Mientras miraba el cielo de aquella noche, sentí que me perforaba con la mirada, giré y lo encontré sus ojos serios y fijos en mí. Se acercó y me dio un beso, el más dulce que recuerdo. De: Cielo Para: Alejandro Enviado: 19 de julio de 2000 Hoy hace mucho frío fuera y dentro de mí. Pienso que tal vez siempre fue así pero estaba ciega, entonces ahora sí puedo darme cuenta porque ciertas cosas me fueron abriendo los ojos de a poco. Quise escaparme un poco de la realidad pensando que todo iba a cambiar con el tiempo, pero ya ves: mañana van a ser ocho meses y todo sigue igual. Mal. Este email puede parecerte muchas cosas, incluso un email como cualquier otro de los cientos que te mandé durante meses. Pero este es diferente, es el de despedida. No me voy por una semana o por dos, me voy de tu vida para siempre porque sé que estoy de más. No me necesitás tanto como yo a vos y muchas veces me dijiste que en las relaciones hay que dar y recibir por igual; no se está cumpliendo esa regla. Siento que siempre sentí más que vos. Entonces digamos en nuestra relación no existe un equilibrio. O no nos vemos nunca, o estamos peleados… siempre hay un tema para discutir entre nosotros. No tuvimos ni una sola semana de paz en ocho meses. Creo que es importante un poco de relax, creo que llegó el día, ¿no? El tema de vernos más seguido también quedó en la nada. Ya ves: durante el año te veo (si se te antoja) dos veces por semana. Ahora estoy en vacaciones, no te voy a ver ni una vez. Hoy no, Alejandro tiene una reunión de amigos. Mañana tampoco, viaja. ¿Qué tiempo me dedicas de tu vida? ¿Cuatro horas por semana? ¿eso es un noviazgo? “Con respecto a vernos más seguido, sabés que se complica un poco: mis horarios, los tuyos, estamos un poco lejos, etc; pero vamos a tratar”. No. No te creo una palabra más. Ahora ni siquiera nos vemos los días que supuestamente nos teníamos a que ver. Olvidate. A los dos nos gusta que el otro nos diga cuánto nos quiere, pero ninguno de los dos obtuvo nunca lo que quiso. Nunca fue bastante, no nos alcanzó. Tal vez a vos sí te alcanzó, porque no necesitaste nunca verme. Pero no fue suficiente para mí, que te quise con el alma y no podía verte jamás. Tampoco tuviste en cuenta que además de escuchar “te quieros” hay que demostrarlos. Shakespeare dijo alguna vez: “no ama quien no lo demuestra”. Creo que describe perfectamente el “amor” que me tenías. “Pendeja, no lastimes a quien necesitás, tirá tu orgullo a la mierda alguna vez”. Me parece que te hice demasiado caso. Dejé que hicieras lo que quisiste, que vinieras cuando quisieras, que hicieras y deshicieras sin importarte nada de mí. ¿Pensás que sos el único que extraña? Además, había muchas diferencias entre nosotros. Pero la más notoria era que yo no me quería nada y vos te amabas demasiado. Tanto que en vos no había lugar para mí. Tal vez encuentres a alguien a quien ames tanto como te amas a vos mismo y ese va a ser el amor verdadero. Es un consejo, si yo no lo aguanté, creo que nadie lo va a aguantar, porque yo con esas cosas soy bastante paciente. Es solo un consejo. La pregunta es: ¿por qué no me dijiste desde el principio que te habías tomado nuestra relación de otra manera? ¿Por qué no me advertiste? Te hubiera amado menos, te hubiera dado menos. Ahora estoy atada a vos y es un infierno; por eso decido alejarme ahora. Porque si seguimos con esto que no tiene nombre, voy a amarte cada día mucho más y no es eso lo que quiero. Tal venzo tendríamos que haber desafiado a nada ni a
