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EL CODEX ROMANOFF De Estela Leñero
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México, DF.
El Codex Romanoff
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EL CODEX ROMANOFF Obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda 2004 bajo el seudónimo de Da Vinci
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Se presentó en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM de septiembre de 2006 a marzo de 2007 Dirección: Lorena Maza Escenografía e iluminación: Sergio Villegas Vestuario: Eloise Kazan
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Reparto:
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Novicia Aurora: Evangelina Sosa: Hermana Pilar: Renata Ramos: Madre Superiora: Norma Angélica Ramón: Erando González Padre José: Andrés Zuno Doctor Emilio Zárate: Martín Altomaro y Mauricio Isaac Hermana y sor Juana Inés de la Cruz: Catarina Mesinas
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Producción: Dirección de Teatro de la Universidad Autónoma de México y Dirección de Vinculación Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
El Codex Romanoff
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PERSONAJES
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ÉPOCA Segunda mitad del siglo XIX VESTUARIO
30 años 24 años 50 años 40 años 60 años 23 años 28 años
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PILAR: MONJA/ENFERMERA AURORA: MONJA/COCINERA Madre superiora Padre José Padre Ramón Hermana Doctor Emilio Zárate
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EL CODEX ROMANOFF
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En el convento y el monasterio las monjas y los padres visten de hábito. En el dispensario también. Fuera de ahí, su forma de vestir es citadino, austero.
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EL CODEX ROMANOFF
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ESPACIO ESCÉNICO La acción sucede en México y altamar.
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En el espacio escénico, la zona de la cocina tendrá preponderancia. Allí habrá un par de hornillas, una mesa de picar, diversos ingredientes y condimentos, cazos, cucharones de madera y fierro, etc. La cocina servirá para representar las escenas de cocina del convento, del monasterio, del dispensario y del barco.
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Los espacios se identificarán con algún objeto como una cama, un confesionario, una mesa o cualquier otro elemento. También podrán reconocerse por sonidos: música barroca para el convento, cantos gregorianos en el monasterio, las olas del mar en el barco y los ruidos de la selva en el dispensario.
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Los personajes transitarán libremente por el espacio. Con tan sólo unos pasos irán de la cocina al dispensario, del monasterio al convento o adelantarán la acción. Los tránsitos apoyarán las elipsis de tiempo y la convivencia de espacios, propiciarán la simultaneidad y la agilidad en los cambios de escena.
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1. Del convento al mar.
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COCINA DEL CONVENTO DE SANTA CATALINA EN LA CIUDAD DE MÉXICO Música barroca. Aurora y Pilar cocinan. Tiempo.
PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA:
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AURORA: PILAR: AURORA:
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PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
Me hablaron de un libro de recetas de cocina del siglo XV. Las delicias de la carne; del exceso. Ave María Purísima. Dificilísimo de conseguir en pleno siglo XIX. ¡Por supuesto, está prohibido! Pero es de un pintor excelentísimo. Un loco. Un cocinero; más que pintor. “La última cena” de Da Vinci es inigualable. Lo que resalta son precisamente los alimentos que pintó. Su belleza no radica en la comida, sino en las expresiones de los apóstoles. ¿Sabe lo que puso en la mesa, hermana? No, no, … no te sé decir. Nada; unas simples rodajas de anguila, puré de nabos, panecillos y siete vasos vacíos con restos de vino tinto. Imposible encontrar razones de sus gustos culinarios. Facilísimo. ¿Crees que le hubieran gustado las recetas de Sor Juana? Sobre todo las de los helados de Nepantla. Imagínate tener en nuestras manos “Las recetas de cocina de Sor Juana”. Están en los libreros del Claustro. (Baja la voz) Digo las otras, las que no han dejado que conozcamos. ¡Uy, hermana!, ésa sería otra historia. (Quita la tapa de la cacerola) ¿Cómo huele? Suculento. Mmmmmmm. A que Leonardo nunca creyó que su invento olería así.
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AURORA:
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El no inventó el spaguetti. La pasta no, pero sí su forma revoltosa. (Ofrece de la cuchara) Sabes que la Madre superiora nos lo tiene prohibido. Pero si ella prueba a escondidas mis guisos antes de ser servidos. Y después escupe para no caer en pecado. Ella es la Madre superiora. ¿No que todas somos iguales ante Dios? Shhh, ahí viene.
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PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
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Aurora y Pilar observan a la Hermana que se acerca.
Creo que la hermana Beatriz sí querrá probar. (Susurrando) ¡Ni se lo propongas! (Aspira) ¿Qué huele tan rico? Una receta de la novicia. “Spaghetti a la florentina” Pero le agregó unas hierbas que nada más olerlas, uno se imagina el toque de sabor que le darán al guiso. ¿Puedo? (Trata de impedírselo) Dame esa cuchara… si la Madre superiora ve que prueban el guiso antes de que bendiga los alimentos/ (Prueba) ¿Con qué lo condimentaste? Secreto de Leonardo. Muy perfumado, muy perfumado
HERMANA: PILAR:
HERMANA: AURORA: HERMANA:
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AURORA: PILAR: HERMANA: PILAR: AURORA: PILAR:
Entra intempestivamente la Madre superiora. (Susurrando) Las vio. ¡Cuántas veces les he dicho que está terminantemente prohibido probar los alimentos antes de servirlos! Ella sólo los olió. Nada tocó sus labios. Contigo no estoy hablando. Tendré que tomar medidas correctivas. Si no lo hago, mi palabra quedará en entredicho. Tendrás que asear los baños de todas tus hermanas durante un mes y rezarás por las noches cien rosarios al haber incumplido el voto de obediencia. Puedo rezarlos yo, madre Ignacia, oler no es pecado.
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PILAR: MADRE SUPERIORA: AURORA: MADRE SUPERIORA:
PILAR:
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AURORA:
PILAR: MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA:
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HERMANA: MADRE SUPERIORA: PILAR: MADRE SUPERIORA: Aurora sale sollozando. PILAR: MADRE SUPERIORA: PILAR:
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MADRE SUPERIORA:
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MADRE SUPERIORA: AURORA: MADRE SUPERIORA: AURORA: MADRE SUPERIORA:
No hablo con usted, hermana. ¿Y esta cuchara? ¿Qué?… Este… este… La evidencia. Esa cuchara es mía. La cocinera no puede dejar de probar sus platillos, Madre superiora, va de por medio que su comida logre estar al punto. ¿Así que tú también pruebas los alimentos antes de ser servidos? ¿Yo?... pues sí. Entonces tú serás la que aseará los baños y rezará los rosarios. Soy la cocinera, imposible cumplir esa norma. Si siguieras la receta al pie de la letra, no necesitarías probar lo que preparas. Ya viste lo que le pasó a la anterior encargada de la cocina. Eso no tiene nada que ver con probar la comida. Con ella, el problema fueron las tertulias en la cocina. Precisamente. En los alimentos es por donde empieza la tentación. El pecado de la gula. La cocina no es para reunirse a conversar. En la boca se abre el apetito, no sólo de los alimentos, novicia, sino de hablar y desahogarse aquí, sin mi presencia. En la cocina se guarda silencio y no se come ni un grano de arroz hasta que estemos reunidas en la mesa. Esas son las reglas. Ella no sabía que la cocinera estaba incluida en esa cláusula, madre. Guarde silencio hermana Pilar. Es mía la cuchara. Repréndame a mí. Aurora es la responsable del mal ejemplo. Ella hará tu penitencia. Además del ayuno de rigor, por supuesto. La culpa por el castigo ajeno, es lo peor madre Retírate a tu celda. ¿Y quién nos dará de comer? Usted. Retírate.
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MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA: AURORA:
MADRE SUPERIORA: PILAR:
No podré atender la cocina por una semana, Madre superiora. Ya se las han arreglado sin ella en otras ocasiones. ¿Me va a dejar a mi sola, madre?, pero si yo estoy en la cocina por equivocación. Para cuidar el camino de la novicia, no olvide su encomienda. Es demasiado trabajo. Me encuentro fatigada con tanto trajín.
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HERMANA: MADRE SUPERIORA:
Tú la ayudarás. ¿A cocinar?, pero si yo no sé ni preparar un huevo frito. Sigan las recetas con mucho detenimiento, cuántas veces tengo que repetírselos. No usen su imaginación. ¿Y cuando diga al gusto? Al gusto, hermana, al gusto, ¿no sabe qué es al gusto?.. Una dos o tres cucharaditas, ¿qué se yo?
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MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA:
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Salen La Hermana y Pilar. La Madre superiora abre la tapa, prueba el guiso y saborea.
CELDA DEL CONVENTO Y CONFESIONARIO
Madre Superiora y José en el Confesionario comienzan rezar Pilar se está lacerando. La Hermana la mira contenida.
Pausa. HERMANA:
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Pilar continúa. HERMANA: PILAR:
Déjeme ayudarla, hermana. Oremos juntas. La novicia sobrevivirá al ayuno. Deje de hacerse daño. Si no suspende el castigo, tendré que avisar a la Madre superiora. Quedará en tu conciencia. El Señor eleva el sacrificio y hace milagros. Con mi dolor ella resistirá el castigo del ayuno.
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HERMANA:
Tendré que avisar a la Madre superiora de las laceraciones que se está infringiendo. No me ha dejado otra salida.
CONFESIONARIO
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La Hermana va hacia el confesionario y Pilar continúa lastimándose.
La Madre superiora se confiesa con el padre José. Se van excitando. PADRE JOSÉ: Ave María Purísima. MADRE SUPERIORA: Sin pecado concebida. PADRE JOSÉ: Cocen en un fuego suave un nuncio destripado, PADRE JOSÉ Y MADRE SUPERIORA: Asegurando de que quede cubierto de agua durante todo el tiempo.
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:PADRE JOSÉ: Cuando hayan pasado cuatro horas MADRE SUPERIORA: Quitadle la piel y pasarlo a otro puchero para cocerlo. PADRE JOSÉ MADRE SUPERIORA: En agua fresca durante otras cuatro horas PADRE JOSÉ: Esperad a que se enfríe PADRE JOSÉ: Y pasarlo al puchero de gelatina MADRE SUPERIORA: Para verted sobre él en una gelatina que habeis hecho PADRE JOSÉ Y MADRE SUPERIORA: Con agua, vinagre de vino y pezuñas de vaca MADRE SUPERIORA: Otra vez padre PADRE JOSÉ: Es la cuarta vez, madre MADRE SUPERIORA: Una y ya. PADRE JOSÉ: No no no MADRE SUPERIORA: Se lo suplico. Llega la Hermana. . HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA:
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Madre Ignacia… madre Ignacia; es urgente. Shhhhh. Tiene que venir pronto. La hermana Pilar ha reincidido. Cree que sacrificando su cuerpo salvará a Aurora. Perdón padre. Vamos.
MADRE SUPERIORA:
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La Hermana y la Madre superiora se dirigen a la celda. El padre José se queda rezando.
CELDA DEL CONVENTO.
Santa Catalina de Siena ruega por nosotros. Santa Catalina de Siena no nos abandones. Santa Catalina de Siena, dale la paz. (Vómito, caída)
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PILAR:
Llega la Hermana junto con la Madre superiora mientras Pilar vomita sangre. MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA: Pilar se desmaya.
