elementos del paisaje (“ el agua clara que reía”) y la exclamación como reflejo de las emociones ( ¡tierras de la Luna!”, “hermosa tierra de España!). La abundancia de interrogaciones proyecta un tono muy personal a los poemas. La métrica es variadísima, mezcla los metros populares, que quedan plasmados en el uso del octosílabo, y la tradición culta que se manifiesta en el empleo del endecasílabo; a veces este aparece trufado con versos heptasílabos. El alejandrino lo hace en menor medida. Las estrofas más usadas son los romances ( -a-a-a) (“La tierra de Alvargonzález está escrita íntegramente en romance), cuartetas (abab), redondillas (abba), coplas (-a-a, los sueltos de arte mayor) y décimas (aabccbdeed). Una de las estrofas preferidas es la silva que es una combinación de un número indeterminado de versos endecasílabos y heptasílabos; las estrofas con alejandrinos las realiza con pareados y serventesios (ABAB). 4.- IMPORTANCIA DE CAMPOS DE CASTILLA EN LA POESÍA ESPAÑOLA ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL Machado proyecta su lirismo en la esencia del problema de España y en el problema existencial. Los poetas de posguerra fueron los que aclamaron la obra del andaluz, lo habían hecho también los del 27 aunque estos sentían mayor devoción por Juan Ramón Jiménez. Escritores como Blas de Otero encumbran la figura de Machado estableciéndolo como un ejemplo de humanidad y manejo del lenguaje poético, exactamente igual que opinaba Dámaso Alonso. Su sencillez, su tratamiento del tiempo y del ámbito existencial fue siempre muy aplaudida por sus coetáneos y por poetas más modernos como Leopoldo Panero que continua la técnica descriptiva de los paisajes al modo machadiano, Luis Rosales en La casa encendida refleja una gran influencia del autor en cuestión. Los poetas de la llamada segunda generación de posguerra rescataron de Machado aquellos aspectos que plasmaban la integridad y el civismo del que era dueño presentándonos así a un poeta comprometido. Autores influidos por Machado son Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José
Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo. Los poetas denominados “novísimos” de los años setenta veían un obstáculo en Machado debido a que no se salía de los cauces poéticos en lo que a la forma se refiere y a que priorizaba las preocupaciones morales. En los ochenta y noventa muchos autores vuelven su vista a este poeta contagiándose de su estilo y temática como Andrés Trapiello y sobre todo Luis García Montero.