nadie, y vos tendrías que estar con alguien de tu edad y yo con alguien de la mía. Mejor encuentro a alguien que pueda ver a los amigos todos los días, así ellos no me quitan el tiempo que me tiene que dedicar. Voy a tenerlo en cuenta a la hora de elegir la próxima vez. Lo que más duele es que nunca tuve prioridad en tu vida. Tu felicidad era condición única para que yo estuviera bien. Siempre te tuve arriba, como el religioso tiene a Dios. Pero yo nunca te interesé demasiado, sino hubieses tenido más ganas de verme. Tal vez tantas como yo. Nunca tuve prioridad en tu vida, mientras que vos fuiste todo en la mía. Ni como novio, ni como hermano, ni como amigo; me duele verte, escribirte o escucharte. Este es el último email, espero que sepas que no me adapté a tu estilo de vida, a tu filosofía de vida “Light”, cero obligaciones conmigo. No era eso lo que quería para nosotros. Yo escribo esto suponiendo que vas a entender porque se te un tipo inteligente. Así que a partir de hoy, voy a empezar de nuevo. No quiero hablar con vos. No quiero verte, no quiero escucharte. No me gustó tu “manera”. Tal vez cuando sea más grande me acuerde de vos y entienda lo que me habías querido decir. Quizás ya lo entendí. Por eso hoy, Alejandro, hoy que quiero decidir, prefiero estar con alguien que me ame a mi manera.
“Vos no vivis la vida, sufris la vida. Tenés que disfrutar un poco más y no sufrir tanto”.
Ser abandonado es desprenderse de un lazo, desajustarse el cinturón: sentirse inseguro. Cuando alguien me abandona me siento huérfana, perdida, sin tierra. Soy Ammar Mousa, luchando contra los israelitas. Soy yo, entre la neblina buscando el camino de vuelta a ninguna parte. Ese es el abandono: una casa vacía y yo gritando el nombre de quien me abandonó; abandono es un eco que dice Alejandro, Alejandro, Alejandro, incansablemente en mis dos oídos para siempre. En cambio, el reemplazo es aún peor. Es un bosque sin neblina, donde claramente veo que no solo me han dejado a un lado, sino que lo hicieron por un propósito o mejor: por una persona. Que me abandonen y se retiren con las manos vacías, bien, podría entenderlo después de un intento de suicidio y cinco años de terapia, pero que me abandonen para irse con otra persona eso jamás. No voy a poder entenderlo, no pude entenderlo y no lo entiendo, ni quiero, ni pienso, ni nada. No. Es una negación absoluta, el reemplazo es sinónimo de sofocación, de que me falta el aire, de que me puedo morir inmersa en convulsiones sin remedio alguno. No me reemplaces Alejandro, jamás. -----------------------
Fuimos a un carrusel y simulando ser infantes montamos caballitos de plástico riéndonos a carcajada viva y quiero jurar que eran carcajadas sinceras, que en ningún momento fingí mi alegría.
------------------------------------
Porque la realidad no tiene caballitos de plástico, ni amigas que ríen las veinticuatro horas: la realidad es un cielo solitario y lloroso abandonado y reemplazado
------------------------
Era una máquina de hacerme sentir bien, es decir: no paraba de vomitar. Y en aquel momento esa era mi manera de elegir; porque nunca había podido elegir: tenía que comer, tenía que estudiar, tenía que tener amigas y tenía que pintarme y ser bonita. Perfecto, pero ahora además decidía vomitar y sacarme las porquerías que tenía adentro. En consecuencia, una vez más, la comida pasó a ser una porquería y de nuevo empecé a adelgazar a pasos agigantados.