Pide ayuda, anda, muévete… Avisa al doctor. Corre… No, mejor, llama al padre José…, no, mejor, mejor… A un herrero para quitarle lo que la está lastimando. (Turbada) Sí, sí, a un herrero. Voy presto. (Sale)
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PILAR:
MADRE SUPERIORA: PILAR: MADRE SUPERIORA: PILAR: MADRE SUPERIORA:
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PILAR: MADRE SUPERIORA: PILAR: MADRE SUPERIORA:
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PILAR: MADRE SUPERIORA:
Madre Pilar, despierte, despierte, no se nos vaya madre. (Camina nerviosa de un lugar a otro sin saber qué hacer. Se acerca a ella para moverla. Busca. Regresa con Pilar. Echa agua en su cara) (Respira angustiada. despierta) ¿Llegó la paz? No puede hacerse eso, hermana Pilar, cuántas veces le he dicho que Santa Catalina no acepta que rebase los límites. A Santa Catralina, le encanta. Se condenará. ¿Ya la sacaron? Por muy santas que sean sus razones, está atentando contra su vida. Un sacrificio pequeño para salvar del suplicio a la novicia. Ella no cree en el dolor como redención. Se dejará morir o se perderá su alma. Una loca por la cocina no merece su dolor. ¿Le suspenderá el ayuno? Estoy hablando de su vida. (Vuelve a desmayarse) (La cachetea) Hermana Pilar, hermana Pilar, despierte… ¡Carajo! Se volvió a desmayar.
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MADRE SUPERIORA:
No iba a venir hermana Pilar. No iba a venir aunque me insistieran. Verla en este estado me da pavor. Tiembla mi espíritu. Un dolor extremo contagia mi cuerpo. No iba a venir, lo juro, pero estoy aquí, arrastrado por la compasión. Sé que me oye, que su estado de inconsciencia le hará reflexionar. Pronto verá la luz y yo rezaré hasta que curen sus heridas. No puedo mantenerme más tiempo junto a usted, siendo testigo del atrevimiento que ha tenido hacia un cuerpo que sólo pertenece al Señor. Entre en razón, hermana. ¿No se da cuenta que sacrificándose no se salvarán los otros? (Besa su frente. se limpia los labios. Ve que no reacciona. Se persigna y sale).
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JOSÉ:
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Llega el padre José desde el confesionario. Pide con la mirada que lo dejen a solas. Sale la Madre superiora. José se sienta en el piso y toma entre sus brazos a Pilar, como en “La Piedad” de Miguel Ángel.
PASO DE TIEMPO
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Aurora está en la posición la misma posición que el padre José en la escena anterior.
PILAR: AURORA: PILAR: AURORA:
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AURORA:
Demasiado sacrificio cuidarme. Si no quieres hacerlo, nadie te obliga. Es mi decisión. Me ha dejado conmovida por completo. No sabía que era capaz de… El Señor es mi pastor, a él entrego mi cuerpo, él comprende a su sierva. Tiene un Dios muy cruel. Pero hizo el milagro. El milagro va a ser tenerla nuevamente en la cocina. Ya no sé que más recetas preparar.
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PILAR:
Pilar se recompone y Aurora le ayuda. Se levanta. Mientras la viste:
AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR AURORA:
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PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
¿No has ido a confesarte? El padre José no me cuenta secretos culinarios. ¿Cuándo irá usted? (Soñadora) A que me hable al oído y me diga (Se interrumpe.) Diga madre. Nada, nada. Por ejemplo… …. (Baja la voz) que Leonardo fracasó a muy temprana edad como jefe de cocina en la taberna de Florencia. ¡Ahhhh! … ¿Y cómo se llamaba?…dígame… Los Tres caracoles. ¿No se acuerda de alguna receta que le haya susurrado al oído? No. Restablézcase pronto para que en la confesión el padre José le siga diciendo más recetas. Ya habrá tiempo para eso. ¿Pero, podría contarme si Boticcheli trabajaba con él en aquella taberna? ¿Qué te lo hace suponer? Dicen que Boticcheli fue amigo de Da Vinci. (Susurra) ¿Y sabías que fueron un fracaso los banquetes que organizaba para Ludovico el Moro? (Ríe) ¿Si?
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PILAR: AURORA:
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(Con dificultad:) ¿Y que su cortadora de pepino la usaron para vencer al ejército del enemigo? AURORA: ¿Todo eso dice el libro prohibido de Leonardo? Pilar se tambalea, cae, Aurora la sostiene. AURORA: Shhhh. No debe exaltarse… Aurora seca el sudor de la frente de Pilar. PILAR: No podrás negar que por mi sacrificio se hizo el milagro. AURORA: Tarde o temprano me suspenderían el ayuno. Que su fe no llegue tan lejos, hermana. PILAR: Él comprende a su sierva. AURORA: Gracias de todos modos. Por sus intenciones. PILAR: Dale gracias a Él. AURORA: No quiero hacerle más daño. PILAR: Cada quien es responsable de sí misma. AURORA: Pues no se por qué me siento culpable, presionada para permanecer en un lugar que me ahoga cada vez más. Creo que declinaré al noviciado. PILAR: Volviste a la cocina, deberías estar agradecida. AURORA: Sin probar la comida no puedo cocinar, hermana Pilar. Usted lo entiende perfectamente. Ayúdeme a salir de aquí… se lo suplico. PILAR: Regresaré a la penitencia. AURORA: De ser así, me quedaré hasta que deje de hacerse daño. No insista en sus amenazas. Tome en cuenta que me está privando de mi libertad espiritual.
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PILAR:
CONFESIONARIO.
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La madre Pilar, ya con su hábito puesto, se retira reflexiva. Camina hacia el confesionario.
El padre José espera ansioso. Llega Pilar apresurada. JOSÉ: PILAR:
JOSÉ:
¿Qué es lo que necesita decirme con tanta urgencia? Habla, hija. Se trata de la novicia que quiere irse del convento, padre. Yo he hecho hasta lo imposible para convencerla de que su lugar está aquí, lo juro. Pero si ella es lo que quiere, trataré de ayudarla. Necesitamos de usted. Sabe como es la disciplina y yo/
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JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR:
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JOSÉ: PILAR: JOSÉ: PILAR:
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PILAR:
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JOSÉ:
Es la que llegó inconsciente al convento y tardó meses en recuperar la salud. Aunque la Madre superiora lo niegue, su padre fue el responsable. (Recuerda) Generosas las limosnas de su padre… Pobre niña; ha sufrido tanto Por eso recurro a usted, pues su huída tendrá que hacerla sin que sus familiares lo sepan. Es capaz de matarla por su desobediencia. ¿Sugiere algo que yo pueda hacer? Envíela de misiones a las Canarias. ¿De qué hablas, hija? Del barco que pronto zarpará del puerto de Veracruz. Frailes de San Camilo preparan la partida. ¿Quién se lo ha dicho? El hijo de la molinera se va de aprendiz de calderas. Él me lo ha contado todo. En el barco no van mujeres. Puede disfrazarse. De ninguna manera. El padre Ramón la protegería. En ese barco no hay forma de proteger a nadie. Podría cocinarle (Se interrumpe) ¿Cocina? Es espléndida. (Baja la voz) Cocina las recetas del manuscrito que usted/ (Asustado) ¿Le ha hablado de las recetas que yo? Sólo de unas cuantas padre… Pero nadie sabe nada. Si usted probara sus guisos, le haría cualquier favor. ¿Cocina “León marino”? Y más. ¡Dios te salve María! No todos gustan de la carne dura y gruesa de ese animal. El padre Ramón, sí. Y “Pavo real asado”. Y “Muslo de colimbo con nabo amasado”, por si sufren de peste en el barco. ¿También de eso le habló madre Pilar? Descuide nadie sabe que usted/ (La interrumpe) Ni lo sabrán. Me excomulgarían. Hace platillos fabulosos.
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PILAR:
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PILAR: JOSÉ: PILAR: JOSÉ:
Será mejor que la novicia esté lejos. Siendo buena cocinera, el padre Ramón la aceptará de inmediato. Dios se lo agradecerá padre. Y jure que no hablará más de esas recetas. Con nadie. Sólo con usted, padre; no lo podrá evitar. No hija mía, con este pecado de la carne tendré que enfrentarme al Señor. (Molesto escribe una nota y se la entrega a Pilar.) La semana que entra zarpa. Tome sus señas. Y no se le ocurra mencionar mi nombre bajo ningún motivo.
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JOSÉ:
Pilar guarda la nota y el padre le da la bendición. Ella se persigna, murmura un rezo. Se va.
EN LA COCINA DE UN BARCO EN ALTAMAR.
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Buenos días padre, Ramón. Buenos días, hijo. ¿Qué estás preparando hoy? Espero no espantarlo, padre. (Baja la voz) “Lomo de serpiente”. ¿Qué? (Sube un poco la voz) “Lomo de serpiente”. ¡¿Qué qué?! (Grita) Lomo de serpiente Ya te oí, ya te oí, no estoy sordo. Perdón padre. Si prefiere, puedo cocinar “Robalo a la mostaza”. ¿Cómo conseguiste la serpiente? En el puerto de San Patricio en Cuba, venden de todo. (Baja la voz) ¿Y se puede saber cómo la cocinas? (Baja la voz) ¿Y guardará el secreto? Como tu has hecho con tantas recetas que te he confiado. ¿Quiere que se la diga al pie de la letra? ¿Vas a consultar el recetario que guardas bajo llave? Me lo sé de memoria. Adelante, te escucho. (Cocina lo que Aurora le va indicando)
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AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
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Se escuchan las olas del mar. Aurora prepara un guiso. Está vestida de hombre. Le da de comer a un marino. Entra el padre Ramón y, molesto, lo saca de la cocina.
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AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
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RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: Golpe de timbal.
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RAMÓN: AURORA:
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RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA:
Dice el cocinero: Tome un lomo de serpiente; quite el hueso y rellene el orificio así producido, con aceitunas y frutas frescas. Cósalo y déjelo en un zumo de ciruelas que lo cubra por completo durante dos noches. Después, se asa hasta que toda la parte externa quede negra y se sirve con cebollas y zanahorias hervidas por separado en caldo de serpiente. ¡Cómo es que sabes la receta de Ambrosio Varese da Rosate! ¿De quién? Del astrólogo Ambrosio, de quien Leonardo tomó la receta. Alguien me la dictó. Usted también sabe mucho de ese libro, ¿verdad padre? Las recetas que me ha enseñado tienen el mismo gusto, no puede negarlo. Sabía que tarde o temprano te darías cuenta. Pero poco me ha dicho de los instrumentos de cocina que inventó, y de las formas de doblar las servilletas o poner la mesa, como lo explica el manuscrito. ¿Conoce el libro, padre? Has sido la mejor en cocinar sus recetas. Perdón (Grita para que lo escuchen otros), el mejor, el mejor aprendiz (Baja la voz) ¿Entonces podrás preparar como indica la receta, los testículos, ¡perdón, se escapó de mi boca la palabra!... de cordero? Conoce el libro ¿Lo ha visto alguna vez? Apunta y te dictaré. Nunca me quiere responder. (Saca su libreta y con una llave que le cuelga al cuello, la abre. Escribe) Los… Los tes… los tes… sabes a qué me refiero, se sirven cortados en finas rebanadas y con una salsa de menta suave. (Le comenta casi en secreto:) Tienen el doble tamaño de los de la cabra y su sabor es dulce y amargo, fuerte y sutil. Y deben asentarse un par de horas antes de servirlos. Delicioso. Habrá que adquirirlos en el siguiente puerto. Si el “Lomo de serpiente” requiere de dos días sumergido en el zumo de ciruela, ¿qué es lo que desea para mañana? El “Robalo a la mostaza”. ¿Algún día me enseñará el manuscrito? Jamás. Está en el índice de los libros prohibidos por nuestra Santa Iglesia. ¿El Codex Romanoff?
