REVISIÓN DEL LIBRO: EL ARTE DE AMAR DE E. FROMM
MATERIA: SEMINARIO DE VALORES EN LO PERSONAL TRABAJO FINAL
ALUMNO: CARLOS ANTONIO PÉREZ MENDOZA MAESTRA: MARICELA CABALLERO
Cancún, Q. Roo a 12 de agosto, 2015
El autor intenta demostrar las dificultades que presenta el sentimiento amoroso. Nos habla de los errores frecuentes donde se cree que el amor es recibir amor y no darlo, que se trata de encontrar un objeto para amar, cuando en realidad se trata, según Fromm, de un arte, que necesita un proceso de aprendizaje. Es interesante hacerse la siguiente pregunta: ¿es el amor propio lo mismo que el egoísmo? Erich Fromm hace referencia de la creencia ampliamente esparcida que, mientras es virtuoso amar a otros, es un pecado amarse a sí mismo. La creencia de que el auto-amor era egoísta ha sido considerada en el Oeste. Fromm no está de acuerdo con esta postura ya que como dice que “el amor por mí mismo esta inseparablemente conectado con el amor hacia cualquier otra persona.” En vez de ser un efecto, el amor es una actitud y una acción. “El amor de una persona sugiere amor del hombre como tal.” Cuando vemos al amor como la habilidad para amar, la habilidad para dar, se vuelve obvio que esto es en gran medida falta de egoísmo. Como de todos saben, la persona egoísta solamente piensa en ella misma, no en los demás, quiere todo para sí, no siente placer en dar, solamente en recibir. Fromm luego concluye que el egoísmo y el amor propio lejos de ser lo mismo, son en realidad opuestos el uno del otro. Si bien es cierto que las personas egoístas no son capaces de amar a otros, también es cierto que son incapaces de amarse a sí mismas. El círculo se cierra cuando consideramos las similitudes entre las personas egoístas y las personas no egoístas neuróticas. Ambos comparten una preocupación materialista hacia los demás. Fromm da como ejemplo a la mama sobreprotectora. Mientras que su subconsciente cree que ella es particularmente afectiva con su criatura, ella en realidad tiene, en forma reprimida, una profunda hostilidad hacia el objeto de su preocupación, siendo en este caso la criatura misma. Ella está sobre preocupada no
porque ella ama demasiado a su hijo, sino porque tiene que compensar su falta de capacidad para amarlo. Las personas que no son egoístas, tienen un menos obvio y más profundo auto-centrado. Fromm concluye que no hay nada más conductivo que dar a un niño la experiencia de que es el amor, la alegría y la felicidad que ser amado por una madre que se ama a sí misma. Ella se vuelve un buen modelo de auto-amor y le enseña al niño a través de su ejemplo. Para resumir estas ideas del auto-amor, Erich Fromm cita a Meister Eckhart: “Si te amas a ti mismo, tu amas a los demás como a ti mismo. Mientras ames a otra persona menos que a ti misma, no lograras en realidad triunfar en amarte a ti mismo, pero si amasa todos por igual, incluyéndote a ti mismo, los amaras como a una persona, y esa persona es ambos Dios y el hombre. Por consiguiente, es una gran y recta persona quien, amándose a sí misma, ama a los demás equitativamente. ” Para E. Fromm, el amor religioso, el amor de Dios, surge de la necesidad de sobreponerse de la separación y alcanzar la unión. Según el autor todas las religiones que creen en Dios, independientemente de la cantidad de dioses en los cuales creen, Dios es el valor más alto que hay, el bien más deseado. Por lo tanto, la definición específica de Dios depende en cuál es el bien más deseable del hombre. Observando el desarrollo de la raza humana, vemos que al inicio el hombre encontró la unidad al ser uno con el mundo natural. A medida que el hombre se torna más consciente de sí mismo, los dioses adquieren formas más humanas, se habla de religiones centradas en el padre o la madre. En la etapa matriarcal tenemos a la madre como el ser más elevado, ella es la diosa, ella también es la autoridad en la familia y
la sociedad. La esencia de la religión matriarcal es similar a la esencia del amor maternal: incondicional, todo protector, persistente y no puede ser controlado o adquirido. La siguiente etapa es la etapa patriarcal. Aquí es el padre que se torna el ser supremo, tanto a nivel de la religión como a nivel de la sociedad. Se hacen demandas, se establecen principios y leyes, la sociedad se organiza de una manera jerárquica. Lo que se pide es obediencia y fe. Posteriormente Dios es transformado desde una figura patriarcal hacia un símbolo de sus principios: de justicia, verdad y amor. Fromm relaciona el proceso de las diferentes etapas con relación a Dios con el desarrollo del amor maduro. Es en este momento que Fromm expresa