-----------------------------
Era increíble: o yo era muy buena actriz y simulaba perfectamente un estado de felicidad natural, o les importaba demasiado poco como para pensar por qué iba tantas veces al baño, me demoraba tanto tiempo y siempre salía tosiendo o carraspeando. ------------------------------
. Ahora además de odiarme y odiarlo,vomitaba cósmicamente, sin saber quizás que el peor vómito estaba por venir: el que deja de existir y se convierte en nada. --------------------------
era la persona más hidratada y descerebrada que había conocido jamás. Y no digo descerebrada de forma despectiva: quiero decir que cuando estás muriendo de hambre (y no es una metáfora) el cerebro no funciona correctamente. La sangre irrigada se destina a los órganos que la necesitan vital y prioritariamente: como mi corazón tenía que seguir latiendo, la sangre que antes corría en mi cerebro, ahora se focalizaba en mi corazón, lo cual me dejaba tonta y con arritmia. Pensamientos lentos, visión nublada, respuestas tardías: eso era. La mujer más hermosa que conocía, pero también la que tenía el peor aliento, la que no podía compartir ni un desayuno, ni un almuerzo, ni una gaseosa, ni una cena, ni un caramelito con nadie. Yo era esa y estaba orgullosa de serlo. Es decir, no me arrepiento de haber sido eso y la mayoría de las noches pienso en mi cama con los ojos cerrados: ¿dónde estás Cielo? ¿Qué fue de vos? A veces quiero volver, quiero ser hermosa y tener pocos pensamientos inteligentes, pero de aquella triste selección salían las mejores ideas. Eran pocas, pero brillantes y casi todas dirigidas a mi propia destrucción. ---------------------------------------------------
Me odié profundamente toda esa etapa de mi vida y me odio ahora al compararme, al verme tan lejos (un sentido de responsabilidad me sorprende ahora ¿qué pensarán mis padres cuando lean esto?). Me odiaba no por mi comportamiento sino porque no había podido ser así antes: no había podido dejar de comer, no había podido ser una arpía, no había sabido mentir y afirmar con miradas gélidas que “estaba bien” y que “no necesitaba ayuda” antes. Ahora podía dejar de comer, podía mentir sin límites, podía manipular a la gente y manipular verdades hasta convertirlas en mentiras de mármol, costosas pero irrompibles.
-----------------------
Me estaba consumiendo, lo sabía y no podía dejar de disfrutarlo. Si no me amaba entonces iba a morirme: y me iba a morir hermosa, inteligente y con el cuerpo perfecto. La perfección era mi fin y en mi enfermedad la entendía como alcanzable; cada kilo menos era un paso más hacia mi ansiada meta. Cada kilo de más un recordatorio del cerdo que había sido todos esos años, del odio hacia mi misma: de la repugnancia. -----------------------
¿Quién puede saber más de anorexia que nosotras, las propias anoréxicas? Aseguro que ningún medio, medico, psicólogo o psiquiatra. ¿Quién puede saber más de cáncer que una persona que lo sufre? ¿Quien puede saber más de amor a los hijos que una persona que es madre? ¿Quien puede saber lo que es el amor si nunca lo sintió? ¿Qué clase de médicos puede entender lo que las anoréxicas sentimos y vivimos si nunca fue anoréxico? Yo puedo estudiar el comportamiento de las aves y sin embargo nunca voy a saber como se siente volar. Cursi pero cierto, no hay palabras de más en mi discurso. -------------------------1. No le digas a nadie que estás ayunando Ayunar está muy bueno pero todo el mundo se va a dar cuenta de que lo estás haciendo y no queremos eso, no queremos que todo el mundo sepa los beneficios del ayuno y que se copien ¿o si? El problema es que si hacés el ayuno la gente va a estar esperando que bajes de peso y si por alguna razón no podés hacerlo, te vas a sentir muy mal. En cambio, si no le decis a nadie que estás ayunando, cuando se vean los beneficios todos te van a halagar y a preguntar tu secreto. ¡Shhh! ¡No lo