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AURORA:
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No lo pronuncies así, hija mía. Nadie nos oye padre, estamos solos. De todas maneras, Shhhh. ¿Por qué no se debe pronunciar por su nombre? Porque te condenarás. ¿Entonces estamos en pecado? Pues sí, desgraciadamente si, hija mía. Tendrás que rezar, por el resto de tus días muchos “Padres nuestros” como yo lo hago, para que no se condene tu alma. AURORA: A veces preferiría perder la fe. RAMÓN: No digas eso; Dios nuestro Señor es más compasivo que el santo Papa. Cocinan mientras Aurora murmura un Padre nuestro. PILAR: (Al finalizar el rezo) Provecho.
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RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
PILAR: MADRE SUPERIORA: PILAR: MADRE SUPERIORA:
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PILAR:
(Abre la carta.) Mi muy estimada hermana Pilar… ¿Qué esconde en sus manos hermana Pilar? ¿Podría leerlo en voz alta si me hace el favor? Es una carta para mí. Obedézcame. Respete la privacidad. Está prohibido cualquier o con el exterior. Es de la novicia, ¿verdad? Inicie la lectura, madre. (Tartamudea) Como le prometí, escribo esta primera carta a manera de un diario con nuestras recetas prohibidas. (Pausa). Siga, siga… Ahora vivo en un barco. Siempre en movimiento, el mar no deja de moverse ¿Lo escucha? Claro que no lo escucha, pero en el barco su presencia nunca desaparece.
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PILAR: MADRE SUPERIORA:
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CONVENTO DE SANTA CATALINA Y COCINA EN EL BARCO..
MADRE SUPERIORA: PILAR:
Se escuchan olas de mar chocando contra un barco. AURORA:
Eso es Dios, el que nunca se detiene y se expande en el espacio del universo eternamente... El padre Ramón sabe mucho de las
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notas de cocina de Leonardo. Soy su aprendiz en la cocina y le ayudo a preparar recetas del Codex Romanoff.
MADRE SUPERIORA:
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Golpe de timbal. La Madre superiora exclaman escandalizada y se persigna. ¡Cómo se atreve a mencionar tal herejía!, si la Inquisición existiera, le estaría confesando sus pecados. Continúe.
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En el barco aurora y el marino, se encuentran, se desnudan lentamente, se acarician, hacen el amor lentamente mientras Pilar continúa la lectura
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PILAR: (Traga saliva) Sabe de memoria la receta de los “Pájaros escabechados” y la de “Rabos de cerdo”. Tienen muchas dificultades en encontrarle el punto. He echado a perder carne cantidad de veces, aunque conseguí buena y fresca en las islas del Caribe. Fue un alivio encontrarla, porque la carne salada es la que comen los marinos y con ella se echa a perder cualquier guiso. El platillo que cociné ayer en el puerto de Barcelona fue “Pudín de flor de sauco”; ha sido el más complicado hasta el momento. Él mismo me la dictó. Estoy segura que pronto conoceremos el recetario completo de Leonardo. Espero que usted, hermana Pilar, haya encontrado el placer por el exceso de la cocina romana. ¿O sigue insistiendo en las recetas más austeras de Leonardo? Las notas de cocina que me dicta el padre Ramón encienden la sangre y pintan de rojo la vida. Así son los carnívoros y lo he visto en los ojos de los marinos. Jamás he conocido hombres semejantes. El cuerpo y la carne, los músculos y las partes blandas lucen tan apetecibles que podría condimentarlos como cualquier platillo mexicano. (Pausa) No piense mal, hermana Pilar. Estoy hablando de comida, del placer de todos por alimentarse en exceso, de ingerir energía que revitaliza su cuerpo donde habita el espíritu. Miente la Madre superiora al amenazarnos con ingerir este tipo de recetas y afirmar que el diablo se apodera de los corazones humanos para convertirlos en bestias. A estos hombres los veo más rudos, más dorados por el sol, más aguantadores de la vida. He de reconocer que atraen mi carne y mi espíritu. (Pausa) Pero de eso, no se hable más. Volveré a escribirle en la medida de mis posibilidades, considerando su interés por nuestro libro. Dentro de unas semanas estaremos en Cádiz, donde afortunadamente ya he sido contratada como cocinera por un marino que piensa establecer un hostal en el puerto. Con él he tenido sentimientos desconocidos para mí. Enciende mi piel tan solo tocarme. No sé si he dejado de ser novicia. En Cádiz me quedaré con él. Espero que esta carta la destruya inmediatamente después de leerla. Ambas corremos peligro si la Madre superiora llegara
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a enterarse de nuestra correspondencia. Deposito toda mi confianza en usted para no volver y morir en el encierro. MADRE SUPERIORA: (Le arrebata la carta.) ¿Podría explicarme de qué se trata esta carta, hermana Pilar? PILAR: No sé decirle, Madre superiora. MADRE SUPERORA: ¿Cómo que no sabe? PILAR: Es una carta apócrifa; son mentiras para inculparme de la fuga de la novicia. Compartíamos la cocina, pero nunca me comunicó sus planes. ¿Cree que me hubiera quedado callada? MADRE SUPERIORA: Dios nos ve siempre, hermana. Mejor dígame ¿por qué no pudo irse usted también? Todavía está mal de salud, ¿es cierto?, no resistió los azotes que se dio con la cadena ya prohibida en nuestro convento. Su carne es débil. Tendrá que contestar a mis preguntas antes de que muera de infecciones. Su penitencia será el ayuno. No más azotes. Pan y agua serán su alimento hasta que nos diga cómo obligar a que regrese la novicia Aurora. PILAR: No sé. Créame. No me castigue con el ayuno, madre Ignacia. Confirmo el placer que me provoca el sentido del gusto, el placer del paladar y solicito acepte mi entrega al Señor lacerando mi cuerpo. No puede privarme de los alimentos preparados por nosotros. MADRE SUPERIORA: Mantendrá el ayuno hasta que se decida escribirle a la novicia. PILAR: En la carta no menciona alguna dirección. MADRE SUPERIORA: Usted sabe más que esta carta… El ayuno la hará hablar. Debemos encontrarla antes que su padre se entere que escapó del convento. PILAR: ¿No se da cuenta que su padre es un hombre del que el diablo se ha apoderado? La Madre superiora le da una cachetada a Pilar y sale. El padre José entra a ponerle una capa. Salen por lugares opuestos.
2. Del convento a curar heridas
DISPENSARIO EN LA CIUDAD DE MÉXICO . Entra Pilar. Viene del convento.
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PILAR: DOCTOR: PILAR: DOCTOR:
Soy la hermana Pilar, ¿se acuerda de mí? (Extendiéndole la mano para saludarla) Le atendimos unas heridas en la espalda. Llegó en un estado… Me acuerdo, doctor. ¿Quiere que la revise? Si es necesario. Póngase cómoda madre.
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PILAR: DOCTOR:
DOCTOR: PILAR: DOCTOR: PILAR:
DOCTOR:
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DOCTOR: PILAR:
Ya casi un año que no la veía, madre. He dejado la flagelación. No volverá a tenerme aquí por haberme herido. La última vez que estuve en su dispensario no fue por eso sino por una anemia brutal. El ayuno que me impuso la Madre superiora fue la causa de ir a dar a este lugar aunque ella lo niegue. ¿No es cierto, doctor? Tiene usted razón, madre, esa es la verdad. Me complace que concuerde conmigo. En el convento no pensaron así. Si no me hubieran traído a este dispensario, hubiera muerto en seis meses por un acto de contrición que no fue elegido por mi espíritu para entregarle al Señor… Estoy aquí, para solicitar su ayuda. No puedo volver al convento. ¿Y por qué no habla con la Madre superiora? Es completamente imposible que yo la enfrente. Me quita el habla, me deja sin aliento. Me asusta doctor. ¿Y qué puedo hacer yo por usted? Si me lo permite serviría de sol a sol en este dispensario. Sé de enfermería. He aprendido sola por necesidad. No pediría pago alguno. Sólo una habitación y los alimentos diarios. Quiero entregarme a los otros, doctor, quiero ser enfermera y curar sus heridas. Después de haber padecido un conflicto de fe inmenso, usted podría ayudarme a cambiar el rumbo de mi vida, aunque no de mi vocación. Me sorprenden sus palabras madre Pilar; se veía tan convencida de su vida en el convento… Pero sé que cuando sucede un rompimiento así en personas que se toman la vida en serio, como
dram
DOCTOR: PILAR:
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La madre Pilar se sienta en el camastro. El doctor la revisa con dificultad. Los hábitos le estorban sobremanera.
El Codex Romanoff
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Pilar y el Doctor se ríen, se dan la mano.
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PILAR:
usted, sucede un cambio total. Si quiere dedicarse a la enfermería contará con mi apoyo, aunque estamos por trasladarnos a un dispensario en Chiapas que requiere de nosotros. Si usted acepta que trabaje con usted, todo me parece bien. Si Dios me manda allá, me resignaré a la ausencia y los mosquitos.
xican a
COCINA DE UN BARCO EN ALTAMAR. Se escuchan las olas del mar. Aurora cocina, prueba el guiso, se tambalea.
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AURORA: Como no recibí respuesta, envío esta carta a su confesor para protegernos de que sea abierta por la Madre superiora antes de que llegue a usted. Aunque no puedo extenderme en detalles, necesito hablarle de lo que arde en el interior de mi cuerpo: Y no es el amor que se siente por Dios, sino el que toca lo mundano y alimentó mis días. Y hablo en pasado porque así como me enamoré, estoy rota a pedazos. Y no sufro por sentirme pecadora al haber amado a un Poseidón conocedor de los mares, sino por lo que perdí. Hermana Pilar, he llegado al éxtasis, igual que cuando llegué a verme iluminada al descubrir, en medio de la oración, mi vocación a Dios. Mi boca me prohibe hablar de la experiencia, pero créame, no me arrepiento en absoluto. Prométame que en cuanto usted rompa la carta, el marino quedará enterrado bajo la loza de nuestro olvido y nuestro silencio. Volveré con el padre Ramón en la Misión que regresa de las Canarias. Él me ha enseñando platillos que le cocinaré muy pronto. Estoy segura que cuando prepare “Flores fritas”, o “Crestas de gallo con migas”, o “Huevos de Salai” o la famosa “Sopa de alcaparras”, sus aromas la harán desmayar. El padre Ramón me ha dicho que el manuscrito original está en el Palacio de verano de los Romanoff en Rusia, y que un italiano de nombre Pascuale Pisapia se atrevió a copiar. Y ese es el manuscrito que estoy segura él padre Ramón conoce. Por lo que entendí, la Madre superiora sabe algo de esa copia. Cuídese porque es cruel esa representante de Dios nuestro Señor. ¿O no será del diablo?