que nuestro pensamiento de Dios, de la fe, del ser divino que me protege, no es más que una fijación de la etapa infantil la cual aún no hemos superado, una ilusión infantil. El autor hace una comparación de los pensamientos religiosos entre el Este y el Oeste. Refiere que el pensamiento del Oeste es basado en la lógica aristoteliana donde A no puede ser no A, el pensamiento Oriental dice que si puede ser A y no A al mismo tiempo como lo confirma Chuang-tsu. La principal línea de pensamiento occidental va hacia la búsqueda de la Verdad definitiva, creando múltiples dogmas, así como el rechazo del nocreyente. Para el sistema religioso dominante del occidente, el amor de Dios es básicamente lo mismo que creer en Dios. Si lo analizamos correctamente observaremos que existe un aspecto paralelo entre el amor hacia los padres y el amor hacia Dios, entre el crecimiento del individuo y la humanidad en su totalidad. El autor cuestiona si el amor y la cultura occidental son conductivas. En nuestra sociedad capitalista, según él, el hombre moderno se aísla de sí mismo,
de sus congéneres y de la naturaleza. Ha sido transformado en un producto, experimenta sus fuerzas de la vida como una inversión la cual debe de darle el máximo de ganancia posible bajo las condiciones de mercado existente. Las relaciones son consumidas como productos, y la experiencia de la felicidad está en “divertirse”. Una de las concepciones erróneas acerca del amor radica en que no existiría conflicto donde existe el amor, que el dolor y la tristeza deben de ser evitadas bajo todas las circunstancia. Considero que son estas circunstancias las que fortalecen al amor, que lo solidifican. Lo que si es cierto es que el amor solo puede existir cuando hay comunicación entre las personas, principalmente desde lo más profundo de su ser. Por último, Fromm se enfoca en la práctica del amor. Estoy de acuerdo con el autor en que el amor es un continuo reto. Definitivamente no es una disciplina reforzada, más bien diríamos que es una auto-disciplina. Además de la práctica del amor existe la concentración, según él es raro en nuestra cultura, ya que estamos expuestos a una sobre-estimulación del ambiente que nos rodea. El tercer factor que explora es la paciencia. Para aprender hay que tener paciencia, no desesperarse por obtener resultados rápidos aunque eso es lo que la sociedad moderna nos demanda actualmente para poder aprender el arte. Fromm lo compara con el niño que está aprendiendo a caminar: se cae varias veces, pero lo sigue intentando hasta que lo logra hacer, mejorando día a día en esa proeza. El cuarto requerimiento es la suprema preocupación con el dominio del arte. Esto describe la actividad, que no necesariamente significa hacer algo, más bien una actividad interna, el uso productivo de sus propios poderes.
Por último, el autor expresa que la habilidad de amar depende de la ausencia relativa del narcisismo y el desarrollo de la humildad, objetividad y razón; depende de nuestra capacidad en crecer desde una fijación incestuosa hacia la madre y el clan, y nos lleva a la práctica de la fe. Al final Fromm emite una crítica hacia la sociedad occidental. Refiere que la sociedad esta manejada por una gerencia burocrática, por políticos profesionales. Que las personas son motivadas por la sugestión en masa, su objetivo es producir y consumir más, como propósitos para sí mismos. Según el, y en parte si estoy de acuerdo, toda la actividad de la sociedad va encaminada y está subordinada por las metas económicas, los medios se han transformado en los fines. El hombre es un autómata: bien alimentado, bien vestido, pero sin preocupaciones finales para lo que es su peculiar cualidad y función humana. El amor es la respuesta al problema de la existencia humana, puesto que el desarrollo de éste, conlleva a una disolución del estado de separación sin perder la propia individualidad. El amor en si tiene su contexto histórico. Debido a la vida de hoy en día en lo que se refiere al intercambio mercantil y a la posesión de bienes nos convierten en unos seres que amamos bien poco. Personalmente creo que el ser humano ha perdido en primer lugar la capacidad de amarse a sí mismo, a detenerse en el camino para oler las flores. Nos hemos dejado esclavizar por los factores menos importantes de nuestra sociedad, pero que sin ellos, la misma colapsaría como tal. Si nos amaramos a nosotros mismos, no desde el aspecto narcisista, sino desde el aspecto de que fuimos creados por Dios, como seres especiales, solo así podríamos amar verdaderamente a los demás, como Dios nos pide que lo hagamos, amar hasta que duela.