digas!!! Además, la gente va a pensar que estás loca porque no van a entender que pases días y días sin comer y que no le temas a las consecuencias (¿pero cómo alguien le puede temer a ser perfecta?). ¡Te vas a volver una fanática del ayuno! La gente va a tener miedo. Miedo, miedo, miedo, ¡eso es lo último que necesitas en tu camino para ser perfecta! Además, no le cuentes a la gente que estás ayunando así se convierte en tu pequeño secreto (no tan pequeño) ¡lo cual lo va a hacer mucho más interesante! ¿A quién no le gusta tener algo para contar y tener que guardárselo? Tu ayuno es entre Ana y vos, nadie más tiene que saberlo. Y cuando estés tentada de romperlo acordate de cuanto Ana te ama y cómo quiere lo mejor para vos. Ella solo quiere que seas perfecta, le debes a ella todo tu respeto. Mirá la cara de Ana en esa galletita de chocolate que moris por comer. Pensá en cómo sacrifica ella todo su tiempo dedicándose a vos. ¡No se merece que corrompas tu cuerpo y le faltes el respeto! 2. Apagá el televisor En todas las publicidades aparece COMIDA, comida = NO. O sea, apagá el televisor, además se supone que no tenés nada más en qué pensar. Ponete a leer un libro de calorías, empezá tu propio diario anoréxico en Internet... ALGO. ¡¡¡Algo que no tenga nada que ver con comida!!! 3. Háganse amigas Obviamente es más fácil encontrarte con una amiga a charlar de pavadas que con Ana a plantearte cuál va a ser tu futuro. Y no queremos hacer siempre lo más fácil, ¿no? Además esas amigas siempre te dicen que estás muy flaca y casi te obligan a comer las medialunas que compró esa madre GORDA que tienen. Y la madre-gorda te hace pensar en que JAMÁS querés parecerte a ella... pero las medialunas están todavía ahí y vos hace dos días que no comes nada. Acordate que estás débil y no podés hacer ejercicios sin desmayarte a los quince minutos, así que esas 160 calorías son espantosas porque no las vas a quemar ¡VAS A ROMPER EL AYUNO! Yo que vos me quedo con Ana solita en mi casa, donde no te tiente el diablo. Ana es SIEMPRE la mejor compañía. 4. Date un banquete con lo que Ana dice Imaginate todas esas horas que gastas leyendo el diario o viendo televisión o escuchando radio. Ahora, durante tu ayuno, vas a tener que SATURARTE DE ANA. Todo va a tener que estar relacionado con ella.¡Cuidado! Quizás puedas desarrollar una
mente abierta, una mente nueva y vas a empezar a pensar diferente. Ahora estás llena de energía, no necesitas la comida. La palabra de Ana te alimenta lo suficiente como para sobrevivir. ¡Date cuenta, podrías vivir sin comer y nada sería malo! ¡Serías pura y perfecta! 5. Meditá La mente humana es genial. Uno puede convencerse de cualquier cosa últimamente. Y así como aquella vez te convencieron de que una medialuna tenía 10 calorías cuando en realidad tiene 160, uno cree lo que QUIERE creer. Así que meditá y CREETE que no necesitas otra cosa que a Ana en tu vida. Que podés ser independiente Y NO NECESITAS comida. Es cierto, creetelo. El hombre es un animal de costumbres. Te vas a sentir tan poderosa... meditá mientras los otros comen, mientras corrompen su cuerpo, mientras ensucian sus intestinos. ¿Cuánto hace que no vas al baño? ¿Viste que podrías vivir sin baño? 6. Salí a caminar sola Nubes, la brisa en la cara, flores, árboles, sol, luna y estrellas. Esas son las cosas que Ana te muestra para ayudarte a entender que la vida es hermosa sin comida, que el sol sigue ahí aunque no comas: para ayudarte a entender que las cosas imprescindibles se quedan, LO INNECESARIO SE VA (como la grasa y la comida y todo lo demás q no necesitamos). 7. Tomate un recreo, fumate un cigarrillo Fumate un cigarrillo, calmá esa ansiedad. Sin interrupciones. Andá a un lugar donde nadie te moleste. El cigarrillo no es bueno pero peor es una hamburguesa. 