DISPENSARIO EN EL SURESTE. Se escuchan los grillos de la selva. Pilar esta sentada en la mesa termina de leer la carta de Aurora
El Codex Romanoff
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(Contenida) ¿Cómo puedes decir eso de la Madre superiora? Te vas a condenar (Contiene el llanto. se suena la nariz. rompe la carta.)
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PILAR:
Llega el doctor y descubre las lágrimas de Pilar. Pilar viste de enfermera.
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xican a
DOCTOR: ¿Qué le pasa madre Pilar, no está a gusto en el dispensario? PILAR: No es eso, doctor, es que me estaba acordando. DOCTOR: ¿Malas noticias en la carta que le traje? PILAR: ¿Cuál carta? DOCTOR: La que acaba de romper. Pilar se limpia una lágrima.. DOCTOR: Si quiere irse, la comprendo. No es fácil vivir aquí. Además, usted no deja de atender heridos en ningún momento. PILAR: La experiencia doctor Emilio. DOCTOR: Nadie sabe curarles como usted. PILAR: Estoy acostumbrada. Sólo es costumbre, no sacrificio. DOCTOR: Con nada se lo podremos pagar. PILAR: Ya he recibido recompensa. La bondad de Dios es recíproca. DOCTOR: ¿Nunca ha pensado volver al convento, madre? PILAR: A ese convento no. Allí he estado al borde de la muerte. Es un lugar que llegué a odiar. Y sólo lo puedo ver ahora a la distancia. Hay un ambiente de miedo, pero no a Dios sino a la Madre superiora. Las hermanas callan ante las injusticias que comente con nosotras. Temen estar un mes en su celda a pan y agua. Espero que el sacrificio que ella me impuso y que yo no elegí, las haga recapacitar. Deberían frenar las actitudes de la madre Ignacia, y se lo digo a usted, doctor Emilio, esperando mantenga en secreto esta conversación. No seré yo la que solucione el mundo. Tal vez en otro convento pueda... Algún día… Tal vez. Agradezco haberlo encontrado a usted y a todos los que trabajan aquí. DOCTOR: Echa en falta a la novicia. PILAR: Los olores padre, los olores. DOCTOR: Ella ¿Va a regresar? PILAR: (Después de una pausa) En su carta dice que sí, pero ella cree que continúo en el convento de Santa Catalina. Dice que traerá nuevas recetas. No podré evitar que ilumine mi apetito y haré penitencia
El Codex Romanoff
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PILAR:
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DOCTOR:
por los placeres que me provoca. Los olores me hacen pecar, doctor, y por eso rezo todas las noches. No la entiendo madre. Para mí es imposible comprender el desvelo que le trae la comida. Para mí sólo es funcional, alimento del cuerpo para mantener con vida a un ser humano. (Transición) ¿Y por qué tanto interés por la novicia Aurora? La Madre superiora no ha avisado al padre de Aurora de su desaparición. Teme que cambie su testamento y le retire al convento las fincas prometidas. Necesita que Aurora vuelva cuanto antes, porque tarde o temprano alguien confesará la verdad. Escribiré al padre Ramón al monasterio para prevenir a Aurora y decirle de mi paradero. Ya ni en mi confesor confío y aunque las cartas son peligrosas como dice, tendré que arriesgarme.
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MONASTERIO
Cantos gregorianos El padre José duerme en un sillón. Entra la Madre superiora. Reacciona.
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Por los clavos de Cristo, qué susto me ha pegado. El prior está fuera madre Ignacia, ¿cómo pudo llegar hasta aquí? MADRE SUPERIORA: Nadie se niega a probar los mazapanes y las chocolatinas que traigo aquí dentro. La Madre superiora entrega un dulce al padre José. Él lo devora. MADRE SUPERIORA: Sé que el padre Ramón pronto estará entre ustedes. ¿O no es así? La madre superiora le entrega otro el cual saborea placenteramente. JOSÉ: No sabría decirle, Madre superiora. MADRE SUPERIORA: Eso quiere decir que Aurora también regresa. JOSÉ: Yo era confesor de la madre Pilar, no de la novicia Aurora, discúlpeme, madre. MADRE SUPERIORA: Y mire nada más su incapacidad para guiarla por el camino de Dios. JOSÉ: Orientó su vocación de entrega en el dispensario en que ahora trabaja. No puede mantener ojos ciegos a la ayuda que está brindando. MADRE SUPERIORA: Pero esas no son las formas correctas para hacerlo.
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JOSÉ:
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JOSÉ: MADRE SUPERIORA:
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MADRE SUPERIORA: JOSÉ: MADRE SUPERIORA:
Desde que dejó el convento perdí comunicación con ella. Se lo aseguro, madre. ¿No ha venido a buscarlo a su monasterio? ¿Por qué habría de hacerlo? Le suplico que en cuanto tenga una pizca de información de dónde está la novicia, es su deber avisarme… Si no pudo mantener a la hermana Pilar en el rebaño de nuestra comunidad, por lo menos colabore en la recuperación del alma de Aurora. (Le entrega la canasta de dulces) (Probando otro dulce) Así lo haré Madre superiora. Se lo aseguro. Estaré esperando su visita.
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JOSÉ:
Sale la Madre superiora y el padre José come los dulces glotonamente.
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COCINA DEL MONASTERIO.
Cantos gregorianos. El padre Ramón huele la comida que hay en las hornillas. Lo disfruta. Llega el padre José.
JOSÉ: RAMÓN:
JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN:
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RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN:
Podría haberme prevenido de tu regreso. Y esa manía de llegar justo a la hora de comer, qué pesado eres. No iba a perderme de la fabulosa comida de nuestro monasterio. ¿Ya lo vió el prior? Acabo de llegar hermano. (Prueba la comida que está en los cazos) ¿Sabe algo de la novicia? Es una cocinera extraordinaria. Le agradezco que me la haya confiado. Nos sirvió unos platillos tan, pero tan exquisitos… (Prueba el guisado) Mmmmm. Con los que la hermana Pilar ha pecado. Igual que usted, y que yo, y que, para ser sinceros. Pero usted no tiene temor de Dios. Y usted, aunque lo tenga. No puede evitar tu glotonería, hermano. Mis actos de contrición me salvarán. Cuán diferente es nuestra fe.
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JOSÉ:
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JOSÉ:
RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN:
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JOSÉ: RAMÓN:
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RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN:
De nada vale vuestra confianza. La Madre Ignacia sospecha de usted; no se le escapa una. Ya ve que se le escapó la novicia Aurora. (Risitas) ¿Y ahora dónde está? Regresamos en el mismo barco pero en el puerto de Veracruz nos despedimos. Ella debía visitar a unos parientes, me dijo. Vendrá en un par de días. ¿A dónde, aquí? No quiere volver al convento de Santa Catalina, así que le sugerí el monasterio. Es excelente cocinera. En el barco nadie supo que mi aprendiz de cocina era mujer. Así que para mantener en secreto su identidad fui yo el que me llevé las palmas. La Madre superiora la está buscando con desesperación. No sabe cómo están las cosas, hermano. El padre de Aurora es el que sostiene la orden de la madre Ignacia. Tiene dinero hasta para pagar un ejército y mandar que la busque por cielo mar y tierra. Y estoy seguro que la encontrará. Lo dudo. Aurora es más lista que ellos. A usted también lo busca. Sospecha/ Por favor hermano, deje mi alma en paz y dedíquese a disfrutar lo que Dios ha puesto en nuestro paladar.
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JOSÉ:
3. La partida
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El padre Ramón y el padre José saborean los guisos que están en las hornillas.
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DISPENSARIO EN EL SURESTE
Se escuchan grillos e insectos de la selva. PILAR: DOCTOR: PILAR:
DOCTOR:
Es hora de regresar a la capital, doctor. Madre Pilar, no puede dejarnos así de repente. Se está volviendo demasiado peligroso quedarse en Zinacantán. Las amenazas de los terratenientes no debería pasarlas tan desapercibidas. Las razones para quedarme son más fuertes.
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Doctor Emilio, usted bien sabe que la solución no es mantener el dispensario. Es momento de irnos. Cuando las autoridades se inconforman y llega el ejército es porque pronto algo muy grave va a pasar. No podemos abandonar a esta gente y dejarla sin nuestros servicios. Ya abriremos otro lugar cuando mejoren las cosas. Además estoy muy preocupada por Aurora. Necesito hablar con el padre Ramón. Entonces esa es la verdadera causa por la que se quiere ir y busca razones para convencerme de abandonar a la buena de Dios a nuestros pacientes. Cuando en un momento de la vida se reúnen dos impedimentos hay que detenerse. Dios subraya nuestra vida pero hay que atender a su llamado. El peligro acecha este lugar. Evitemos que haya muertos. No puedo irme. Si usted no se decide, tendré que irme sola. ¿Tanto teme la violencia? Temo por las balas que quedarán incrustadas en los cuerpos de los muertos y en los sobrevivientes. Sé que no puedo obligarla a quedarse aquí. Pero, ¿no teme los peligros del camino? Si llegué con bien una vez, volveré a encomendarme al Señor. Si cree que su obligación es regresar a la ciudad de México, hágalo. Yo, menos que nadie, puede detenerla.
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PILAR:
DOCTOR: PILAR:
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DOCTOR:
PILAR:
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DOCTOR: PILAR: DOCTOR: PILAR:
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DOCTOR: PILAR: DOCTOR:
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Se despiden.
COCINA DEL MONASTERIO. Cantos gregorianos Ramón y José cocinan. RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ:
¿Qué tal la “Salchicha de León X”, hermano José? Enorme, padre… quiero decir estupenda, estupenda. Una receta de Da Vinci, mejorada por la novicia Aurora. No tiene que decir su nombre completo, padre.
El Codex Romanoff
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RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN:
JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ: RAMÓN: JOSÉ:
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JOSÉ:
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RAMÓN:
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RAMÓN: JOSÉ:
Pero no va a negarme que es una cocinera sin igual. Me lo ha repetido mil veces, hermano, y aún así insisto en que eso, precisamente, es lo que la ha llevado a perder el camino. No es correcto que su confesor piense así de la novicia. Nunca fui su confesor. La hermana Pilar fue la que me pidió ayuda. Bendita la hora que la novicia nos acompañó en el trayecto a las Canarias. Habla como si no le importara el alma de la novicia ni nuestra reputación. Nadie sabe, más que yo, que fue usted el que le dictó en la confesión las recetas del manuscrito a la hermana Pilar. Si algo pasa, diré que por usted la novicia conoce tales recetas. Y no quiero saber más cosas que me liguen a ese libro. Si el libro está en tus manos, hermano. (Descontrolado) ¡No me levante falsos! (Baja la voz) Aurora sabía del “Platillo de Nudillos mezclados”, porque usted se lo dijo a la madre Pilar en medio de la confesión; como tantos otros. Usted se las dijo a Aurora, reconózcalo. Ellas saben del manuscrito por usted. Si quiere que así sea, lo será. En caso de apuros puedo decir que yo tengo el libro. Ya estoy viejo y mi Dios es más benévolo. Sería un acto generoso de su parte… ¿Puede jurarlo? (Asiente con la cabeza) Pues júrelo. (Le hace jurar al padre Ramón sobre un crucifijo) Así sí. Pierda cuidado. Seguro pidió que le cocinara “Plato de tiburón”. Precisamente. Y “Sopa de caracoles”. También. ¡Cómo me hubiera gustado probarlos! ¿Pero no se daba cuenta de lo irresponsable que es la novicia, hermano? Estaba enterada desde antes de tantos platillos. Y sabe además que en ese libro también hay artefactos culinarios fabulosos. ¿Quién se lo habrá dicho?
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RAMÓN: JOSÉ:
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RAMÓN:
Nadie más que usted pudo saborear una receta a oídos de la hermana Pilar hasta conducirla al éxtasis. Y contarle muchas más historias. Lo negaré aún estando en el lecho de muerte. Será mejor que se aleje del asunto. No guarde preocupación, lo haré. He decidido embarcarme nuevamente a las Canarias. La Misión está por salir. El prior me ha dado su consentimiento. Es lo mejor que puede hacer. Así la madre Ignacia dejará de venir a molestarme. (Nostálgico) Y de traerme esas chocolatinas que, mmmm. (Suspira) Tengo que irme. Sólo le pido que no llegue tarde al rosario vespertino. Pierde cuidado. Sólo falta hacer la lista de los ingredientes para la compra de mañana.
RAMÓN:
JOSÉ:
RAMÓN:
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JOSÉ:
Padre Ramón, padre Ramón soy Aurora. Shhhh. Que bueno que entraste por la puerta del recaudo, hija. El padre José se acaba de ir. No debe saber de tu presencia. Cuánta alegría que hayas llegado y tenga la fortuna de ser yo el primero en verte.
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AURORA: RAMÓN:
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José sale y Aurora asoma.
Se abrazan afectuosamente. Alegres.
RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
La cocina es el mejor escondite. Cuéntame hija mía, cómo te fue en Veracruz. Puras recetas de marisco, padre. Me cansé y vengo dispuesta a cocinar un toro completo. Debes irte. Antes tengo que ver a la hermana Pilar. Se dedica a curar enfermos en un dispensario de Chiapas. ¿Se fue del convento? Me escribió una carta con su dirección. Sabía que me buscarías. (Le escribe en un papel la dirección y se la entrega). (Mientras lee) ¿Dónde queda Zinacatitlán? (Ríe) Zinacantán. En Chiapas, te digo. Yo estuve de misiones allá, cuando apenas era seminarista.
dram
AURORA: RAMÓN: AURORA:
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AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
AURORA:
RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA:
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xican a
AURORA: Golpe de timbal. RAMÓN:
Shhhh. No lo menciones de esa manera, niña. No creí que fueras un aprendiz de cocina tan indiscreta. No se preocupe, padre. Esas cartas serán ahora cenizas. Eso espero, hija, eso espero. ¿Usted se quedará aquí? Me marcho de nuevo a las Canarias. ¿Ahí es donde quiere ir? Lo que más anhelo es volver a cruzar el mar. Deseo es morir en una isla, rodeado del mar para oír el murmullo del Señor. Pero vete hija, aquí corres peligro. La selva de Zinacantán será de tu agrado. Aunque en los caminos despoblados para llegar allá los forajidos asaltan carruajes y roban mujeres. He oído historias terribles, terribles Me está asustando padre. Usted bien sabe que no soportaría que me volviera a pasar…. Lo que usted ya sabe. (Llora) Porque solo usted… (La consuela) Lo sé, lo sé. Y no lo puedo olvidar padre. Pareciera que mi cuerpo de niña sigue al rojo vivo. Rezar calma las heridas, aunque no las curen. Tanto he rezado.
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AURORA: RAMÓN:
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RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
Zinacantán (Rompe el papel) Gracias padre. ¿Por qué lo rompes hija? Es mejor memorizar la dirección que traer cualquier papel encima. Hoy mismo viajaré hacia allá. Gracias por su ayuda. Usted nunca dejará de ser mi protector. ¿Está segura señorita que no quiere volver a ser novicia? Por el momento no. ¿Me da su bendición? (Lo hace) ¿Antes de que te vayas… podría pedirte algo? Dígame padre. ¿Guardarías el secreto de que fui yo el que te dictó el manuscrito de Da Vinci? La hermana Pilar también sabe de él. Shhh, sí, sí, el hermano José fue el que… ¿Pero le contaste a la hermana Pilar de que yo…? Sólo le escribí que se sabe de memoria el Codex Romanoff.
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AURORA: RAMÓN: AURORA:
El Codex Romanoff
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RAMÓN:
Siento mucho haberte traído ese mal recuerdo. Lo dije para que tomaras tus precauciones. (Se recompone) Y eso haré. Volveré ha ser muchacho. (Le limpia las lágrimas) Ese disfraz te queda muy bien. Demasiado, diría yo. Cuántas mujeres querían que te quedaras con ellas en el puerto. (Ríen.) Pero vete hija, que si te ve el padre José seguro que le avisará a la madre Ignacia y ambos corremos peligro.
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AURORA: RAMÓN:
xican a
El padre le da la bendición, Aurora le besa la mano, se cubre la cabeza y sale apresurada.
4. Cruce de caminos
COCINA DEL DISPENSARIO EN LA SELVA.
AURORA: DOCTOR: AURORA:
aturg
AURORA: DOCTOR:
Los soldados le prendieron fuego al dispensario. Ellos fueron; se lo aseguro. Los ví tras los matorrales. Estaban hechos unos salvajes. Nos acusan de recibir alborotadores y hasta de esconder a los esclavos que se escapaban de las fincas y llegaban moribundos por los golpes de sus amos. Los hacendados mandaron a las guardias para destruirlo. La madre Pilar lo sabía y trató de convencerme para que nos fuéramos. ¿Y dónde está ella? Trabajó conmigo hasta la semana pasada pero acaba de irse a México. ¡Santo Dios, no es posible! No quiso quedarse a ver muertos y curar heridos de bala. También se fue porque creía que allá iba a encontrarla. ¿En la capital? ¡No puedo creer lo que escucho! Después de haber librado tantos inconvenientes que el Señor puso en mi camino y haber puesto a prueba mi valor y mi paciencia… Pero se me ha acabado; ya no soporto más. Cómo así mi Dios me castiga. Cómo así me expulsa de su regazo. (Pausa.) ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿A dónde se dirigirán mis pasos?
dram
DOCTOR:
iame
Se escuchan grillos y ruidos de insectos. Aurora y el doctor conversan sentados en la mesa donde se come y cocina.
El Codex Romanoff
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AURORA: DOCTOR: AURORA:
DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA:
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xican a
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DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR:
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AURORA:
Podría trabajar con nosotros, como lo hizo la madre Pilar. … Mientras tiene noticias de ella… Podemos escribirle... O telegrafiarle... ¿Qué dice? ¿No quiere quedarse? (Respira hondo) No gracias, doctor, mi lugar no está aquí. Mi vocación… ¡Qué se yo de mi vocación! (Huele algo que le agrada) ¿Tiene algo en las hornillas? Frijoles en la olla. Sin nada de epazote. Y arroz… Que le falta condimento. Y un caldo de pollo. Si le agregara un chorrito de naranja y limón. Usted podría prepararlo; la cocina sería para usted. (Seducida)… ¿Sin nadie que me mande? (Asiente con la cabeza) ¿Sin ninguna restricción? Ninguna. Podría pensarlo más detenidamente. El mercado está a vuelta de mata y la carne y la verdura siempre las encontraría frescas. ¿Y telegrafiaría a la hermana Pilar? No tenga la menor duda. Tal vez pueda permanecer un tiempo; nada más. Mientras consigo lo necesario para volver y averiguo dónde exactamente puedo encontrarme con ella. Pero yo, a diferencia de la hermana Pilar, no soporto a los enfermos. Los cuerpos descompuestos me huelen a carne podrida. Lo único que pido es trabajar en la cocina. La madre Pilar no dejaba de hablar de sus recetas. En realidad son de Da Vinci. ¿De quién? De. Quise decir, de mi hermano Vinci, que así le decíamos porque quería ser pintor. A mí los alimentos me tienen sin cuidado. ¿De verdad?
dram
DOCTOR:
Aurora le da a probar el guiso que arregló y él queda extasiado. AURORA:
No se arrepentirá.
El Codex Romanoff
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DOCTOR:
De eso estoy seguro.
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El doctor la toma de la mano. Se miran a los ojos y se acercan uno al otro.
COCINA DEL MONASTERIO
RAMÓN: MADRE SUPERIORA:
dram
RAMÓN: MADRE SUPERIORA: RAMÓN: MADRE SUPERIORA:
iame
RAMÓN: MADRE SUPERIORA:
¡Padre Ramón! Voy a buscar al prior para que la atienda. Inmediatamente ¿Hermano Ramón? ¡Es usted; el que me sabe a salado cada vez que pronuncio su nombre! Guaj. ¿A qué se refiere? A que no puede tener los pies en la tierra ni un solo segundo y que se ha llevado a la niña de mis ojos. ¿A quién? Sabe perfectamente a lo que me refiero; y si no me dice donde se encuentra la novicia Aurora, tendré que llevarlo al Ayuntamiento. ¿A mí, por qué? Por rapto. (Exclamación) Tenemos la primera carta de Aurora donde lo menciona. Y muy comprometedoramente habla del manuscrito que usted posee. El manuscrito está en boca de todos por su santa culpa. Se condenarán. Así que ni se atreva a mencionarle el recetario oculto de Sor Juana Inés de la Cruz, del cual usted también está al tanto. ¿Cuál manuscrito, cuál recetario, cuál Sor Juana?... ¿Cuál carta? La que Aurora escribió a la hermana Pilar… En ella cuenta que usted pacientemente le dictaba a la novicia recetas perversas... Si no me ayuda, todo eso se sabrá. (Pausa) Piense en la ayuda que nos brindaría a mí y al padre de Aurora que está sufriendo por su desaparición. Si usted supiera, madre, quien es verdaderamente el padre de Aurora.
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MADRE SUPERIORA: RAMÓN: MADRE SUPERIORA:
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Cantos gregorianos El padre Ramón prueba los guisados. Entra la Madre superiora con una canasta que deja ruidosamente sobre la mesa. El padre Ramón se asusta. Oculta el cucharón.
RAMÓN: MADRE SUPERIORA:
RAMÓN:
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Seguramente la novicia le habrá contado una sarta de mentiras. (Pausa). Piense en lo que le pasaría a usted…. A estas alturas enfrentar un juicio. Sería terrible. Piénselo bien, padre Ramón.
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MADRE SUPERIORA:
Ramón se queda paralizado. Mira indefenso a la Madre superiora.