8. Quedate quieta Muchos de tus sueños y palabras no tienen sentido, eso van a decirte. Así que mantenete cerca de Ana, ella te va a guiar en el camino. No te ensucies la boca con palabras insignificantes. No des explicaciones de por qué estás ayunando. Nadie merece esas explicaciones, vos forjas tu propio destino y sabés que no estás sola. Así que quedate quieta, Ana y miles de otras chicas están ayunando al mismo tiempo que vos. Y solamente las más valientes, las que no tengan miedo, las que no sucumban ante la sensación y aquellas que se queden quietas, tranquilas y no se ensucien la mente con palabras insignificantes serán las sobrevivientes. 9. No sucumbas ante la tentación Esa porción de torta no va a hacerte más feliz y en cambio ser perfecta sí. Imaginate, son dos minutos comiendo torta y la vida pagando las consecuencias; o no comer nada y ser perfecta y agradecerle a Ana toda la vida por haberte ayudado a resistir la tentación. Pensalo, es fácil. Durante elayuno vas a estar rodeada de comida: amigos, familiares, novio, todos van a querer alimentarte "estás muy flaca", te van a decir. Y QUE EQUIVOCADOS ESTÁN! No existe "muy flaca", no-existe. No se puede ser demasiado rico ni demasiado flaco. Corré el riesgo, ¡tené hambre! explora el vacío de tu estómago, sentí tus costillas... ¡te falta tan poco para ser perfecta! 10. Dormí Aprovechá, porque vas a estar cansada por no comer. Eso quiere decir que estás llegando a la perfección; el cansancio es la respuesta a todo ese esfuerzo que estás haciendo. Vas a ser cada vez más hermosa, cada vez más parecida a Ana, la perfecta. Vas a ser una diosa y todos van a envidiarte... todos van a querer estar con vos y vas a estar tan orgullosa de lo que sos que no vas a querer compartir con nadie el secreto. El secreto es que Ana te llevó a donde estás y no la querés compartir con nadie. Porque nadie más la merece en su vida. Lo hiciste. Llegaste, ayunaste. -------------------------------------------------------
Antes todo era perfecto, no sé qué pasó acá en casa. Me hace sentir horrible. *** Mi error fue ese: creer que las cosas eran perfectas. Siempre tuve por seguro que mi familia era la familia perfecta, que mis padres eran los mejores, los más dedicados; que mis hermanos y yo éramos perfectos. Nada más lejos de la realidad, pero tenía que aparecer Ana para que nos diésemos cuenta. No quiero decir que yo fui la causa del desequilibrio que sufrió mi casa, mi familia, sino que gracias a lo que me sucedió se destaparon varias mentiras y cayeron paredes que en realidad eran cartones. ------------------------
. No por nada compraba cada disco que veía en su habitación, no por nada me sabía todas las letras y me gustaba su cuadro de fútbol y leía sus libros. Quería ser él… porque yo no era. -------------------------------
Confiaba en que mi psicólogo me ayudase a salir de aquel círculo sin retorno… pero después de algunas sesiones me di cuenta de que nadie podía ayudarme. No era negativa, pero mi pronóstico era oscuro, como aquella noche en la casa fantasma. ----------------------------¿Cómo podía un psicólogo ayudar a una paciente a vivir? No lo sé. No creía que pudiera hacerlo y sin embargo quería vivir. Si moría no iba a ver los ojos de Úrsula cuando finalmente naciera del todo, no iba a ver a Alejandro entre mis brazos otra vez; no vería crecer a mis hermanos ni envejecer felizmente a mis padres. Me faltaba mucho por ver y tenía mucho por hacer, pero no podía seguir viviendo de esa manera. -------------------------
Lo cierto es que mi fragilidad y mi demencia nada tenían que ver con la comida, o en todo caso, tenían mucho que ver con otra cosa. No es fácil de entender lo que un borderline es capaz de hacer por conseguir sus metas. Es difícil explicar la depresión como un estado constante. Nada me hacía feliz, con nada sonreía. Todo lo hacía amargamente casi en un estado de inercia. Vivía, sí, pero no sabía por qué. ¿Por qué estaba viva? Eso me preguntaba cada noche antes de llorar y antes de dormir.