MADRE SUPERIORA: RAMÓN: MADRE SUPERIORA: RAMÓN:
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MADRE SUPERIORA:
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RAMÓN:
¿Y sabe algo de la madre Pilar? Ella está muy lejos de aquí. ¿Me está diciendo que sabe dónde está? Lo único que sé es que ella no está aquí. Se contradice demasiado. No creo que pueda defenderse en ningún juicio. Pronto partiré a las Canarias de Misiones y espero sea el último viaje que haga en mi vida. Hablaré con sus superiores para que se lo impidan. Tendrá que enfrentarme. Con la anuencia o no de ellos. ¿Por qué no se olvida de la novicia Aurora y nos deja en paz? Nada le hemos hecho. De mi no se burla nadie. No es razón suficiente para destruir los últimos años de un viejo como yo… Y los de una niña como Aurora… Lo único que le pido es que me diga dónde puedo encontrarla y traerla de regreso al convento. Usted decide.
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MADRE SUPERIORA: RAMÓN: MADRE SUPERIORA: RAMÓN: MADRE SUPERIORA:
La madre superiora echa un gran puñado de sal al cazo que está en las hornillas y sale. Ramón se queda con la palabra en la boca. Cocina. Entra Pilar cubierta.
RAMÓN: PILAR: RAMÓN: PILAR:
¡San Pascual Bailón, vaya susto con usted! Buenos noches, disculpe entrar así, de esa manera, padre. No creí que hubiera alguien. Llamé tantas veces… A estas horas no se puede entrar a la cocina…. Quiero decir, casi nadie. (Huele) ¿Prepara chocolate de Loma bonita? Así es. ¿Quiere que le sirva un poco? No gracias con el olor me es suficiente. Soy la hermana Pilar amiga de Aurora.
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RAMÓN: PILAR:
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RAMÓN:
PILAR: RAMÓN: PILAR: RAMÓN: PILAR: RAMÓN:
PILAR: RAMÓN: PILAR:
RAMÓN:
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PILAR:
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PILAR: PADRE: PILAR:
Bendito dios que tengo la fortuna de conocerla. Yo soy el padre Ramón, pero, ¿qué hace aquí?, ella se fue a Chiapas hace pocos días. Le di la dirección que me envió. (Tose) ¿Me puedo sentar padre? (En medio de la tos) Sí, sí. (Se sienta mareada por la noticia) ¿Y cómo es que tardó tanto en llegar? De haber sabido, la estaría esperando en Zinacantán. Se detuvo en Veracruz visitando unos parientes. Se marchó apenas hace unos días. Hasta llegué a pensar que la madre Ignacia la tenía nuevamente en el convento. Aurora ha dejado las intenciones de regresar al convento. (Apremiándola) Y usted ¿por qué no vuelve a Zinacantán, madre Pilar? Ahora mismo ¿Está insinuando que tengo que irme? De ninguna manera, madre. Tengo un gran afecto por la novicia y por usted, por supuesto, pero, no sabe cómo están las cosas. En su carta lo menciona mucho. A usted y sus recetas. Lo sé, lo sé, la madre Ignacia me lo ha dicho. Y por favor, olvide ese maldito manuscrito. ¿Usted lo tiene, padre?, ¿conoce todas las recetas? Perdone la indiscreción pero es una curiosidad que me mata. Y que a mí me llevará a la tumba. Disculpe que tenga que apresurarla, madre. No es del todo conveniente que permanezca en la cocina del monasterio. El padre José no tarda en venir. Él está muy cerca de la Madre superiora y usted se ha convertido en la carnada para encontrarla. Qué más quisiera poder hablar con este chocolate caliente que recién preparé para la cena y de todas las recetas que el padre José le saboreó al oído. Shhhhh. ¿Yo?, ¿le dijo eso? Lo que le quiero decir es que no puede quedarse aquí, pero tampoco puede regresar al convento de Santa Catalina. Soñé con encontrarme a la novicia Aurora en la cocina de este monasterio. Dios construye nuestros caminos y provoca los desencuentros. No es que no quiera conversar con usted, hermana, pero la taquicardia me aumenta si no se va. Discúlpeme. (La acompaña a
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RAMÓN:
El Codex Romanoff
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PILAR: RAMÓN: PILAR:
RAMÓN: PILAR: RAMÓN: PILAR: RAMÓN:
PILAR: RAMÓN:
PILAR: RAMÓN: PILAR: RAMÓN: PILAR:
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RAMÓN: PILAR:
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PILAR: RAMÓN:
la salida) Antes de que se vaya quisiera confiarle algo, madre. Usted debe saberlo para que guarde sus precauciones. Dígame. Al enterarse la Madre superiora que Aurora se había ido conmigo y que yo estaba de regreso, vino amenazarme con que si no le decía el paradero de la novicia, me acusaría de rapto. Es terrible padre, pero la creo capaz. Usted también debe alejarse de ella. ¿Piensa que se atrevería a hacer un juicio en mi contra? Sólo se que lograría exhibirlo en público si no le obedece. ¿Por qué no se va a Zinacantán? Es un pueblo muy retirado, bien sabe que mi lugar esta en medio del mar. ¿En una isla? Es mejor que usted regrese a Zinacantán. Desde que salí del convento he estado ayudando enfermos; pero al entrar a la cocina de este monasterio he sido iluminada para confirmar mi entrega a nuestro Señor. ¿Y? Y he tomado la decisión de vivir nuevamente en la paz de un convento. ¿Sabe lo que significa para mí este cambio de planes? No. Debo renunciar a la novicia Aurora y buscar un convento donde retirarme; creo que ese será mi camino. Conozco a la Madre superiora del Convento de las Jacarandas en el puerto de Veracruz. Fui su confesor durante muchos años. La madre Ana podría acogerla en su congregación. No pensaba ir tan lejos. Llegar en ferrocarril es muy cómodo. Los tiempos han cambiados. Es un lugar donde encontrará a Dios y vivirá bajo su regazo más en paz que en este convento de la Merced. Le agradezco su ayuda, padre. Le anotaré la dirección. (Escribe una nota y la arranca del cuaderno) (Recibe el papel) Se lo agradezco en el alma padre Ramón. (Rompe el papel) Muchas gracias. ¿Recordará las señas del convento? En mi memoria están.
El Codex Romanoff
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PILAR:
Yo telegrafiaré mañana mismo, para comunicarle a la madre Ana de su llegada. Es hora de irse, madre Pilar. Dios lo bendiga. El mar lo llevará al camino del Señor.
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RAMÓN:
Pilar besa la mano del padre Ramón, él de da la bendición rápidamente y Pilar sale.
COCINA DEL DISPENSARIO EN CHIAPAS.
AURORA: DOCTOR:
AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA:
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AURORA: DOCTOR:
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DOCTOR:
Es muy noche doctor, ¿por qué no mejor descansa y yo me quedo haciendo guardia? Son varios días que no puedo dormir. A estas horas la cocina es el mejor lugar donde estar… hace tanto frío…Y su compañía, Aurora. ¿No la molesto? De ninguna manera doctor. Aprovecho que estamos solos para decirle algo. He tratado, pero nunca es el momento para hacerlo; nunca, digo siempre hay algo que interfiere. Estamos con tanto trabajo. Es mejor no hablar de nosotros, doctor. Usted sabe de mi vocación. Si quisiera podría dejar de ser novicia y yo podría tal vez besarla. He sentido el impulso tantas veces. Pero no sé si. Cómo decirte Aurora… Lo que quiero decirle es que me he enamorado de usted. Sin quererlo. Sin pensarlo. Viéndola como la novicia Aurora. Pero en las madrugadas, cuando la veo tan atareada, siento amor, no puedo evitarlo. Perdón Aurora, perdona que se lo diga. Estar aquí me ha hecho reflexionar sobre mi entrega a Dios. ¿Algún problema en la cocina? La cercanía con los enfermos me revuelve el estómago. Pero si la cocina está muy lejos. Sus olores llegan hasta donde yo cocino. ¿Por qué siempre desvía la conversación, Aurora? No me explico cómo la hermana Pilar lo pudo resistir. Si supiera de su exquisito paladar para la comida.
dram
AURORA:
xican a
Sonido de insectos y grillos de la selva. Aurora limpia semillas en la mesa. El doctor la observa embebido.
El Codex Romanoff
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¿Por qué siempre terminamos hablando de la madre Pilar? No es desprecio. Su corazón bondadoso podría hacer que yo también me enamorara de usted, pero compréndeme. Aquí descubrí que la cocina y nuestro Dios pueden existir sin que se cometa pecado. El alimento del cuerpo es el alimento del alma.
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DOCTOR: AURORA:
El doctor besa a Aurora. Ella le responde. Beso largo. Entra el padre Ramón y sorprende a Aurora y el Doctor.
Padre Ramón. ¡Aurora! qué gusto verte, hija mía! Para mí también padre, pero no vaya a pensar que. No pienso nada, me da un gusto enorme volver a verte.
xican a
AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
Doctor y Aurora se miran nerviosos, gustosos. Indecisos en sus sentimientos.
iame
aturg
DOCTOR: AURORA: DOCTOR: AURORA: RAMÓN: AURORA RAMÓN
Puedo volver más tarde. Le presento al padre Ramón, doctor Zárate. Mucho gusto, padre. El gusto es mío. Disculpe doctor, ¿no me podría traer de la bodega un poco de canela para las empanadas? Si no es mucha molestia. (Cohibido) Si la necesita… si de veras la necesita… Sí. En un momento vuelvo. (Sale). ¿Cuándo llegó a Chiapas? Anoche. Siéntese. ¿Quiere probar las empanadas? Muchas gracias. (Se sienta).
dram
RAMÓN: AURORA: DOCTOR: RAMÓN: AURORA:
Aurora sirve una empanada en un plato. Ramón la saborea. RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA:
Ví a la hermana Pilar. ¿Cuándo? Fue a buscarme al monasterio. ¿Y dónde está? En el Convento de las Jacarandas en el puerto de Veracruz. Yo también he pensando en volver a la vida conventual.
El Codex Romanoff
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AURORA: RAMÓN: AURORA:
RAMÓN:
AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
AURORA: RAMÓN:
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xican a
RAMÓN:
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AURORA: RAMÓN: AURORA:
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AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
Pero si acabo de ver. Usted no vio nada, padre. Bueno, bueno … yo ya no entiendo a los jóvenes y jovencitas de hoy. (Muerde la empanada). ¿Estás pensando en irte, hija? Antes de que usted llegara ya había tomado la decisión. Pero si hace unos instantes. No diga más. Si estás convencida de regresar a la vida religiosa, hazlo. ¿Por qué no vas al Convento de las Jacarandas con la hermana Pilar? Allá predomina una mentalidad abierta como la necesitas. Puedes cocinar y entregarte al servicio de nuestro Señor. ¿Usted me ayudaría a ingresar? Si así lo deseas, telegrafiaré a la madre Ana. Ha venido del cielo, padre, como mi ángel guardián. Siempre le estaré agradecida. ¿Y usted, padre? He tenido que irme sin avisar a nadie. Las presiones de la Madre superiora me han empujado a buscar un lugar de reposo antes de lo que pensaba. ¿Cuáles son sus intenciones? Me acusa de haberte raptado. Quiere saber dónde te encuentras y así me amenaza. Si de eso se trata, yo puedo aclararlo con el diácono de la Misión a Canarias diciéndole que fui a Cádiz por mi propia voluntad y que usted ha sigo mi gran maestro y confesor espiritual. Siempre con tus exageraciones, por eso te sale todo tan condimentado. Especialista, al fin, de las recetas que el florentino decía aborrecer. El manuscrito que usted conoce… Shhhh… (Baja la voz) Traduce incorrectamente la palabra aborrecer. (Escandalizado) ¿Y cómo lo sabes? Usted me lo dijo, padre, ¿ya no se acuerda? Ejem, ejem. (Murmura) Lo que le hace a uno decir el oleaje del mar… el antojo… el pecado de la gula. Y te ruego que no se lo menciones al diácono de la Misión. Nadie sabrá del Codex Romanoff. * (Conteniendo una explosión) ¡Que no pronuncies su nombre!
dram
RAMÓN: AURORA: RAMÓN:
El Codex Romanoff
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AURORA: RAMÓN: AURORA: RAMÓN: AURORA:
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RAMÓN:
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RAMÓN: AURORA:
Obedeceré. (Pausa) Es una lástima que haya llegado justo cuando yo me marcho. ¿Cuándo? Mañana mismo. Llegaré al puerto de Veracruz sana y salva y hablaré con el diácono de la Misión a Canarias. Permita que ahora sea yo quien le extienda la mano. Confíe en mí. Gracias. (Baja la voz) Te voy a dar un consejo, Aurora…Debes explicarle a la madre Ana las razones por las que no quieres volver al convento, ni con tu padre. Debes atreverte a hacerlo. Para liberar tu alma tienes que nombrar el dolor con su nombre y confirmar tu inocencia. Y si tu padre violentó tu intimidad y te hizo mujer aun cuando eras niña, dilo a los cuatro vientos y que sea él al que condenen. Sólo así, dejarás atrás la culpa y tu alma podrá descansar. (Conmovida) Haré lo que usted sugiere. Significa mucho para mí pero no sé si lo defraudaré. Podrás hacerlo. Conozco tu fuerza. ¿Y usted? Yo ya estoy cansado de pelear, hija mía. Ahora, si me lo permiten, pediré reposo por estos rumbos. El doctor Zárate lo cuidará.
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AURORA:
DOCTOR: RAMÓN: DOCTOR: RAMÓN: DOCTOR: AURORA: DOCTOR:
El padre Ramón me estaba comentando la necesidad que tiene de quedarse aquí una temporada. Padre Ramón, sea usted bienvenido a este modesto dispensario en medio de la selva. Son sólo unos días… unos meses, tal vez. Por supuesto trabajando, claro. Primero descanse, padre. Si me sumo en una cama, pronto moriré. Puede seguir ofreciendo misas, bautizos, confesiones… Sería de gran utilidad para nosotros; como lo es Aurora en la cocina. Doctor Zárate, es tiempo de que vuelva. Le decía al padre Ramón que mi lugar está en el convento. ¿Lo has decidido ya… Aurora?
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AURORA:
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Ramón asiente con la cabeza. Entra el doctor y le entrega la canela a Aurora. Aurora sirve otra empanada al padre Ramón y le espolvorea la canela.
El Codex Romanoff
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Sí, doctor. ¿Pero por qué así, tan de improviso? No sé otra manera. Creo que la llegada del padre Ramón/ Vengo en un momento.
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AURORA: DOCTOR: AURORA: RAMÓN:
El padre Ramón sale a pesar de las señas de Aurora para que se quede. AURORA:
… Se han combinado de tal manera los ingredientes que estoy segura que mi lugar está en otra parte. No te entiendo. (Se le acerca) De verdad que no lo entiendo. Ha sido una decisión muy difícil de tomar. Siempre estaré agradecida Emilio. Has movido en mi corazón sentimientos que nunca olvidaré. Tú también. Iré a preparar mis cosas.
xican a
DOCTOR: AURORA:
DOCTOR: AURORA:
5. De nuevo en el convento
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COCINA DEL CONVENTO
iame
El doctor Emilio la detiene y la abraza. Se besan largamente. Regresa el padre Ramón pero al darse cuenta de la situación vuelve a salir.
Música barroca. La hermana cocina. Entra la Madre superiora. Me parece increíble que tengas tan mala mano para la cocina. Ya ninguna hermana soporta lo insípido de tus guisos. La novicia no dejó ningún recetario madre. ¿No es suficiente nuestro libro de cabecera del cocinero real Ruperto de Nola? ¿Y por qué ese no está prohibido? Porque es diferente, hermana. Muy diferente. Lo que predica la novicia Aurora es fruto de satán. Por eso su padre la castigaba tanto. No es paloma blanca como la madre Pilar supone. ¿Conoce el manuscrito de Da Vinci?
dram
MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA:
HERMANA:
El Codex Romanoff
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MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA:
HERMANA:
MADRE SUPERIORA:
HERMANA:
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MADRE SUPERIORA:
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HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA: MADRE SUPERIORA: HERMANA:
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HERMANA: MADRE SUPERIORA:
Lo conozco en italiano porque lo copió un tal Pisapia cuando se enteró que los Romanoff se lo habían comprado a la familia Visconti de Milán. El muy pillo se fue hasta Rusia para copiar el manuscrito haciéndose pasar por cocinero del Palacio de verano de los zares. Y se irá al infierno porque se hizo rico con tantas copias que vendió al por mayor. Y yo no sé por qué te estoy diciendo estas cosas (La golpetea con el cucharón) Por tu culpa, por tu mente perversa, por tu puerca culpa. Yo no dije nada madre. Ese manuscrito lo condenan mis superiores y toda la Santa Iglesia. Quién haya posado su vista en aquellas páginas arderá en las llamas del infierno. ¿Usted también, madre? No seas idiota. ¿Ha probado sus recetas? Por culpa de esa novicia que tú no has podido encontrar, zopenca. Nadie sabe de su paradero. ¿Y ese tal por cual Emilio Zárate? ¿Fue el doctor que atendió a la hermana Pilar cuando tuvo aquel desangramiento? ¿Serías tan amable de no repetir sucesos tan desagradables? Pero si usted me lo preguntó. Guarda silencio, buena para nada, y mejor sigue cocinando la receta de alfajores de Sor Matilde antes de que me enoje. De todas maneras me regañará y me pegará con la pala de madero de naranjo y me dirá que nunca aprenderé a cocinar como Dios manda ni las marquesotas ni la yemitas ni los mazapanes, ni nada. Pues más vale que esta vez te salgan mejor, porque mucho daño harías a la congregación si no vendemos nuestros dulces. No debí confiar en ti. Disculpe Madre superiora. Procuraré obedecerle. ¿Podría recordarme la receta de Sor Juana? Es de Sor Matilde la receta, imbécil. Si Sor Juana es otra que blasfemó contra Dios. Su recetario está escondido para que nadie pueda cocinar aquellos inventos con los que pervirtío el Convento de San Jerónimo. Retírate de inmediato, que llamaré a otra que ocupe tu lugar. Con su permiso madre superiora. (Sale).
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MADRE SUPERIORA:
El Codex Romanoff
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MADRE SUPERIORA:
Con el permiso de Dios.
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La madre superiora sale en busca del padre José. Al encontrarlo Es el padre Ramón es el que ha propagado todas estas herejías; Ya se lo había advertido. Sí, usted me lo advirtió, pero esto no se quedará así. Voy a mandarlo a las islas Marías para que reciba su merecido. ¿A las islas María? Era lo que el deseaba. No podrá quejarse de que se cumplirán sus deseos; arenque desabrido. Vamos padre, sígame.
PADRE JOSÉ: MADRE SUPERIORA:
xican a
MADRE SUPERIORA: PADRE JOSÉ : MADRE SUPERIORA:
Salen.
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DISPENSARIO EN CHIAPAS Sonido de insectos y grillos en la selva
RAMÓN: DOCTOR: RAMÓN: DOCTOR RAMÓN: DOCTOR:
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Golpe de timbal. RAMÓN: DOCTOR:
(Leyendo una carta) Cuando se vaya de misiones a las Canarias, pase por el convento de las Jacarandas en el que pronto estaré. Celebraremos su viaje con algunos platillos florentinos. Si los preparamos juntos, le aseguro que superaremos al Codex Romanoff. Qué no lo menciones, así, hija. (Le da un ataque de tos). Tranquilícese padre Ramón. Le traeré un poco de agua. La carta lo ha puesto nervioso. Ya estoy bien, hijo, ya estoy bien. (Rompe la carta). ¿Por qué hace eso, padre? Es una vieja costumbre. Tendrá que avisarle a Aurora que está enfermito. De ninguna manera. No voy a mortificarla. Si no lo hace, tendré que avisarles yo.
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DOCTOR
Ramón se empieza a sofocar. Tose. Se atraganta. Le falta el aire.
El Codex Romanoff
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Llamaré a una enfermera. Tendré que operarlo cuanto antes. (Viendo la cara de terror de Ramón) No se preocupe padre, haremos una punción con el aparato de Dieulafoy, pero no se preocupe, usaremos el trócar con el último calibre, atendiendo la estrechez de los espacios intercostales. ¡Enfermera! (Sale en medio de la cara angustiada de Ramón.
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DOCTOR:
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COCINA DEL CONVENTO Música barroca.
HERMANA: AURORA: HERMANA: AURORA: HERMANA: AURORA: HERMANA: AURORA: HERMANA: AURORA
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AURORA:
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HERMANA: AURORA: HERMANA: AURORA: HERMANA:
¡Qué gusto hermana! La estábamos esperando. Gracias. No es que quiera entrometerme en la cocina, sino que vengo a buscar a la hermana Pilar. Llegará de un momento a otro del mercado, si quiere esperarla. Gracias. ¿No le importa si me siento? Adelante. La hermana Pilar es la encargada de la cocina. ¿La conoce desde hace mucho tiempo? Desde que entré al convento de Santa Catalina de Siena. Tenía 14 años, aunque nos dejamos de ver por más de cinco años ella siempre me ha acompañado. A esas personas nunca se les olvida. Es como el primer amor. No sé decirle, novicia Aurora. No sé a qué se refiera. Yo tuve un gran amor. ¿Siendo novicia? En mis sueños, hermana. Era un marinero que conocí en un barco rumbo al puerto de Cádiz. No tiene por qué contarme tales cosas. Soy la nueva novicia, pronto seré la antigua novicia y cuando usted no se de cuenta ya seremos hermanas. Sólo hasta entonces. La cocina es el único lugar en donde podemos contar nuestras cosas. ¡Hay tanto ruido! Nada tiene contarnos historias. Es como
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HERMANA: AURORA:
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leer un libro, como contar un cuento, hermana. Nada tiene de malo imaginar. Espérela aquí un momento, hermana. Me tengo que retirar. Con su permiso. Dios la bendiga.
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HERMANA: AURORA:
La hermana sale y Aurora se pone a cocinar. Husmea cazos, botes de especias. Parte limones y naranjas. Cocina. Entra Pilar. ¡Qué olor tan delicioso es éste! Quiero adivinar… quiero adivinar. Su olor me es tan conocido…. Uuuummm. Huele a ….. Uuummm. Huele a sopa de naranjas y limones. ¡Aurora…Aurora!
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PILAR:
Se abrazan. Se miran, se vuelven a abrazar, se ríen, huelen la sopa.