------------------Caminé cerca del río y me dediqué a osbservar a la gente: hombres de traje atareados caminando rápido, mujeres mayores paquetas tomando cafés en restaurantes carísimos, jóvenes corriendo con mp3 en sus orejas, estudiantes gritando y agitando libros, novios abrazados, dandose besos… todo aquello y además yo, sola como nunca. Como siempre. ----------------------------------
. No comer genera desgano, genera enemistades inexistentes, hace que quienes te aman muten en enemigos mortales. Hace que quieras huir de tu casa, de tu cuerpo, de tu cabeza: todo te agota, te hace sentir un cadáver odioso al que todos temen acercarse --------------------------------------------
Contradicciones, mi vida fue siempre una absurda contradicción donde lo que hoy es mañana quizás no lo es tanto, donde lo que hoy me hace vivir en tiempos futuros puede aniquilarme. Siempre tuve miedo a escondidas. Miedo de mí, de por fin terminar comiéndome. -----------------: mi decadencia se estaba haciendo notar y no era broma, pronto desaparecería. ----------------El mundo era mejor cuando estaba mareada: no podía ver o escuchar absolutamente nada; se me tapaban los oídos, perdía la noción del tiempo, del espacio -------------------------Mi temor es estar viva para siempre, mi pavor más profundo es mi imaginación: verme de vieja, seguir viva, seguir sufriendo por siempre. -------------------------------------
Una sola palabra hubiese bastado para salvarme. Una sola. Una llamada, una caricia, algo. Un indicio de preocupación, de que te importaba. De que querías que siguiera viva. Pero hiciste oídos sordos, te hiciste a un lado. No me escuchaste. Te aclaré una y mil veces que me estaba muriendo, que necesitaba salvarme, que contaba con vos para hacerlo. Que sin vos me moría, que eras lo único que me quedaba. Te sentiste presionado y me dejaste. ¿Tengo que sentirme culpable por mi muerte? ¿O hay más de un culpable? Quiero decirte algo: podrías haberme salvado.
---------------------------------------
Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo. Y luego llegan los reproches: ¿por qué no me di cuenta antes de que me odio? ¿Por qué no me eliminé tiempo atrás? Lo pensás varias veces, intentas encontrar algo por qué vivir, por qué quedarse: las razones son tan frágiles como la convertibilidad y sos menos convincente que Fidel Castro izando la bandera de los Estados Unidos. Querés morirte y tenés millones de razones por las cuales hacerlo. Y sin embargo, todavía rogas por una sola razón para quedarte. Una razón te salvaría, solo una sería suficiente. Y no la encontras, no porque no sepas buscar, sino porque simplemente no hay. No existe la razón por la cual debieras quedarte en este mundo. ---------------------------
¿Por tu familia? ¿Quedarte por tu familia? ¿Que los suicidas somos egoístas? Es la gansada con menos sustento que escuché en toda mi vida. Empecemos a sacar un poco de lógica de todo esto: Uno no quiere vivir porque sufre, porque está triste. Entonces algún ser muy inteligente (seguramente amigo o familiar) te dirá que todo el mundo te quiere, que todos te aprecian, que no podes HACERLE ESO A TU FAMILIA. Muy bien, recapitulemos: entonces uno tiene que vivir en pena porque no se le puede hacer “eso” a la familia. ¿Eso? ¿HACER QUÉ?, me sigo preguntando yo, a través de los años. ¿Hacer qué mierda? Si uno está enfermo debería elegir cómo y cuándo curarse. Supongo que las personas con cáncer serían más felices si pudieran extirparse la enfermedad. Pues bien, mi enfermedad es estar viva. Y codificando y pasando en claro no me están dejando sacarme el cáncer de encima. Quieren que tenga cáncer, porque no puedo hacerLES eso. ¿Eso? ¿No puedo qué cosa? ¿No puedo extirpar mi dolor? ¿Debo vivir muriendo para que OTROS no sufran? ¿Tengo cara de Jesucristo? ¿Tengo cara de tener ganas de aguantar mi pena para que otros no lloren cinco minutos o cinco meses mi muerte y después continúen con sus vidas? Entonces llámenme egoísta, pero no pienso soportar este dolor. La gente es tan moralista, tan hipócrita. No entienden lo que se siente; no lo pueden entender porque la depresión, la anorexia, la bulimia, llevan a la persona al extremo más límite. Te tortura, te viola, te deshace adentro. Tus tripas, tu estómago, tu garganta, tu pecho, tu sexo. Todo le pertenece a tu enfermedad: necesitás morirte porque sabés que no tenés nada más que hacer en este mundo. Que te duele demasiado estar vivo; y que aunque seas una excelente alumna, una hija adorable y una amiga incondicional, no tenés fuerzas para seguir jugando esos papeles. Te das cuenta que te pasaste la vida actuando: pensando que si te disfrazabas con diferentes personalidades ibas a poder por fin tapar tu verdadero ser: el que quiere morir porque no puede elegir otra cosa. No puede elegir otra cosa. Pero, por favor, díganme si estoy errada. ¿Si ustedes estuvieran muriéndose de dolor por alguna razón, no les gustaría acabar con ello? ¿O prefieren morirse de sufrimiento lentamente y caer en una completamente evitable agonía a fin de no molestar a
terceros? Además, déjenme decirles: cuando hay dolor los demás dejan de existir. No se piensa en nadie más, no se piensa siquiera en uno mismo: porque dejas de existir como persona, pasas a ser simplemente un vegetal con ganas de suicidarse. No más que eso. Tu fin último es planear un suicidio con clase, con estilo, para al menos, no dejar todo ensangrentado. Los otros no existen: sos vos y la muerte. Son la muerte, las pastillas, la soga, el balcón, la bañera, el secador de pelo, el maldito tren, lo que fuera. Sos vos y tu muerte, más próxima que nunca. Y esta vez es claramente inevitable. ---------------------------------La gente es tan moralista, tan hipócrita. No entienden lo que se siente; no lo pueden entender porque la depresión, la anorexia, la bulimia, llevan a la persona al extremo más límite. Te tortura, te viola, te deshace adentro. Tus tripas, tu estómago, tu garganta, tu pecho, tu sexo. Todo le pertenece a tu enfermedad: necesitás morirte porque sabés que no tenés nada más que hacer en este mundo. Que te duele demasiado estar vivo; y que aunque seas una excelente alumna, una hija adorable y una amiga incondicional, no tenés fuerzas para seguir jugando esos papeles. ------------------------------
Además, déjenme decirles: cuando hay dolor los demás dejan de existir. No se piensa en nadie más, no se piensa siquiera en uno mismo: porque dejas de existir como persona, pasas a ser simplemente un vegetal con ganas de suicidarse. No más que eso. Tu fin último es planear un suicidio con clase, con estilo, para al menos, no dejar todo ensangrentado. Los otros no existen: sos vos y la muerte. Son la muerte, las pastillas, la soga, el balcón, la bañera, el secador de pelo, el maldito tren, lo que fuera. Sos vos y tu muerte, más próxima que nunca. Y esta vez es claramente inevitable. ---------------------------Lloré amarga, compulsivamente, sin poder parar. Lloraba porque iba a morirme, porque no había razones para no hacerlo. Lloré porque mi plan había dado resultado, porque podía convencer a la gente de cualquier cosa y porque todo lo que planeaba me estaba saliendo bien. Lloraba sin consuelo, como ahora mientras