PILAR: AURORA: PILAR: AURORA:
PILAR: AURORA: PILAR:
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¿Y qué harás como segundo platillo? Hígado de ternera a la parmesana. Yo misma lo traje. Cubierto de hielo. ¿Cómo fue que lo conseguiste? El hielo, en las faldas del Pico de Orizaba y el hígado me lo encontré en una tienda del camino. Temía tanto que llegaras a caer nuevamente en manos de la madre Ignacia. La Madre superiora ha dejado de buscarme. Cuando supo de mi huída, mi padre hizo un nuevo testamento. Imagínese como estará. (Respira profundo) ¿Cómo lograste preparar esta sopa de naranjas y limones si acabas de llegar? La preparé con lo que había. Quiero que las de la congregación me conozcan por algo muy sencillo, pero delicioso. ¿A la madre Ana le gusta comer bien? Austero, pero bien. Menos mal. Lo mejor es que no está prohibido probar los alimentos antes de llevarlos al comedor. A las cocineras se lo recomiendan. Han
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PILAR: AURORA:
¡Aurora! ¡Pilar!
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PILAR: AURORA: Risas, alegría, abrazos. PILAR: AURORA:
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PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
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PILAR: AURORA: PILAR: AURORA:
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PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA:
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AURORA:
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AURORA: PILAR:
Llegaron a esta conclusión después de tirar a la basura cantidad de comida. Parece un buen lugar este convento. Estoy conforme, el padre Ramón me ayudó a reencauzar mi vocación entregada a nuestro señor. Estoy muy preocupada por él, está muy enfermo aunque trata de ocultar. La selva no es su lugar, tiene que ir al mar para morir tranquilo. ¡No hables así! ¿Cómo sabes? Lo conozco. Conviví muchos días en la cocina del barco. No puedes hacer tales premoniciones. Es un don que da la intimidad. Que tu andas despilfarrando por todos lados. Pero si la intimidad es el regalo más sagrado que un ser humano puede dar. La cocina es mi lugar, aquí se mezclan aromas de todo tipo. Deberías ser más recatada en tus sentimientos. A mi me gusta lo condimentado, Pilar. ¿Y cuando partes? Tengo una noticia que darle: He hablado con la madre Ana. Aceptaron mis votos como novicia. Desde hoy mi lugar es aquí. ¿Has decidido dejar el mundo exterior para consagrarte a Dios? Si. Me alegra la noticia. Sé qué ha vuelto a privarse del los placeres del paladar, pero no del olfato, ¿verdad hermana? Privarme del gusto es mi mayor flagelación. Me basta con el olfato. Bienvenida Aurora. Pareciera que lo que único que estuvimos buscando en todo este viaje fue un lugar donde pudiéramos cocinar a gusto. ¡No blasfemes!
Aurora y Pilar ríen. Se escuchan la campanilla anunciando la comida. PILAR:
Tus nuevas hermanas probarán en un momento tu primera sopa de naranjas y limones. ¡Aleluya!
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DISPENSARIO EN LA SELVA
DOCTOR: RAMÓN: DOCTOR: RAMÓN: DOCTOR: RAMÓN:
El último favor que quiero pedirte, doctor Zárate, es que entregue este paquete a la novicia Aurora. Si no puedes ir hasta Veracruz, hay correos que ya son seguros. Para que se esfuerza en escribir, padre. Ya sabe que cualquier enfermera puede ayudarlo. Es algo muy personal. Descanse padre. Su obligación es llamar a un sacerdote para. Me hace sentir escalofríos. No es fácil escuchar la verdad.
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RAMÓN:
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Se escuchan sonidos de animales, de grillos. Ramón está moribundo con un paquete en las manos.
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Ramón le da el paquete al doctor y este sale. El padre Ramón muere.
PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
Que Dios mantenga en su gloria al padre Ramón. (Sin poder hablar) Amén… Y no pude hacerle su banquete de despedida. No digas superficialidades novicia. ¿Por qué no nos avisó el doctor Zárate antes? Deberías de agradecerle el que haya venido hasta acá. No pude llorar en sus brazos y tanto que lo deseaba. ¿Al doctor Zárate? (Llora) Ya no llores las cocineras no deben llorar. Amarga el aroma. (Deja de llorar. Se recupera) Cocinaremos empanadas en su memoria. Pero no has visto qué hay en el paquete hermana. Nada más leíste la nota del doctor y todo se te borró.
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PILAR: AURORA:
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COCINA DEL CONVENTO EN VERACRUZ . Música barroca. Aurora y Pilar lloran. Se limpian la nariz. Gimen. Contienen el llanto.
El Codex Romanoff
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Aurora abre el sobre. Se sobresaltan. Música gozosa. ¡El Manuscrito de cocina de Da Vinci!
Aurora hace que la música se interrumpa.
AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
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AURORA: PILAR:
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PILAR:
No puedes decir que el padre Ramón tenía el Codex Romanoff desde el principio. Además no es posible que el doctor Emilio venga hasta acá sólo a entregar el paquete. Si tú eres la que está contando la historia; a mí sólo se me ocurrió que el padre Ramón era el que te mandaba el manuscrito. Me parece lógico que él te lo envíe. Si alguien más lo encuentra podrían condenarlo y ya no habría defensa. Pero si ya murió no importa que lo condenen Pilar. No deberías hacer que se muera el padre Ramón; es de mal agüero. Es para rematar su larga agonía, pero si no está de acuerdo con mi sugerencia, proponga algo mejor. Tú que eres la que enreda las historias, inventa otra cosa. Puedo contarte otro final de cómo la madre Pilar y la novicia Aurora encuentran el Codex Romanoff. Me gustaría oírla.
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AURORA:
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PILAR:
Se escucha una campanilla. Actúan intencionadamente. Llegó el correo. Hace mucho que no nos escriben. Aquí recluidas, hermana Pilar, nos han ido olvidando. ¿No será la campanilla que avisa que llegó el recaudo?
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AURORA: PILAR: AURORA: PILAR:
Entra hermana con un paquete. HERMANA: AURORA y PILAR: HERMANA: PILAR: AURORA:
Un paquete para Aurora (Entrega un paquete a Aurora). Que la paz esté contigo. Y con tu espíritu. (Sale) Ábrelo, hermana, qué esperas. (Ríen) (En secreto) No opines de mi historia hasta que haya acabado, hermana Pilar.
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Abre el paquete, hija. (Abre el paquete) ¡El Codex Romanoff! (Música de gozo. Lo ojea ansiosamente) “Muslo de colimbo”, “Medallones de anguila”, “Pudín de flor de saúco”. Fíjese madre, es una copia del manuscrito. Traducida al español. (Lee el manuscrito). Sí es cierto que él añadió la tercera púa al tenedor y que la masa del spaguetti la perfeccionó y mire…. Incluye capítulos que no conocía como “Para limpiar la sangre de los manteles”, o una lista de “Los mortificantes platos de Cuaresma”, o “Las máquinas que aún he de diseñar para mis cocinas” o “De los variados y curiosos usos del pepino”. Debería leer la carta. No quiere saber quien la envía? (Abre la carta y lee) La hermana ¿Gregoria de Navarra. ¿Y quién es ella? (Rompimiento) Hermana Pilar, ya sabes quien es ella, no voy a volver a inventar otra historia. ¿Por qué quiere que lea la carta otra vez? Porque la lees muy bien. Mi nombre es Gregoria de Navarra. Soy novicia del convento La Esperanza. No crea que siempre he estado en un convento. Antes de llegar aquí viví junto al mar. Ahí conocí a un marino y con él me fui a navegar alrededor de España. Y usted se preguntará las razones de contarle esta historia; y precisamente se la cuento hermana Aurora, porque él es aquel marino al que usted amó hace muchos años. ¿Cómo sé que también la amó a usted? Él mismo se acusó. No pudo guardar el secreto al saber que yo tenía el manuscrito el manuscrito de Leonardo Da Vinci Quería enviárselo de inmediato. No quiso esperar un día más y tuvo que contarme su amorío y de su reingreso al convento. Se va a malinterpretar, Aurora. No es por despecho por lo que tú vuelves a la vida religiosa. (Le da la carta) Entonces tú lee la carta. No voy a ser objeto de su burla. No me estoy burlando. Está bien. (Continúa) Le envío las notas de cocina de Leonardo Da Vinci porque no quiero tener nada que me recuerde al que sigue atado a usted. De ese marinero no quiero verlo más, así que espero que ambos permanezcan en México hasta el resto de sus días. Las
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El Codex Romanoff
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PILAR:
dos seremos monjas Aurora y nos olvidaremos del mundo. Fuimos espejo de un mismo hombre y ahora lo seremos de un mismo Dios. Se despide de usted. La novicia Gregoria de Navarra Qué bonita historia. No puedo negar que siempre me conmueves. Bonita historia. (Se suena la nariz) Hermana Pilar, deja de sonarte junto a la comida, que me la va a llenar de bichos. ¿Crees que realmente te podrías enamorar de un marino? Siempre que sueño me enamoro del marino. Pásame la sal… Alcánzame aquellas hierbas de olor. No le faltan más. Acabo de probarla y le faltan tres varas. Déjala así. Si me pasa el cajón de las especias te juro que te cuento la historia de las recetas de Sor Juana. Conocemos muchas de ellas (Baja la voz) Pero no las prohibidas. Las del placer del conocimiento. ¿Y qué tal olerán? Son regios manjares, te lo prometo. Está bien. Toma. Qué fácil me convences. (Le entrega un cajón con botes de especias)
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Entra Sor Juana y se coloca al centro de la mesa. Preparan la mesa de la cena de Da Vinci.. . AURORA: Sor Juana le enseñó a escribir a la criada que le sirvió en la cocina por más de diez años en el Convento de San Jerónimo. PILAR: Dicen que su madre se la donó al tomar los hábitos. AURORA: ¿Quieres contar tu la historia? PILAR: No, sigue tú, sigue tú. AURORA: Esa criada guardó sus recetas, las cuales Sor Juana perfeccionaba incansablemente. Cada vez que preparaba una golosina, añadía uno o dos ingredientes, o variaba las cantidades. Así preparaba cada “recado de chocolate” que enviaba a la virreina de Paredes en un zapato bordado. PILAR: (Saboreando) Y “pastillas de boca”, y “Yemas de huevo”. AURORA: Me doy cuenta que a todas luces desea contar su versión.
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AURORA:
No, tú eres la que te sabes las recetas de Sor Juana, sigue contando, sigue. Pero cuando Sor Juana murió nadie supo donde había quedado aquel recetario que sólo la criada podía descifrar, pues su letra eran puros garabatos.
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PILAR:
Se escucha una campanilla anunciando la comida.
Me salvó la campana. A comer. No puedes dejarme así. Prometiste decirme aunque fuera una receta. (La persigue). AURORA: Espere el siguiente guiso y ahí le contaré esta larga historia de cómo la madre Pilar y la novicia Aurora se lanzaron a la búsqueda del manuscrito con las recetas secretas de las golosinas que Sor Juana Inés de la Cruz cocinaba en el Convento de San Jerónimo. Música veracruzana de convento.
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AURORA: PILAR:
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Oscuro final
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Aurora y Pilar llaman a cenar. Entran todos los personajes y forman el cuadro de la última cena de Da Vinci con Sor Juana al centro, como Jesucristo.
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