lo recuerdo, porque me estaba muriendo, porque tenía en mis manos unas pastillas que bien podían salvarme o desterrarme para siempre --------------------------------“Me muero porque ustedes no me dejan tener vida. ¿Cuál es el valor de respirar? Respirar no es estar vivo. Estoy muerta desde aquel día y algunas personas me fueron matando de a poco. No lloren porque me fui hoy. Lloren porque me fui hace mucho tiempo. Hace dos meses dejé mi alma. Ahora es tiempo de dejar mi cuerpo, que no tiene nada que hacer en esta tierra. Me hubieran salvado algunas estupideces, como una visita de Alejandro o un beso de Néstor. Algo como si me hubieran dejado manejar lo poco que me quedaba de vida. Por eso me muero hoy. Porque ya me había muerto y ni siquiera así me dieron la chance de
manejarme sola. Ni aún sabiendo que podía volver a costarme la vida. No piensen, victoriosos, que alguna vez tuvieron el control de mi vida. Jamás. Jamás. Ni siquiera teniéndome encerrada durante dos meses lograron que cambiara de parecer. Tampoco con los medicamentos de Sabrina, ni las dulces palabras de Néstor. No hay nada que hacer. Si estoy enferma, si no como, si me corto, si digo genialidades que no condicen con mi carácter… ese no es un problema mío. Es una virtud, en todo caso y no quiero quedarme acá. Quiero irme. No me interesa seguir esclava en esta mansión de cartón. No me interesa”. ---------------------------------------------Cuando estás internada volves a tener diez años. Las cosas son lindas, feas, buenas o malas. No hay otros adjetivos. Odias o amas o simplemente te da lo mismo. -----------------------------------------------
Yo no soy la Cenicienta, ni Hansel y Gretel. Soy más bien el lobo. Un lobo confundido, ultrajado y autodestructivo. se escudaban bajo la oración: “es que es una nena especial”. Especial. Eso fui siempre, o al menos eso escuchaba que se hablaba de mí. Eso me hicieron creer, o eso querían que yo escuchara, o eso querían que los DEMÁS escucharan. Sí, tengo miedo al fracaso. Por eso odio los exámenes y odio que mucha gente lea este libro y pueda criticarme. Pero con el tiempo y con los retos de mi vida me di cuenta de que lo que piensa la gente no me interesa, o que al menos puedo fingir que no me interesa y puedo hacer que la gente crea que soy autosuficiente. Lo cierto es que me interesa por demás de la línea de lo normal o esperado. Sí, claro. Siempre excediendo esa línea. Esa soy yo: Cielo, la que excede los límites de lo normal. Pocas veces para bien. . estaba más que acostumbrada a la soledad… y de hecho la disfrutaba. Pero estoy cansada. Ni mi cuerpo, ni mi alma, ni mi mente están preparados para explicar mucho más, para vivir muchos años más. Con o sin competiciones de muñecas, con o sin cinturones cortándome la respiración, con o sin padres reprimiéndome alimenticiamente, con o sin valor para seguir. No mucho más. No queda mucho más. Volvamos -
Lo cierto es que el amor te vuelve un bebé, aunque tengas cincuenta o sesenta años. Te deforma, te consume. Y si no es sacrificado no es amor “Bonita de mi corazón, no tengas miedo. El miedo te hace dudar, perder oportunidades: no te deja vivir ni sentir. No temas, aprovechá cada momento como si fuese el último. Cuando lo logres, no vas a sentir más miedo. No más”. a medida que pasan los años/relaciones uno se pone duro para no sufrir. Entonces querés, pero con resguardos. Miedo al abandono. Soy abandonada por todos: amigas, padres, novio, profesores. Todos me abandonan, ¿por qué Alejandro no lo haría? Estaba esperando amargamente el día en que no volviera jamás. Eventualmente llegó ese día -